¿Y la cola del pollo? o por qué hablamos siempre de lo mismo
─ ¿Qué volá, mima? ¿Cómo va todo? ─Alberto entró por la puerta y acto seguido le dio un beso en la frente a su tía.
─Ahí, mijo, ‘toy colando café, llegaste a buena hora.
─Del malo, seguro…─ dijo en señal de desprecio.
─Del que hay─ le espetó la mujer con voz segura, y hundió la taza en la mesa de tal forma que se derramó un poco del líquido por el costado.
Alberto miraba la taza y evitaba los ojos de Minerva, que intentaba cazar los suyos continuamente. Estuvo cerca de tres minutos soplando el café, le dio un buche y se levantó de un tirón.
─Bueno, ¿viste lo último que dijo Alexander? Salió en feisbu hoy.
─Alexander, ¿qué Alexander?, ¿el hijo de Cuca?
─ ¿Cómo que el hijo de Cuca tía? ─Alberto se dio un golpe en la frente─ ¡Alexander!, el de Gente de Zona.
─Ay, niño, pero cálmate, que por la forma en que lo dices parece que revivió Gardel y me va a cantar un tango.
─ ¿Quién?
─ ¡Gardel, niño, Gardel!, el cantante argentino que…─Minerva cerró los ojos y se tragó la próxima frase─. Mira, olvídate de eso, dime qué dijo Alexander.
─Dice que el Gobierno de Cuba estaba planificando secuestrarlo, fuera de los Estados Unidos.
─Niño, ¿pero y esa locura? ¿Y eso a quién se le ocurre?
─Oye, tía, que lo vi hoy, lo publicó CiberCuba.
─ ¡Ayyyyyy! ¡Trágame tierra! ¿Y porque salió en feisbu ya tú te lo crees? ¡¿Y en CiberCuba?! Vaya, que no te boto de mi casa porque mi hermana, que en paz descanse, me está mirando desde allá arriba y no quiero problemas.
─Oye, oye, tampoco así, que yo no me creo todo lo que veo en feisbu. Ayer salió una noticia de que había una protesta en el parque de San Juan de Dios, y vaya, yo no sé a qué hora fue eso, porque yo estuve allí casi to’el día y por ahí no pasó ni una mosca. Pero hay cosas que sí son verdad.
─Ya, y no me digas que entonces también te crees lo de “el bloqueo no existe, solo hay bloqueo interno” o lo de “aquí hay represión brutal y torturas”, ¿eh? ¿Vas a empezar a usar también la palabra dictadura para hablar de tu país?
─Oye, no me des muela, noticias como esa me salen todos los días. Yo leo, y no leo nada más los cartelitos cortos. Leo cosas de CubitaNow, de Cubanos por el mundo, ADN Cuba. Mira, mira si lo dice aquí “CiberCuba es un portal de noticias y contenidos sobre Cuba y los cubanos cuyo propósito es fundamental es informar sobre la realidad…”.
“─ ¡Ayyyyyy! ¡Trágame tierra! ¿Y porque salió en feisbu ya tú te lo crees? ¡¿Y en CiberCuba?! Vaya, que no te boto de mi casa porque mi hermana, que en paz descanse, me está mirando desde allá arriba y no quiero problemas”.
Minerva no lo dejó terminar la frase: ─sobre la realidad que ellos quieren que vivas. Porque la ves tanto en el telefonito ese tuyo, que llega un momento en que te la crees. ¿De dónde tú piensas que salen todos esos periodicuchos “independientes”? ¡Independientes ni independientes! ─la mujer alzó la voz, ahora le apuntaba a Alberto con el dedo ─ ¡Eso lo que tiene atrás es una cantidad de dinero y de recursos y de gente a la que no le importa un carajo el pueblo de Cuba…! ¡Mi pueblo! ¡Y tu pueblo también, coño!
Ahora Minerva avanzaba implacable hacia su sobrino, que no tuvo más remedio que dejarse caer en la silla, y escuchar:
─Claro, ahora tuvieron que cambiar la estrategia, porque cambió el campo de batalla, y no les ha sido difícil pelear, imagínate… con lo fácil que fabrican las mentiras─. La mujer suspiró, acercó la silla a su sobrino y se sentó a su lado. Despegó los labios, pero Alberto se adelantó.
─Pérate, pérate, ¿de qué tú estás hablando? ¿Tú crees que esto es una guerra o qué?
─Claro que es una guerra, chico, ¿en qué mundo tú vives? ¿Tú no viste el documental que pusieron la semana pasada en la Mesa Redonda?
─Ah, no, la jeba me dijo que había salido el tipo de Buena Fe, y este del talismán… Pero háblame más de la guerra esa, que me dejaste preocupa’o ¿Y por qué yo no he oído tiros ni na’deso?
