Yaíma Orozco, guerrera, mujer-canción

Mairyn Arteaga Díaz
8/1/2020

A mediados de este enero de 2020 saldrá, licenciado bajo el sello musical Bis Music, el nuevo disco de Yaíma Orozco, Mi Libertad. Desde hace poco más de un año Yaíma Orozco no piensa en otra cosa. Mi Libertad, primero que graba con una disquera oficial cubana tiene, más que nada, un significado personal.

 El nuevo disco de Yaíma Orozco, Mi Libertad, lleva toda la impronta de Yaíma, una mujer que se crea
sus propias reglas, que se desafía a sí misma, se reinventa e inspira. Foto: Lurdes R. Basolí

 

“Todo este tiempo de pensarlo, imaginarlo, armarlo, lo he disfrutado muchísimo. Empecé el año (2019) pensando en él, en qué hacer, cómo hacer, buscando placer en cada pensamiento, en cada idea, dejándome llevar siempre por la emoción, nunca viéndolo como una meta”.

Dicho de este modo, Mi Libertad lleva toda la impronta de Yaíma, una mujer que se crea sus propias reglas, que se desafía a sí misma, se reinventa e inspira.

“Tener la mirada enfocada en un sueño y maniobrar con tiempo y amor, con dedicación y calma, para lograrlo, amasarlo a cuatro manos con Alfred Artigas (arreglista, productor musical, guitarrista en el disco) es un alimento necesario para mí y representa eso, saciar el hambre de la creación sin otras normas más que las dictadas por mí”.

Yaíma guerrera, amazona, dueña de su destino.

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El 30 de septiembre pasado comenzó el proceso de grabación en los Estudios dBega, en La Víbora, La Habana, diez días ininterrumpidos que se convirtieron en doce y que pusieron a prueba todo el aguante de la mujer: un proceso de volcado creativo, generador de miedos y también de fuerza y empuje para soportar la tensión que se sufre y que rara vez un artista quiere contar. Pasado el tiempo en el estudio, de vuelta a su Santa Clara natal, a Yaíma le sobrevendría la angustia, especie de depresión posparto con la que lidian algunas madres, superada luego por el ánimo de defender su proyecto o simplemente de trabajar, que es una palabra que podría definirla perfectamente. Mi Libertad también ha sido eso, un hijo querido y moldeado a su antojo, a punto de salir al mundo y encontrar su lugar en él.

“Quiero que quede lindo, quiero escucharlo y escucharme feliz de cantar las canciones vestidas con otra ropa, descubrirlas otra vez y sorprenderme a mí misma”.

Foto: Celia Zayas
 

Lo que se sabe es esto: tendrá diez temas, la mayoría inéditos, algunas canciones conocidas, otras más nuevas. Será variado en contenidos y géneros: aires de bolero y habanera, son, samba, tango, rock and roll. Estarán “Amazona”, “Callejón”, “Viento y Lejanía”, “Vuelve”, “Remolino”, “Abundante”, “De soñarte”, “Un abrazo cada vez”, “Nueva Melodía” y “Desde mí”.

Y se sabe, más bien se vislumbra, que será un material de lujo dentro de la trova cubana actual, de toda la trova y, especialmente, de la que hacen las mujeres en esta Isla.

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Nacida Yaíma Orozco Gálvez el 15 de noviembre de 1980, primero quiso ser bailarina, luego escritora, locutora hasta que se decidió por el canto. Para el baile no tenía condiciones, o eso le dijeron; lo otro se quedó atrás por su propio peso. Ahora, lo de trovadora no lo vio venir Yaíma hasta que cursaba el tercer año de Educación Musical en la sede pedagógica Félix Varela, en Santa Clara .

“Desde chiquita yo estuve relacionada con ese mundo porque mi papá trabajaba en la Escuela Vocacional de Arte y me llevaba con él a las actividades. En mi casa no había equipo de música, por lo tanto, yo escuchaba lo que ponían en la radio o en la televisión; y la invasión del vecino, que me obligaba a oír, sin querer, a José José, José Luis Perales, Rocío Jurado, así que no sé por dónde se me coló ese otro gusto por la trova”.

