Viejos relatos vueltos a contar: Los músicos de Bremen de Palabras al viento

Erian Peña Pupo
8/12/2020

Los músicos de Bremen, el más reciente estreno de la Compañía de Narración Oral Palabras al Viento, presentado en la sala Alberto Dávalos del Teatro Eddy Suñol, de Holguín, nos reafirma que, además de ser uno de los colectivos de su tipo más importantes en el país, Palabras al Viento explota en su trabajo la experimentación con la oralidad y también las posibilidades que los recursos escénicos le aportan a las obras.

Los músicos de Bremen, el más reciente estreno de la Compañía de Narración Oral Palabras al Viento”.
Fotos: Cortesía del autor

 

No es ―como he escrito en más de una ocasión― un colectivo de narradores orales en el ámbito más restrictivo del término: Los músicos de Bremen, con dirección general de Fermín López y artística de Yeriber Pérez, desborda esta clasificación, aunque en menor medida que otro de sus estrenos recientes, Confesiones, para volverse más minimalista, más de las expresiones del cuerpo y las capacidades interpretativas de los actores ―hay que subrayar que con esta puesta lograron uno de los objetivos de trabajo del grupo: que uno de sus actores, Yeriber en este caso, fuera capaz de dirigir alguna de las obras―.

Bastan solo dos narradores sobre el escenario, Blanca Isabel Pérez Ricardo y Lainier Verdecia Blanco, para que las peripecias de cuatro personajes animales (un burro, un perro, un gato y un gallo) que huyen de sus hogares y del maltrato de sus amos, en busca de la ciudad alemana de Bremen, donde piensan incorporarse a su banda de conciertos, encuentren justo asidero en la narración oral y sus posibilidades, gracias también al arreglo de la maestra mexicana Sara Zepeda y a la estética que define el grupo.  

“No es (…) un colectivo de narradores orales en el ámbito más restrictivo del término: Los músicos de Bremen, con dirección general de Fermín López y artística de Yeriber Pérez, desborda estas clasificaciones”.
 

Ambos actores aprovechan sus capacidades musicales e interpretan los instrumentos que caracterizan a los personajes en escena: guitarra, flauta, pandero y el “latófono”, este último, cuenta Fermín, lo hicieron a partir de un juguete artesanal consistente en latas de conservas o similares, unidas mediante una cuerda, que al ser pulsada emite sonidos. Lainier Verdecia es, además de actor, un reconocido cantautor joven de la ciudad.

De todo esto se pertrechan para entregarnos una obra divertida e ingeniosa, que rescata el clásico que muchos padres disfrutaron y que ponen hoy al alcance de los niños. Lo hacen ―y he ahí parte de su atractivo― incorporando aquellos juegos infantiles hoy casi en desuso, que los pequeños de mi generación y las anteriores, ingenua y felizmente, practicábamos en el barrio o en el patio de la escuela y que hoy, ante la avalancha del Internet y los teléfonos celulares desde edades cada vez menores, son escasos. Cada juego da pie a las peripecias de los personajes, al desenvolvimiento dramatúrgico, a las búsquedas que, en la propia dirección artística, asume un colectivo que desde sus primeras puestas ha apostado por la interacción con el público y lo lúdico.

“Palabras al Viento (…) nos recuerda mediante Los músicos de Bremen el valor de la amistad y la perseverancia y, sobre todo, la necesidad de seguir cada uno sus sueños”.
 

Con un diseño de vestuario atractivo y una escenografía aún más minimalista que hace que los instrumentos “se conviertan” con una chispa de imaginación en personajes de la historia, Palabras al Viento ―ganador, entre otros reconocimientos, del Premio de la Ciudad de Holguín en tres ocasiones (2014, 2017, 2019), el Juglar Honorífico de la Uneac y el premio Contar la vida― nos recuerda mediante Los músicos de Bremen el valor de la amistad y la perseverancia y, sobre todo, la necesidad de seguir cada uno sus sueños.