Uno de los grandes retos del presente es cómo articular un proyecto que sea verdaderamente alternativo al del capitalismo. Un modelo que no solo sea productivo, sino que promueva nuevas formas de socialización y cree una conciencia diferente en los sujetos implicados. No es solo trascender el modelo consumista, sino lograr individuos nuevos y una sociedad nueva.
“Venezuela, nación que emprendió hace 25 años un camino de transformación revolucionaria”.
En Venezuela desde hace más de una década se gesta un extraordinario experimento social en este sentido. La magnitud de este empeño, que comprende todas o casi todas las regiones del país, el carácter específico de una nación que emprendió hace 25 años un camino de transformación revolucionaria y que ha sido sometida en tiempos recientes a feroces sanciones económicas y agresiones de todo tipo, y la guía política e intelectual de Chávez, en cuyo pensamiento y obra se sintetizan muchas de las aspiraciones y acumulados de resistencia de la nación y el continente, hacen que las comunas venezolanas adquieran un especial realce e interés.
Más allá de cuál sea el resultado final, siempre imposible de prever, en Venezuela se rescatan viejas formas de sociabilidad, prácticas históricas de resistencia popular provenientes de todas las latitudes, y a la vez se crea, se forja, una esencia nueva. Y se hace a una escala que tiene pocos precedentes en la historia de la humanidad.
Mirar de cerca la experiencia de esa Venezuela comunal que aún está naciendo, acercarse a sus protagonistas, entender las contradicciones y retos de un proceso vivo, donde se amalgaman vicios y virtudes, anhelos y trabas, burocracias y voluntad política revolucionaria, es entender las complejidades de todo nacimiento, las contradicciones de gestar el futuro sobre la tierra labrada por el pasado. Es entender la dialéctica de una revolución que es un organismo vivo.
El Comandante y las comunas
Para hablar de la Venezuela comunal es imprescindible la figura de Hugo Chávez, líder indiscutible de la Revolución Bolivariana desde 1998 (y mucho antes) hasta 2013, momento de su temprano fallecimiento.
“En Venezuela se rescatan viejas formas de sociabilidad”.
Rastrear el origen de la idea comunal en la evolución del pensamiento de Chávez es algo que excede con creces el objetivo de este texto. Sin embargo, considero que no es arriesgado afirmar que el propio carácter de alternativa contrasistémica que tuvieron las transformaciones emprendidas en el país durante sus sucesivos mandatos, las propuestas de su socialismo del siglo XXI, ya contenían en potencia, en germen, la búsqueda de esas nuevas formas de producción y reproducción de la vida que trascienden las del capital.
La tradición revolucionaria marxista ha mirado siempre con interés las formas de autoorganización popular de carácter comunitario. Es sabido el interés de Marx en sus años de madurez por la comuna rural rusa y la apuesta decidida de Lenin y los bolcheviques por los soviets como modelo de construcción de una sociedad nueva. Estas formas han existido de diversas maneras en todas las sociedades y entroncan con múltiples experiencias de resistencia popular desde la autoorganización.
En Chávez parecen haberse dado la confluencia de sus lecturas y conocimiento de diversos pensadores de la tradición marxista (en particular István Mészáros) con el acervo de resistencia popular heredado de la propia historia venezolana. La resistencia de los indígenas, el programa de Ezequiel Zamora, Simón Rodríguez y los diversos empeños de autoorganización comunitaria con que el pueblo enfrentó el despojo primero de los conquistadores españoles y luego de la oligarquía nacional y el modelo económico neoliberal en el siglo XX.
La emergencia de la idea de las comunas en Chávez está, desde el principio, asociada a la búsqueda y profundización de una nueva forma de poder popular. Una donde no solo se daba la emancipación de los individuos, sino también la superación del viejo estado político heredado y su sustitución por un estado de naturaleza y carácter totalmente diferente.