─Porque no es ese tipo de guerra, es lo que se llama guerra mediática y cultural, y forma parte de la guerra no convencional. Es una guerra de aquí ─Minerva se tocó varias veces la frente con el dedo─ y de aquí ─y también se tocó el corazón. Y hay que ganarla con el cerebro, mijito, no creas todo lo que lees, ni todo lo que oigas.
─Si de verdad hay una guerra, como tú dices, ¿contra quién estamos peleando?
─Estamos peleando con to’a esa gente que dice que nuestro socialismo es insostenible, es gente que nos quiere asfixiar cada vez más, to’esa gente que dice que el MSI representa a todos los cubanos ─Minerva chasqueó los labios─. Esa gente no está hablando por mí, ni por ti. Libertá, piden…libertá… cuando los del Norte no nos han dejado en paz ni un solo minuto! ¡En 60 años! ¡Libertá! ¿Nos dieron ellos libertad? ¡No! ¡Se la arrebatamos, la tenemos, es nuestra!
─Ya tía, cálmate, cálmate, ¿tú te tomaste hoy las pastillas de la presión?
─ ¿Yo? Sí. ¿Y tú te tomaste las pastillas para pensar? ¿Crees que feisbu te informa? Más bien te desinforma. Esa no es la realidad, mijo, ni feisbu, ni tuiter, ni mucho menos el intagram ese que….
─ ¡Ehhh! Aguanta ahí, ¿y tú cómo sabes tanto d’eso?
─Tu prima me puso en el móvil todos esos programitas. Tú sabes, ya ella está en cuarto año de Comunicación Social… y me ha enseña’o una pila de cosas. Ayer mismo te mandé una solicitud de amistad. Oye… yo creo que tú no tienes perfil de tuiter, ¿eh?
─ ¡Mira la vieja, con redes sociales y todo!
Alberto sonreía, pensaba que había logrado cambiar el rumbo de la conversación, pero Minerva no iba a dejar que eso pasara, al menos no todavía.
Chapeaux: “─Porque no es ese tipo de guerra, es lo que se llama guerra mediática y cultural, y forma parte de la guerra no convencional. Es una guerra de aquí ─Minerva se tocó varias veces la frente con el dedo─ y de aquí ─y también se tocó el corazón. Y hay que ganarla con el cerebro, mijito, no creas todo lo que lees, ni todo lo que oigas”.
─Escúchame, mijo, hay mucho en juego aquí. Esa gente fabrica mentiras por día, y hay que luchar para que sea la verdad la que al final resista.
─Mira, tía, mi verdad es que yo estoy en una cola del pollo desde las seis de la mañana, vine a tomar un poco de café aquí, y mira con lo que tú me sales…
─Alberto, yo te entiendo, yo hice esa misma cola ayer. A ver… ¿qué tú crees? ¿Qué en el capitalismo te van a regalar el pollo? Ay Albertico, mijo, nada más te pido que pienses un poco ¿Tú sabes que el bloqueo…? ─ Minerva no pudo terminar la frase.
─¡Y dale con la cantaleta del bloqueo! Oye, es que es lo mismo con lo mismo.
─Sí, chico, lo digo y lo repetiré hasta que se te grabe, hasta que se les grabe a todos ustedes ─la mujer sacó la cabeza por la venta─ ¡Abajo el bloqueo! ¡Abajo el bloqueo!
─ ¡Sí, coño, abajo! ─ gritó la vecina del primer piso. Minerva creyó oír también un agudo “¡…y abajo los yanquis!”, que venía del piso de arriba. ─Sí, tía, yo sé que por eso…y por otras cosas… pero sobre todo por eso, que estamos como estamos.
─Pero si lo sabes, ¿por qué estamos discutiendo aquí?
─Tía es que a veces uno se confunde y… ─el hombre se pasó las manos por el rostro y se tomó el último buche de café, ya frío ─Estaba riquísimo, de verdad que sí.
─Eso tú lo dices porque me quieres ─ya Alberto se había levantado y le estaba dando el beso de despedida.
─Oye tía ─ahora ya estaba en la puerta ─¿tú tienes el documental ese por ahí? ¿El que pusieron en…
─Sí, lo grabé, trae una memoria que mañana que te lo paso. Oye y…revisa Telegram que te voy a pasar el link de Cubadebate.
─Sí, tía ─dijo Alberto y esbozó una sonrisa. ─Me voy, que se me pasa el turno en la tienda ─y cerró la puerta detrás de sí.
Minerva se quedó mirando la puerta unos minutos; sonreía, como hipnotizada. Luego salió al balcón, y alzó la vista; enseguida descubrió de dónde había venido la vocecita aguda. Melissa, la niña del piso de arriba, se le quedó mirando también.
─¡Qué viva Cuba, yaya!
La mujer bajó la cabeza y respiró aliviada. Se tomó el último sorbo de café y pensó para sus adentros: “¡Ño, de verdad que me quedó rico!”.