Y el Icaic fue también una escuela, fundadora de escuelas
Ya se sabe porque lo han contado varios cineastas en reiteradas ocasiones: el Icaic, en sus primeras dos décadas, funcionó también como una escuela; fueron varios los cineastas extranjeros prestigiosos que vinieron a Cuba a capacitar a los nuestros, y varios cineastas fueron enviados a diversas escuelas de cine, sobre todo europeas, para completar allá su formación y habilidades, y existía un proceso que obligaba a los futuros cineastas a pasar por la asistencia de dirección, por el documental de corto y largo metraje, antes de llegar a realizar una ópera prima de ficción. Además, existían talleres, charlas, cursos de capacitación que ofertaban los que más sabían a quienes estaban llegando al oficio y se buscaba que los principales profesionales se capacitaran en la Universidad, antes de rodar el primer plano, sobre todo en carreras humanísticas y de letras.
Desde los años sesenta y setenta, los cineastas cubanos, y latinoamericanos en general, soñaban con designios integradores, también académicos, y para tratar de lograrlos, y darle continuidad al proyecto continental del nuevo cine, se creó el Comité de Cineastas de América Latina, piedra angular de otros tres proyectos trascendentales, en cuya creación el Icaic jugó un papel primordial: el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (fundado en 1979 por Alfredo Guevara), la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano que creó el colombiano Gabriel García Márquez en 1985, y la Escuela Internacional de Cine y TV (Eictv) en San Antonio de los Baños, que tomó forma en 1986 gracias a las iniciativas de Julio García Espinosa, con el argentino Fernando Birri como primer director.
Pero comencemos por el principio. El origen del Comité de Cineastas Latinoamericano se remonta a la quinta edición del Festival de Viña del Mar; sin embargo, la fundación real y efectiva solo fue posible en Caracas, el 11 de septiembre de 1974, e incluía, entre varios importantes realizadores latinoamericanos, a dos consagrados cineastas del Icaic: Manuel Pérez (El hombre de Maisinicú) y Pastor Vega (Retrato de Teresa). El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, cuya primera edición tuvo lugar en La Habana, en 1979, fue escenario propicio para la acción del Comité de Cineastas. En 1982, tres años después, reunidos otra vez en Cuba, los representantes del Comité acuerdan nombrar tres miembros de honor: el brasileño Nelson Pereira Dos Santos, el argentino Fernando Birri y el cubano Alfredo Guevara y procedieron a crear la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, y luego la Escuela Internacional de Cine y TV como su principal proyecto pedagógico.
El 4 de diciembre de 1985, en la Quinta Santa Bárbara, donde Tomás Gutiérrez Alea había rodado Los sobrevivientes, se crea la Fundación, y el 15 de diciembre del siguiente año se funda la Eictv, el primer centro docente de carácter latinoamericano, que se construyó gracias al decidido aporte del gobierno cubano, además de las contribuciones internacionales, y apenas un año después de fundada ya poseía una destacable presencia y prestigio internacional, con estudiantes y graduados fundamentalmente de América Latina, pero también procedentes de Europa y Estados Unidos, África y Asia, razón por la cual solía ser llamada la Escuela de Todos los Mundos.
La Eictv nunca fue “una isla dentro de una Isla”, y mucho menos estuvo desvinculada del contexto audiovisual cubano.
La primera graduación de la Escuela tuvo lugar en julio de 1989, y antes o después de esta fecha sus estudiantes, devenidos cineastas, ya reforzaban la variedad y calidad del cine cubano: Diana (1988) y Oscuros rinocerontes enjaulados (muy a la moda) (1990), de Juan Carlos Cremata; Sonata para Arcadio (1989), de Fernando Timossi; Ah, la primavera (1991), de Manuel Rodríguez; Talco para lo negro (1992), de Arturo Sotto; Molina’s Culpa (1993), de Jorge Molina; La maldita circunstancia (2002), de Eduardo Eimil; y Hay que saltar del lecho… (2002), de Patricia Pérez. Así, la Escuela gradúa todos los años nuevas generaciones de directores, documentalistas, guionistas, productores, editores y sonidistas cubanos que ejercen fuerte influencia en el marco audiovisual de nuestro país. Decenas de profesionales del Icaic fueron maestros fijos u ocasionales, en todas las especialidades antes mencionadas, y la calidad de los maestros seguramente tuvo que ver en la lista de egresados ilustres, sobre todo cubanos.