Aunque había hablado del tema antes, quizás la primera gran alocución dedicada al tema de las comunas y el poder popular sea la del primer Aló Presidente teórico que realizara el 11 de junio de 2009 desde el teatro Teresa Carreño. En esa intervención el Comandante afirmó: “La comuna es el espacio pequeño donde vamos a engendrar y parir el socialismo desde lo pequeño. Grano a grano, piedra a piedra se va haciendo la montaña”.[1]
Ya desde esa primera alocución, Chávez, anticipando uno de los retos fundamentales que debían y deben enfrentar las comunas en su nacimiento y consolidación, indicaba al gobierno coordinarse con ellas y advertía al Partido entenderlas como un mero apéndice suyo. O sea, todas las estructuras administrativas y políticas debían ponerse en función del nacimiento y maduración de aquello que las negaba superándolas, algo que explica la dialéctica de las contradicciones que todavía hoy subsisten en las relaciones entre estos.
Chávez le planteaba a la comuna impulsar el socialismo desde cinco frentes principales: la moral y la ética revolucionaria; el social; el político (reconociéndole a las comunas el derecho incluso de legislar en sus territorios y dándoles una amplia autonomía frente a alcaldes y gobernadores, sin negarlos); el económico y el territorial. Chávez entendía las comunas como un ejercicio de transferencia de poder al pueblo.[2]
En alocuciones posteriores Chávez hizo hincapié en la importancia de la creación de una “cultura comunal”. La comuna no solo era un acto de autoorganización productiva popular, sino que debía crear una nueva conciencia en los sujetos del proceso.
El Comandante también acompañó el nacimiento de las comunas con un amplio conjunto de normativas jurídicas e instituciones que le dieran un basamento sólido. Así, en 2004 surge el Ministerio del Poder Popular para la Economía Comunal, y en 2005, el Ministerio para la Participación y Protección Social. Empiezan entonces a gestarse los Consejos Comunales y el 9 de abril de 2006 se promulga la ley que los reconoce. En 2009 se aprueba la Ley Orgánica de los Consejos Comunales y en 2010 la Ley Orgánica de la Contraloría Social, la Ley Orgánica de las Comunas, la Ley Orgánica del Poder Popular, la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal y la Ley Orgánica de Planificación Pública y Popular. Y en 2009 surge el unificado Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales.[3]
El impulso que dio el presidente Chávez a las comunas por lo menos desde 2006 explica la magnitud del proceso que se está dando en Venezuela en el presente y su potencial renovador para la Revolución Bolivariana conducida hoy por el presidente Nicolás Maduro. Pero no fue solo un impulso político y jurídico, sino también un gran esfuerzo de educación popular, al más puro estilo chavista, para crear en millones de venezolanas y venezolanos la conciencia de que existen alternativas al poder omnímodo del capitalismo.
Tanta era la importancia que atribuía al proyecto de las comunas que, a menos de cinco meses de su partida física, en una reunión del Consejo de Ministros en octubre de 2012 volvía sobre el tema y alertaba sobre el grave error de asumir la comuna como asunto de un solo ministerio.
En otra intervención en cadena nacional, en diciembre de 2012, el Comandante Hugo Chávez hacía una pequeña síntesis de cómo veía el proyecto de las comunas:
La comuna es, bueno, así la concibo yo, la sumatoria, la articulación más bien de esos espacios que van naciendo, el conjunto habitacional donde había un barranco y un rancherío, la pequeña empresa, la pequeña unidad productiva, la escuela bolivariana, el Mercal, el CDI, (…) el infocentro. Digamos que la sumatoria, la articulación de esos espacios que configuran el alma del Poder Popular.[4]
Entender la Venezuela comunal que hoy se está gestando pasa por entender también el proteico impulso del Comandante Chávez.
Algunos datos sobre las comunas
En Venezuela entre 2012 y 2022 se registraron 3641 comunas de distinta naturaleza. De ellas, 53 indígenas, 971 rurales, 1724 suburbanas o mixtas, y 893 urbanas. Hasta el año 2022 había activos 7 circuitos económicos: cacao (en Mérida), café (en Lara), maíz (en Barinas, Portuguesa y Lara), papa (en Mérida), hortaliza y verdura (en Trujillo), cría animal (en Distrito Capital) y textil (en Distrito Capital, Delta Amacuro, La Guaira, Miranda, Portuguesa, Lara, Monagas, Sucre y Zulia). También hay 2 zonas económicas, la de Jají (en Mérida) y Cruz Paredes (en Barinas). En el propio año 2022 se financiaron 151 proyectos y 120 planes de siembra en el país.[5]
En una excelente serie de panfletos editados por el Ministerio del Poder Popular de Economía, Finanzas y Comercio Exterior en 2021 se exponen las experiencias de diversas comunas productivas en el país, mediante entrevistas a los protagonistas de esos procesos. Bajo el título colectivo de Resistencia Comunal frente al Bloqueo Imperialista, los panfletos recorren la experiencia de al menos tres comunas: El Maizal, El Panal y la Che Guevara. Permiten tener una idea tanto de las dimensiones del impacto económico producto de las sanciones como del potencial productivo de estas formas.
