La presentación de Fernando Pessoa. Cinco Pessoas, obra traducida y antologada por Virgilio López Lemus, se convirtió en un viaje íntimo al universo de uno de los poetas más enigmáticos del siglo XX. La Editorial Arte y Literatura, como parte de la colección Biblioteca del Pueblo, entregó esta joya al público cubano, en un acto donde López Lemus, acompañado por la editora Mónica Cuéllar, desmenuzó los secretos de un proyecto que, según confesó, fue “un desafío lingüístico y un acto de amor a la poesía”.
Desde el inicio, López Lemus dejó claro que su objetivo no era competir con las decenas de traducciones existentes, sino ofrecer una versión que resonara con el habla cubana. “Hace años soñé con que Pessoa hablara con nuestro vocabulario, con esa gracia conversacional que nos define. Pero no es coser y cantar: el portugués es cercano, sí, pero traicionero. ¿Cómo traducir a un poeta que se multiplica en 72 voces sin perder su esencia?”, reflexionó.

El poeta y ensayista confesó que, para lograrlo, se sumergió en las versiones de Octavio Paz y Ángel Crespo, pero decidió tomar riesgos. Por ejemplo, en “Tabaquería”, poema icónico de Álvaro de Campos, optó por conservar la palabra “tabaquería” en lugar de “quiosco”, común en otras traducciones. “Para un cubano, tabaquería evoca el olor del tabaco, los lectores de tabaquerías… Es una palabra que nos pertenece”, explicó.
López Lemus, con la pasión de un erudito y la elocuencia de un narrador, desglosó la dualidad que define a Pessoa: “Él decía que hay un poeta para cada hora del día. Alberto Caeiro es la luz meridiana, la sencillez pastoral; Ricardo Reis, la elegancia clásica y el estoicismo; Álvaro de Campos, el caos industrial y la angustia existencial. Y Bernardo Soares… bueno, ese es casi Pessoa desnudándose en prosa”.
Sobre Mensaje, el único libro publicado en vida por el autor, el traductor advirtió: “Es un texto cifrado en claves esotéricas, lleno de referencias al mito del ‘Quinto Imperio’ portugués. Traducirlo fue como descifrar un mapa de tesoros: ¿cómo transmitir su misterio sin perder la musicalidad?”. Y añadió, con una sonrisa: “El crítico Harold Bloom dijo que Pessoa era el poeta más representativo del siglo XX. Yo le creo: es un espejo de nuestras contradicciones”.

Al profundizar en los heterónimos, López Lemus desmitificó la idea de que Pessoa se escondía tras ellos: “No se despersonalizaba: se multiplicaba. Él mismo dijo: ‘Yo soy yo y todos los demás’. Alberto Caeiro, por ejemplo, era su maestro imaginario, un poeta bucólico que le enseñó a ver el mundo sin intelectualizar. Hasta le inventó una biografía: murió de tuberculosis, ¡y Pessoa lloró su muerte como si fuera real!”.
El público rio ante la anécdota, pero el tono se volvió solemne cuando el traductor recitó un verso de Caeiro en portugués y luego en su versión cubana: “El misterio de las cosas, ¿dónde está? / ¿Dónde está que no aparece / al menos para mostrarnos que es misterio?”. Ahí está la genialidad —comentó—: Pessoa nos habla al corazón y al intelecto a la vez, como Nicolás Guillén, pero con un pie en el ocultismo y otro en la calle.
López Lemus reveló que dedicó la obra al poeta cubano Alberto Acosta Pérez, su compañero de lecturas y admirador de Pessoa: “En las primeras páginas hay un verso en portugués: ‘Nunca hagáis de esta vida un seguro / encontraré un alma tan vasta como la mía’. Alberto ya partió, pero sé que estaría feliz viendo este libro en manos de nuestro pueblo”.
“(…) López Lemus invitó a los lectores a perderse en el enigma: ‘Pessoa escribía de noche, traducía para vivir y creó un universo paralelo’ (…)”.
Sobre la edición, destacó el trabajo de la Editorial Arte y Literatura: “Quisimos algo accesible, pero hermoso. No es para académicos: es para el que trabaja en una tabaquería, para el que hace cola en el banco, para el que busca respuestas en la poesía”. Y bromeó: “Pensé que hoy habría una fila de poetas aquí, pero los poetas son seres raros… Luego se quejarán de que no hay ejemplares”.
Al concluir la presentación, López Lemus invitó a los lectores a perderse en el enigma: “Pessoa escribía de noche, traducía para vivir y creó un universo paralelo. Hoy, su obra sigue creciendo: ¡aún hay miles de páginas inéditas en Lisboa!”. Luego, advirtió: “Cuidado: si empiezan a leerlo, no podrán parar. Pessoa los atrapará entre sus claridades y sus sombras… Y eso, queridos vecinos, es lo que hace grande a la poesía”.