De modo que la Escuela nunca fue, como insisten en definirla algunos, “una isla dentro de una Isla”, y mucho menos estuvo desvinculada del contexto audiovisual cubano. Dicha sinergia se expandió y profundizó muchísimo en la época en que Julio García Espinosa dirigió la prestigiosa institución y llevó a la Finca San Tranquilino decenas de ideas mejoradoras —entre muchas otras extender el Plan de Estudios a tres años— porque se trataba de un hombre que además de conocer profundamente los lindes de lo cubano tal y como se demuestra en su memorable Aventuras de Juan Quin Quin (1968), había fungido como vicepresidente del Icaic y viceministro de Cultura. Aunque no solo García Espinosa vinculó los saberes de los cineastas cubanos a la formación de nuevos cineastas. La lista es larga, pero en la Escuela trabajaron, intensivamente, los realizadores Fernando Pérez, Enrique Colina, Daniel Díaz Torres, Gerardo Chijona, Manuel Herrera, Guillermo Centeno, Jerónimo Labrada; el editor Nelson Rodríguez, los directores de fotografía Raúl Rodríguez y Raúl Pérez Ureta, los guionistas Senel Paz, Arturo Arango, Xenia Rivery y Patricia Ramos, entre muchos otros.
Sin embargo, para los profesionales de los medios en Cuba era muy complicado insertarse en el Icaic o ser elegido para los pocos cupos que la Eictv otorgaba a los nativos. Por esta razón, entre otras, se creó la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca), adscripta al Instituto Superior de Arte (ISA), y vino a ser la única institución cubana de estudios audiovisuales superiores vinculados al sistema de educación oficial.
Abrió sus puertas en septiembre de 1988 y su primer director fue el realizador y fundador de la Televisión, Jesús Cabrera, quien se mantuvo al frente de la misma hasta el año 2001. A lo largo de ese periodo, la Escuela también recibió la colaboración de decenas de profesionales consagrados del Icaic y así pudo aportar, año tras año, una indispensable cuota de renovación al panorama cultural cubano, y conste que la renovación iba en dos direcciones: los jóvenes aprendían el know-how de la profesión, y los mayores refrescaban su ideario y sus temas a partir del contacto con los menos experimentados.
Por espacio de trece años la Famca solo ofrecía oportunidades de estudio y superación profesional a trabajadores de los medios mediante cursos por encuentros quincenales. Desde 2002 se abrieron sus puertas a estudiantes procedentes del nivel medio de enseñanza regular, jóvenes entre 17 y 25 años, sin conocimientos previos del arte o las técnicas del cine, la radio o la televisión. La Escuela cuenta con dos filiales, una en Holguín y otra en Camagüey. Algunos de los títulos producidos en Famca pueden figurar en cualquier catálogo de lo mejor del cine cubano, en tanto devinieron clásicos recientes.
“El éxito de Famca, y de la Eictv, pudiera medirse por el aporte anual de nuevas generaciones a los que hacen nuestro cine”,
Y cuando hablo de películas trascendentales, con sello Famca, estoy pensando en títulos como Video de familia (2001, Humberto Padrón), que puso sobre el tapete la necesidad de resolver todas las diferencias, de cualquier tipo, al interior del núcleo filial; DeMoler (2004, Alejandro Ramírez), que dilucida el impacto emocional de los trabajadores azucareros en plena crisis de esa industria; Buscándote Havana (2006, Alina Rodríguez), dedicada a razonar, críticamente, sobre la emigración a La Habana desde las provincias orientales; o Días de diciembre (2016, Carla Valdés), que reexamina el legado cubano de la guerra en Angola, desde el punto de vista de los familiares, los veteranos, los sobrevivientes.
Talentosos creadores del cine, la radio y la televisión nacional han cursado estudios en Famca. Están, entre muchos otros, Rudy Mora, Orlando Cruzata, Ernesto Fundora, Luis Najmías (Jr.), Ian Padrón, Esteban Insausti, Inti Herrera, Humberto Padrón, Marilyn Solaya, Alberto Luberta o Juan Carlos Travieso, que cuentan con obras reconocidas y premiadas dentro y fuera del país. Porque el éxito de Famca, y de la Eictv, pudiera medirse por el aporte anual de nuevas generaciones a los que hacen nuestro cine, desde el Icaic o desde cualquiera de las otras instancias productoras que recientemente han surgido.