Pero en la secundaria y el preuniversitario cantaba en los matutinos y actos culturales. Fue la época en la que conoció a Raúl Cabrera, integrante del otrora Trío Enserie; y a Vionaika Martínez y Mayelín Pérez, que formaban el dúo Evocación. Raúl Cabrera y Vionaika le montaban los números y elegían el repertorio, algunos boleros, pero, fundamentalmente, los temas de Silvio y Pablo eran lo que más le gustaba cantar. Y de algún modo esas relaciones la guiaron por el camino de la música.

En el pedagógico, el profesor Jesús Bello la acercaría más a la trova tradicional, no sabía tocar guitarra, apenas algunos acordes, no sabía si quería ser trovadora, cantaba canciones acompañada por un profesor o por otro estudiante.

“No imaginé nunca que yo misma iba a llegar a componer”.

La primera vez que fue a El Mejunje —donde ahora canta cada jueves en la peña de La Trovuntivitis, proyecto musical que también integra— estaba en tercer año de la carrera.

“Entré y el recibimiento fue Levis Aliaga, que tocaba Parece un aguacero. Recuerdo siempre el impacto de llegar a un lugar tan raro para mí, nunca antes había visto nada como eso. Y fue esa rareza, que lejos de espantarme, me atrajo, la que hizo que percibiera los encantos del sitio y conociera la obra de los otros cantores: Diego Gutiérrez, Leonardo García, Raúl Marchena, Roly Berrío”.

En un festival universitario conoció al trovador Alain Garrido, después de escucharla cantar, él le propone que lo acompañe en un concierto. Su debut, pudiera decirse, sería aquella presentación con Alain, en El Mejunje, en diciembre de 2004. Luego siguió haciendo voces con Leo y Diego.

“Hasta que al fin se me avivó la mente, comprobé que me gustaba la trova y terminé creando canciones”.

En 2005 ya escribía sus propios temas, al año siguiente se lanzaba en el Festival de Trovadores Longina que cada enero llega a Santa Clara, precisamente de la mano de La Trovuntivitis, apenas con tres composiciones. Desde entonces ha crecido la cosecha: su obra personal se recogía, hasta ahora, en tres discos: Como un color, salido del proyecto Verdadero Complot, de la Asociación Hermanos Saíz; Como siento yo, grabado en el estudio del trovador Ariel Díaz, para presentarlo en el festival de bardos de Barcelona: Barnasants. El otro, Gracia, junto al guitarrista de jazz catalán Alfred Artigas. Y está Para revolver, que realizara a dúo con el trovador Migue de la Rosa y que defiende letras de otros cantautores.

Muy pronto, entonces, llegará Mi Libertad, expresión de la madurez alcanzada por Yaíma, pero que no pierde la emoción de las primeras veces y una suerte de hechizo que cumple muy bien su función.

Foto: Sol Girauld
 

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“Siguiendo una tendencia presente en buena parte de la Nueva Trova, Yaíma recrea diferentes géneros de la música tradicional cubana, como son la guajira, el danzón y el son, aunque no desdeña ni el folclor sudamericano ni algunos aires de la música brasileña, así como el pop internacional”, escribía Alexis Castañeda Pérez de Alejo en el libro La vena del centro: trova santaclareña, editorial Capiro, 2010.

Detrás del micrófono, con la guitarra, Yaíma acude al encuentro con su yo interior. Es una muchacha de casi 40 años que transmite una energía poderosa que contagia. Falda larga y botas, como las guerreras andinas, voz melodiosa y temple en el carácter, solidaria con las causas justas, por trillada que suene la expresión. Heredera de las mujeres que le precedieron, amiga, hermana, hija incondicional. Un alma libre que transpira pasión.

Foto: Raúl Marchena
 

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Registrando en los temas del disco encontró la frase mi libertad en varios de ellos, casi recurrente, y le encantó. Es la frase con la que puede transmitir lo que la música le ha dado.

