I

Recién se inauguró en la galería Villa Manuela de la Uneac, la exposición del artista visual Alfredo Sosabravo. En esta ocasión, el prolífico artista se nos presenta con una muestra de retratos, que no por ser reiterativos en cuanto a la estrategia de codificación asumida, dejan por ello de expresar el monólogo que todo verdadero hacedor de imágenes sostuvo durante estos años de pandemia. Desde lo universal a lo personal, se explicita un sentir para un decir, cuyo sufragio último es una evocación a lo esencial humano, un pasado presente que parece decirnos: el hombre es el mismo y otro.

“Desde un inicio, Sosabravo entendió las artes visuales más allá de los límites precisos que imponía la pintura tradicional”.

Con constancia simulada, el tiempo fluye sobre tales “rostros”, sin importarle si están de frente o de perfil, para enfatizar una relación visual con lo humano aparente, que no se evade por el propio peso del color y los objetos tomados al azar del cotidiano hacer. Rostros, por demás, que se nos acercan y alejan sin premura alguna en nuestra memoria, como los de ciertos transeúntes con los que nos cruzamos en el hervor del día a día: máscaras de un anonimato que deviene arte en las manos de su individualidad de artista.

La muestra enfatiza “una relación visual con lo humano aparente, que no se evade por el propio peso del color y los objetos tomados al azar del cotidiano hacer”. Foto: Tomada de la cuenta de Twitter de la Uneac

II

Desde un inicio, Sosabravo entendió las artes visuales más allá de los límites precisos que imponía la pintura tradicional. Más tarde, como profesor, fue consecuente con ello. Su línea dibujística le fue ordenando los sentidos para apropiarse de un lenguaje muy personal, que no fue ajeno a material o técnica alguna, siempre y cuando estos se avinieran a sus propósitos expresivos. De esta suerte, prevalecieron formas y colores, temas y ornamentos, cuya impronta artesanal se despejó en propuestas visuales cada vez más audaces, francas, transparentes, no dejándole límite alguno al sentir de un decir, que al igual que sus años, aún está en plena capacidad creativa. En este sentido, ninguna idea mejor para ilustrar lo comentado hasta aquí, que la frase acuñada por el pintor y amigo Manuel López Oliva, cuando dijo: “Siempre lo veremos sosabraveando”.