Como bien ha apuntado el historiador del arte Ernesto Galbán, el inicio de la historia del grabado en Holguín puede trazarse a partir de la etapa republicana y en torno a la obra de Rafael Melanio Aguilera. Le siguieron otros hechos significativos como la fundación del Taller de Grabado (en noviembre de 1969), los “fructíferos y aportadores” encuentros talleres en la década de los ochenta, la multiplicación de proyectos expositivos a la par que la dinamización dicho taller (centro neurálgico de la actividad creativa de muchos artistas) y la inserción de varios de ellos en contextos turísticos. Más recientemente, los nichos creados por la Editorial Cuadernos Papiro, la Academia Regional de Artes Plásticas El Alba y la persistencia de varios artífices de la citada manifestación de las artes plásticas. No solo con su obra, sino también a nivel académico, estos han impregnado en los estudiantes el interés por las posibilidades creativas que sigue ofreciendo el grabado.
El año pasado tuve la oportunidad de inaugurar, en la sede del otrora Taller de Grabado de Holguín, una exposición bipersonal de Yosvani Rodríguez Batista y Carlos Walker Delis: Diálogos convergentes, en la que ambos artistas buscaban, con centro en el grabado, nuevas aproximaciones formales y expresivas, otras similitudes y cercanías palpables en sus poéticas.

Ahora Yosvani expone en la Sala principal del Centro Provincial de Arte su muestra personal Grabando lo que se calla, un amplio proyecto no solo por las dimensiones del espacio galérico o por ofrecernos un recorrido por las vertientes de su trabajo y las diferentes técnicas utilizadas, cuyo dominio le han permitido la experimentación. También, por la amalgama de “interesantes conceptos con que la idea complementa a la pieza, engrandecida mediante un diálogo racional y afectivo con un determinado público. A la vez, se demuestra la trascendencia y polifuncionalidad del proceso creativo”, destacó Galbán en las palabras del catálogo de la exposición realizada con curaduría de Bertha Beltrán.
El Taller de Grabado de Holguín fue para Yosvani un sitio de aprendizaje y experimentación. Allí, cercano a la pedagogía y la influencia creativa de Emilio Chiang Fernández, amplió la hondura de su mirada, expandió los recursos expresivos del grabado en la búsqueda de soluciones formales que se apropian del espacio. La figura humana —no es su intención representativa, sino propicia a la intervención, a la suma de significados en la propia expansión de las fronteras entre lo abstracto y lo figurativo— está presente en su variada obra, como el uso de las texturas y las indagaciones sugestivas del color.

Las piezas de Grabando lo que se calla (realizadas en su mayoría en 2024, aunque vemos obras de inicios de siglo y de este año) portan, además, una mirada posmoderna a partir de la fragmentación y la ironía, de la intertextualidad y lo fraccionario.
En Yosvani Rodríguez Batista esa mirada posmoderna ahonda en otras expresiones y relaciones: en sus grabados, sobre la base de la figuración con rasgos expresionistas, las texturas logradas por empastes, el uso de colores directos. Aprovecha, asimismo, los beneficios de la colografía y las imágenes que salen del enmarcado convencional; utiliza la impresión y las matrices que se combinan para evidenciar las motivaciones, necesidades y sensibilidades del hombre, sus circunstancias y su tiempo.
Como apunta Galbán, Yosvani Rodríguez (actual director de El Alba), “desborda, mediante el arte de imprimir, muchos de sus anhelos, sentimientos, inquietudes, experiencias acumuladas e ideas sobre temas que lo han acompañado durante su vida. Retoma el grabado como núcleo, a partir de la vital necesidad de mostrar al público lo que ha trabajado y atesorado en su memoria. De esta manera, expone matrices y estampas pretéritas, recontextualizándolas con paciente maestría. Las técnicas empleadas son diversas, las que en su conjunto conforman una unidad y un fin en el logro formal y conceptual de toda la propuesta”.

Yosvani, como vemos, no se detiene en una sola técnica. Utiliza la colografía y las matrices, la xilografía, la monotipia, la punta seca y las experimentaciones con la misma madera aprovechando las diferentes texturas que el dominio de la colografía (su característica forma de trabajarla, aprehendida en el Taller) le permiten. Así muestra texturas más peculiares o sugerentes, a las que añade la matriz. Todo a base de la espátula, que le amplía la necesaria libertad expresiva en los territorios del expresionismo, logrando ese “ensamblado” final que son sus obras.
Esta exposición requiere la complicidad del espectador, que con mirada curiosa y espíritu escudriñador busque más allá de la “superficie grabada”, pues los diálogos —con la tradición y, sobre todo, con su época— se expanden, incluso, retroactivamente, a la obra de los estudiantes de la Academia El Alba que participan en ella y complementan las propuestas de Yosvani.
De esta forma —insiste Galbán— “se enriquece el objetivo final de mantener viva la llama del grabado para seguir haciendo historia en un gran abrazo entre el Taller, la escuela, la comunidad, el gremio de artistas de la localidad y mucho más”.
Laura Isabella Millán, Lucielis Rodríguez, Daliana Nathalí Seoane, Katerín Machín, Isabella Bárbara Martínez, Carlos Emilio Leyva, Daniela Hernández Cruz, Amanda Karla Tamayo, Isabella Catalá y Melissa L. Pérez se nombran estos alumnos de El Alba.
Graduado de la propia Academia holguinera en la especialidad de grabado y licenciado en Dirección de Fotografía de la filial de la Universidad de las Artes-ISA en Holguín, Yosvani Rodríguez Batista persiste en el grabado, en la amplitud —tantas como la inteligencia y perspicacia del creador— de sus posibilidades. Su labor como docente y esta amplia exposición en el Centro Provincial de Arte de Holguín, nos subrayan esta persistencia en el arte de grabar no solo lo que se calla, sino lo tanto que se ha dicho a través de cada una de las piezas.