El Maizal, por ejemplo, es una comuna rural situada en los Estados de Portuguesa y Lara. Fundada en 2009, no solo es productora de maíz, como su nombre lo indica, sino que allí también se cría ganado vacuno y porcino.
Fuertemente golpeada por las sanciones económicas de la última década en Venezuela, la comuna ha respondido a los retos por una doble vía: potenciando el factor político y movilizativo en la vida interna de la comuna y creando nuevas capacidades productivas, como es el caso de una unidad de procesamiento agroindustrial donde se produce harina de maíz, se tuesta y se muele café, etc. También pusieron en marcha lo que llaman el programa de Unidades de Producción Familiar para apoyar a los pequeños agricultores y sus familias en el complejo contexto de crisis económica producto del bloqueo imperialista.
Para 2021 la comuna no solo tenía la capacidad de apoyar con semillas y conocimientos a comunas en otras partes del país, sino que contaba con más de 600 cabezas de ganado y unas 300 hectáreas de maíz en cultivo (mucho menos de lo que lograron sembrar en otra época) y una economía en proceso de apertura y diversificación. Pero no solo producía comida, algo fundamental en un contexto de crisis económica, sino también producía conciencia, algo fundamental para el futuro.[6]
La experiencia de Campamento de Pioneros
Es marzo de 2023 en una céntrica avenida de Caracas. Entre el bullicio de los autos, los buses, los vendedores callejeros, el ir y venir constante de personas, aguardo por Juan Carlos Rodríguez, quien me ha dado cita para recogerme ahí y llevarme a conocer su experiencia comunal.
El encuentro lo pactamos dos días antes, en el vestíbulo del hotel donde estábamos alojados todos los invitados a estar en Venezuela en la conmemoración de los diez años de la partida física del Comandante Hugo Chávez. Ramón Grosfogel me presentó a Juan Carlos y a su compañera Iraida Morocoima. Luego de una breve charla, concretamos el encuentro.
Iraida y Juan Carlos son parte de una experiencia de organización comunal llamada Campamento de Pioneros (CP), la cual surge en el año 2006 y es parte de la plataforma Pobladores, que agrupa movimientos de lucha urbana. CP es una comuna constructiva. Con apoyo del Estado, ellos asumen con su propio esfuerzo la construcción de las que serán sus viviendas y constituyen nuevas comunidades donde antes solo había terreno baldío o subutilizado. Acerca de las comunas conversé con Juan Carlos Rodríguez.
¿Cuáles eran las principales influencias de ustedes a la hora de autoorganizarse?
Juan Carlos Rodríguez: Nosotros teníamos como referencia la experiencia de lucha de los compañeros uruguayos, los compañeros argentinos, los compañeros brasileros, el MTS (Movimiento de Trabajadores Sin Techo), la misma gente mexicana del MUP (Movimiento Urbano Popular), los chilenos, el Movimiento de Pobladores de Chile, pero el de los 70, el de Allende, el de las villas.
“Reorganizamos a la gente del barrio para construir una comunidad dentro de la ciudad en la cual siempre fuimos excluidos”.
¿Cómo llegan a constituir Campamento de Pioneros? ¿Y qué es Campamento de Pioneros?
Juan Carlos Rodríguez: Desde el principio la propuesta del CP es que un barrio pare a otro barrio. O sea, el barrio que hicieron nuestros abuelos pare un nuevo barrio. Esa es conceptualmente la propuesta, o políticamente, la propuesta. Pero no en las condiciones en que nuestros abuelos construyeron los barrios, sino con terrenos, asistencia técnica y recursos del Estado. Esa es la propuesta de partida. Reorganizamos a la gente del barrio para construir una comunidad dentro de la ciudad en la cual siempre fuimos excluidos.