“Libertad para crear, para pensar, para aprender cosas nuevas. Para conocer y elegir, para crecer, para divertirme. Libertad para vivir. La música me deja ser yo misma y siento que con esa libertad puedo ser mejor cada día”.

Hacía tiempo Yaíma quería trabajar un disco grande, pensarlo mucho y bien, imaginarlo y grabarlo en un buen estudio, para lograr un sonido lindo y claro y donde pudiera hacer su música con todos los matices que lleva.

“Las canciones están y llegan al público, pero tenía ganas de tener para mostrar y disfrutar yo misma algo con la mejor factura posible”.

Para eso, se necesita un estudio y respaldo económico: se armó el proyecto junto a Raúl Marchena, con todo el talento y energía que él tiene, dice, para emprender y producir; pensó en Bis Music por el catálogo que defiende, artistas con los que se identifica y cree tienen que ver con ella desde el punto de vista musical. Bis Music, además, por un precedente de trabajo con La Trovuntivitis, con la grabación de un DVD en septiembre de 2018.

“Una vez aprobado el proyecto para grabar las canciones, seguimos pensando en otros que calzaran el disco, un Making Off, por ejemplo, que registrara todo el proceso de ensayos, montaje y grabación en el estudio, por eso decidimos hacer una campaña de financiamiento colectivo en Verkami, otra manera de conseguir mayor respaldo económico convocando a los amigos del mundo que quisieran colaborar”.

También porque quiso trabajar con un ingeniero de sonido, amigo que admira, Sebastián Perkal, que vino desde Argentina, productor musical de discos de artistas seguidos por Yaíma, como Liliana Herrero, Aca Seca Trío y Teresa Parodi. Hay quien vaticina que el de Yaíma es un disco para Grammy.

Yaíma Orozco junto a Alfred Artigas. Foto: Abel Boqueras
 

Mi Libertad tuvo un equipo de trabajo grande, tanto como lo fue el proyecto: canciones arregladas por Alfred Artigas, para cuarteto de cuerdas, vientos, pasando por ese universo sonoro de Alfred proveniente del jazz. Contrabajo, percusiones, piano, tres y laúd, y guitarra eléctrica.

“Con Alfred es fácil entender la música porque ya hicimos un disco anterior y estamos acostumbrados a trabajar juntos, nos conocemos. Con sus arreglos mis canciones se van a otro lugar, y esa dimensión es algo que me encanta”.

Además de los músicos fueron convocados proyectos que han colaborado en otras ocasiones: La Marca y Callejas hacen una pequeña tirada de discos y cancioneros manufacturados.

Durante los 40 días que duró la campaña de Verkami, Mi Libertad explotó las redes sociales y se logró la cifra necesaria. Ahora llegan desde Argentina, y de a poco, las mezclas de unos temas otros, que más que agradables al oído, te penetran. Hay uno, “Desde mí”, que es como el favorito de Yaíma.

“Creo que siempre me gusta más la última canción que hago porque es la más fresquita y la que quieres enseñar, pero mi canción preferida es la que le escribí a papi, fallecido hace nueve años. Empecé con ella pegado a su muerte, descansó un año, después la retomé y me salió. Es un tema que aparece en Gracia, pero quise repetirlo en este disco con un nuevo arreglo porque, claro, es muy importante para mí y se me hizo necesario cuando hacía la selección”.

Hoy canto porque estás gritando desde mí/ a ritmo de bombo/ empujas mis pasos/ bendito rock and roll/ me da valor para pensar en ti/ desde mi canción.

Foto: Sol Girauld
 

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Por lo pronto, este 15 de enero será el primer concierto del año de Yaíma en el espacio de La Jiribilla: El Patio de Baldovina, en la Casa del Alba Cultural, en La Habana, a las cinco de la tarde, a dúo con Alfred Artigas. En redes sociales, una caricatura de Brady Izquierdo promociona el evento: una Yaíma guitarra en manos a la que le salen colores por la voz.

Y uno piensa que, también, ahí radica, de algún modo, su libertad.

Ilustración: Brady Izquierdo