Iraida Morocoima: Comenzamos con la idea de que un barrio creara otro barrio. Pero después nos fuimos más allá. No era parir un barrio con las mismas circunstancias, montarse en el cerro y hacer los ranchitos. Era algo planificado; construir urbanismo para construir ciudad. Ya le habíamos construido a los ricos. Poder construir de baja altura, a densidad.
Entonces, es una pelea que se da por el derecho a la ciudad. Eso nos abre un camino. Pioneros nace con una idea de Brasil: ellos se iban a acampar y tomaban terreno. De allí sale nuestro nombre. Pero fuimos más allá. Nosotros le pusimos Campamento de Pioneros, comenzamos a investigar cómo se hacía en Uruguay, cómo se hacía en Argentina.
Hicimos nuestros propios estatutos. Los discutimos. Creo que este inicio de discutir una política —porque no teníamos derecho a discutir política—, discutir política para vivir bien, para construir nuevas comunidades socialistas, fue importante. Entonces le colocamos Campamento de Pioneros para la construcción de nuevas comunidades socialistas. Además agregamos una foto de la gente, los niños, las niñas, mujeres y hombres construyendo.
Los miembros de CP comenzaron a hacer lo que ellos denominan “tomas simbólicas”. Identificaron un espacio público que estuviera abandonado e instalaron una especie de guardia en el exterior, con carpas y acciones reivindicativas. Nunca cruzaban los límites del terreno y en ocasiones pasaban años en el proceso de toma simbólica. La situación comienza a cambiar cuando en 2009 el Comandante Chávez inicia un inventario de terrenos vacíos y los transforma significativamente con la Ley de Emergencia de Terrenos y Viviendas de 2012.
Juan Carlos me lleva hasta uno de los campamentos que se alzan en tierras tomadas y reutilizadas por CP para construir viviendas. El campamento se llama 22 de Enero, en honor a la fecha en la cual iniciaron la toma por el año 2011. Tiene especial significación para todos los miembros de CP, no solo por la lucha que representó tomar y mantener esas tierras, que habían pertenecido a la compañía estatal Corpoelect y estaban abandonadas, sino por la estela de persecución jurídica y política, que llevó incluso a la intervención del Comandante Chávez para zanjar la cuestión a favor de los comuneros.
El campamento 22 de Enero se halla en el corazón del Chacao, un municipio donde residen algunas de las personas más acaudaladas de Caracas. El lujo de los edificios circundantes contrasta con la relativa humildad de los edificios levantados por los mismos que los viven y cuyo estilo constructivo recuerda el de las microbrigadas, experiencia similar que se diera en Cuba en los 70, 80 y 90 del siglo XX.
Esos edificios y las personas que los habitan, de clase trabajadora, gente humilde del pueblo, son un acto de resistencia simbólica contra la vieja Caracas, segmentada entre edificios y cerros, entre zonas de ricos y zonas de pobres, entre el lugar donde vivían los amos y el lugar donde vivían sus trabajadores domésticos.
Por su ubicación, el campamento ha debido sortear numerosos retos, desde la hostilidad e incomprensión de los vecinos y las autoridades de un municipio claramente antichavista, hasta la hostilidad directa de las famosas guarimbas que durante 2014 tensionaron brutalmente a la sociedad venezolana y tuvieron precisamente en el Chacao uno de sus núcleos fundamentales.
Para aprender a vivir, los comuneros se autoorganizan, crean sus propias instancias de justicia y orden, que legislan a nivel de la comunidad, estableciendo las reglas que no se pueden romper, las normas de convivencia y juzgando sobre los diferendos entre vecinos. Crean su propio ahorro, con un aporte voluntario común, que luego puede invertirse en la resolución de problemas colectivos, en actividades festivas o en cualquier otra necesidad que la comunidad vaya enfrentando. Así va naciendo una nueva certeza en los sujetos, aquella de que pueden autoorganizarse y constituir una comunidad.
¿El hecho de construir sus viviendas con su propio esfuerzo y vivir las casas que ellos mismos levantaron modifica a las personas y las lleva a una conciencia nueva?
Iraida Morocoima: No, todavía eso requiere más camino. Solo se construye comunidad y puede haber un horizonte comunal cuando la gente entiende que su casa es la comuna, no sus paredes.
Es un debate permanente. Creo que la organización no tiene límites. La organización se tiene que ir renovando, es como el mar infinito. Y así lo vio Chávez. Hoy nos organizamos para construir, y después para debatir, para que la comunidad se mantenga en el tiempo. Pero no solamente la comunidad, sino para que nuestros hijos e hijas puedan ser libres en el buen sentido de la palabra.
“La organización tiene que ser un despertar de conciencia”.
Ello ocurrirá cuando logremos que en la comunidad se pueda estudiar y abrir nuevos horizontes. No hay un fin, hay etapas. No te organizas siempre para la misma cosa. Tenemos que transmitir a los jóvenes que la organización tiene que ser un despertar de conciencia.
¿Se puede decir que la comuna es en esencia un proyecto descolonizador?
Iraida Morocoima: Sí, sí lo es. Es creadora de conciencia; es donde la gente se comienza a preguntar: ¿Cuál es la diferencia entre la comuna y la comunidad? La práctica. Tenemos que practicar vivir en comunidad. Y eso tiene que ser natural y con mucha justicia social.
“Tenemos que practicar vivir en comunidad”.
Este tema de la conciencia, del acto autoorganizativo y el trabajo colectivo como creador de una nueva conciencia es un leitmotiv sobre el que vuelvo en todas las entrevistas que puedo hacer con comuneros. Le repito la pregunta a Carlos David Vargas, miembro de la Unión Comunera, organización que agrupa a más de 70 comunas productivas en toda Venezuela.
Carlos David Vargas: Es la organización para resistir frente a la crisis. Hay experiencias, cosas muy bonitas que hace la gente, colectivamente. Tú puedes evaluar rápidamente cómo vivió la gente la crisis en territorios donde no había organización y en territorios donde hay organización. Entonces la gente ahí fue más feliz, pudo resistir con mayor nivel. Y eso transformó la comunidad.
¿La comuna se centra solo en producir y resolver el tema material?
Carlos David Vargas: No, el tema espiritual también. Nosotros decimos que uno de los mayores elementos nuestros tiene que ser el tema de la formación. Estamos construyendo, incipientemente, un sistema nacional de formación. Hemos desarrollado cursos nacionales y cursos por regiones, pero todavía somos incipientes.
Hemos coordinado talleres y cursos nacionales para líderes comunales, el curso de jóvenes revolucionarios, el curso de teoría y método de trabajo de base, el curso de economía comunal y el curso de administración comunal. Entonces hay una línea transversal en el tema de la formación.
La comuna, me digo mientras converso con estas mujeres y hombres que han asumido el reto de ser los sujetos de su propia historia, es un universo de posibilidades aún en exploración. Y me prometo seguir profundizando en esta experiencia cada vez que el destino me permita visitar la hermosa tierra venezolana.
Algunos apuntes sobre los retos de la experiencia comunal
A modo de conclusión preliminar, me permito apuntar algunas ideas que han estado presentes mientras escribo este trabajo. Lejos de agotar el tema, espero sirvan de estímulo para futuros y más amplios textos sobre un tema que considero fundamental.
La comuna, para consolidarse como la alternativa necesaria en una época donde la humanidad necesita, desesperadamente, encontrar un modelo alternativo al absurdo depredatorio del capital, debe sortear una serie de retos tanto a escala internacional como a nivel nacional y local.
La historia de las experiencias comunales, desde la emblemática Comuna de París de 1871, pasando por los soviets y otras formas posteriores, nos ponen ante un reto mayúsculo: la comuna como experiencia de autoorganización popular solo puede vencer y, por tanto, prevalecer, en tanto se imponga a las fuerzas de la reacción a nivel internacional y local, y logre articular un modelo de producción y distribución sobre bases completamente nuevas que garanticen tanto que se produzca riqueza como que esta sea distribuida equitativamente.
“La comuna, en su propia concepción, implica una dignificación del trabajo humano”.
La batalla contra la reacción es tanto contra el formidable andamiaje militar-jurídico-simbólico del capitalismo contemporáneo, como contra sus aliados en las burguesías nacionales y las formas de conciencia y de vida a través de las cuales reproducen sus valores. La batalla productiva es la garantía de que se podrá dar, efectivamente, acceso a una vida digna a los millones de seres humanos que hoy viven por debajo de la línea de pobreza y a aquellos que son férreamente explotados por el capital.
La comuna, en su propia concepción, implica una dignificación del trabajo humano y la superación efectiva de las relaciones alienantes del modo de producción capitalista. La experiencia socialista estatalista del siglo XX demostró con creces que no basta con intervenir los grandes medios de producción por el Estado para resolver el problema de la enajenación en el proceso de producción ni para superar las relaciones monetario-mercantiles.
Ahora bien, aunque se reconozca el potencial transformador y revolucionario de la comuna, es importante señalar que esta experiencia, para nacer y consolidarse, necesita el Estado. Ya sea porque los revolucionarios se hacen con el control del aparato estatal, como pretendía Lenin, y desde allí comienzan un proceso que tiende a la desaparición del mismo tal y como ha sido hasta hoy, o porque desde el propio Estado se emprende un grupo de medidas, se destinan recursos y se legisla en función de crear las condiciones propicias para el nacimiento de la comuna. Este segundo es el caso de Venezuela, único país que, en el presente, se ha planteado seriamente como línea política el fortalecimiento de la economía comunal frente a otras lógicas más estatistas.
La contradicción con el Estado y su dependencia de él es parte de la dialéctica de la experiencia comunal venezolana hoy. La incomprensión de funcionarios, la corrupción a diferentes niveles, las carencias de una economía fuertemente golpeada por el bloqueo imperialista, el crimen organizado de carácter transnacional, que impacta profunda y negativamente en las comunidades, el sólido respaldo legal que tienen las comunas, la voluntad del Comandante Chávez, continuada por el presidente Nicolás Maduro, de apostar por estas formas de autoorganización, la importancia de Venezuela como eje de transformación revolucionaria para toda la región, la franca hostilidad del imperialismo yanqui y la de la protoburguesía nacional venezolana y regional, fuertemente dependiente del capital foráneo, todos estos factores y más forman parte del escenario en el cual millones de mujeres y hombres en Venezuela impulsan el germen de un mundo nuevo.
Para la Venezuela comunal que está naciendo se libran dos batallas fundamentales: la batalla que la Venezuela revolucionaria toda debe dar frente a las fuerzas de la reacción, encarnadas por el imperialismo norteamericano y sus lacayos, y la contradicción con el viejo Estado, parcialmente transformado por la Revolución Bolivariana, en la cual la tendencia de las comunas debe ser a una mayor autonomía y fortalecimiento de sus estructuras frente a las del Estado, lo cual deberá ser resuelto con el paso a una nueva lógica de estado comunal.
“¡Comuna o nada!”, decía Chávez. Ese es el grito de batalla de un mundo nuevo que pugna por nacer, desde el sur, en la Venezuela que fuera de los oligarcas y los magnates del petróleo. Acompañar su nacimiento y diagnosticar correctamente sus aciertos y desaciertos es tarea de todos los revolucionarios.
Notas:
[1] Cfr. Carlos Herrera (2014): Frases y pensamientos de Hugo Chávez. El legado, Edición especial FANB, p.241.
[2] Cfr. Gerardo Rojas (2022): Reflexiones de Chávez sobre el poder comunal. En https://www.alai.info/chavez-sobre-poder-comunal/
[3] Cfr. Comandante Hugo Chávez, el primer comunero en https://www.comunas.gob.ve/2022/07/28/comandante-hugo-chavez-primer-comunero/ El texto es originalmente un despacho de Prensa Latina. Sin autor.
[4] Cfr., p. 243.
[5] Todos estos datos son tomados de la web del Ministerio del Poder Popular para las comunas y los movimientos sociales en https://roraima.comunas.gob.ve
[6] Cfr. Chris Gilbert y Cira Pascual Marquina (2021): Resistencia comunal frente al bloqueo imperialista. Voces de la comuna El Maizal. Editado por el Ministerio del Poder Popular de Economía, Finanzas y Comercio Exterior de la República Bolivariana de Venezuela.