Una rectificación histórica necesaria: el nacimiento de Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue
26/1/2021
La figura de Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue —aunque no lo suficientemente investigada y profundizada en el mundo de la música— es de extrema importancia dentro de la musicología cubana, así como en la didáctica y el aprendizaje de la música. Una exquisitez minuciosa caracterizó siempre su manera de desempeñarse en la dirección de orquestas, bandas, coros y otros formatos instrumentales.
Aunque en la Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (año 109, no. 2, julio-diciembre de 2018), se aclara el tema de la fecha de nacimiento del músico Guillermo Tomás —como él mismo firmaba y como suele conocerse—, se hace necesario volver a este asunto, ya que en más de un artículo y textos consultados prevalece el error sobre dicho acontecimiento. Tomar el 10 de octubre de 1868 como el momento del nacimiento de este eminente músico podía tener en la literatura musical cubana un impacto mayor si se tenía en consideración que ese mismo día y año iniciaba uno de los sucesos que marcarían la historia de la nación cubana: la gesta independentista de 1868. Ocho días más tarde —el 18 de octubre de 1868, fecha real del nacimiento de Guillermo Tomás— se vivía en el país la misma efervescencia patriótica de aquel histórico 10 de octubre.
Es válido aclarar que el primero en avizorar dicha confusión, desde el pasado siglo XX, fue el historiador cienfueguero Florentino Morales, y así lo dejó explícito en su papelería, aún inédita. Para ese entonces no contaba este investigador con una fuente original que pudiera demostrar tal cuestión ante la comunidad científica. Ante esta situación y teniendo como pretexto la cercanía del aniversario 150 de su nacimiento (2018), se decidió husmear en lo referido a la develación real de tal fecha. A ello se agregaba otra problemática: pocos de sus biógrafos consignaban su tercer nombre (Eduardo), lo que para él debe haber tenido una significación especial, ya que así nombró al único hijo de su primer matrimonio.[1]
Luego de la detallada búsqueda de su partida de bautismo, se halló el original en los archivos de la Parroquia de La Purísima Concepción, de la Catedral de Cienfuegos. En el Libro de Bautismo de Blancos no. 13 (folio 63 y número 232), versa lo siguiente:
Día primero de noviembre de mil ochocientos sesenta y ocho y el Pbro. D. Joaquín Cuervo Arango, teniente de Cura por S. E. y de la Iglesia de ascenso de la Purísima Concepción de esta villa de Cienfuegos a ella y su Jurisdicción Vicario Juez Ecco interino; bauticé solemnemente y puse los santos óleos a un niño que nació el día diez y ocho del mes próximo pasado, hijo legítimo de D. Tomas Tomas [sic] y de Da. Antonia Bouffartigue, naturales y vecinos de esta villa, abuelos paternos D. José Antonio y Da. Josefa Clonch, naturales el primero de Cataluña y la segunda de Panzacola en la Florida: maternos D. Guillermo natural de Francia y Da. Juliana Dupalainque lo es de los Estados Unidos: en cuyo niño ejercí las sacras ceremonias y preces y le puse por nombre Guillermo Manuel Eduardo: fueron padrinos D. José Antonio Tomas y Da. Julia Tomas Bouffartigue a quienes advertí el parentesco espiritual y obligatorio Contraídas [sic] y lo firmo.
Joaquín Cuervo Arango.
Certificada la partida, en esta ocasión, por el cura párroco de La Purísima Concepción, S. I. Catedral de Cienfuegos, Rafael Muñoz Mateo, el 10 de abril de 2018, con número de registro de salida en Cancillería: 0015.
Hoy los motivos de tal develación no solo se encuentran asociados a la rectificación de un error que ha configurado el quehacer historiográfico de la musicología cubana, sino en ubicar en el lugar que merece a un hombre que vistió de largo por sus conocimientos e impronta en la cultura de la nación. Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue nació en Cienfuegos el 18 de octubre de 1868, cuando la ciudad aún no celebraba sus primeros 50 años de haberse fundado por un núcleo de franceses, entre los cuales se encontraba su bisabuelo José Agustín De Clouet De Pietre, hermano del fundador de la ciudad, ambos llegados de Nueva Orleans. Es en ese encuentro de culturas —que resultó ser de un exquisito componente refinado—, unido al fervoroso contexto independentista, en el que se funden y desarrollan los ideales patrios que marcarán la vida de Guillermo.
Inicia sus estudios musicales desde pequeño, cuando tuvo que marchar junto a su padre hacia los Estados Unidos. A su regreso continúa sus lecciones con Sebastián Güell y Antonio de la Rubia, quienes le impartían asignaturas teóricas como el solfeo. Comienza sus clases de flauta con José Manuel Lasquetty, el cual le aporta la técnica necesaria para el dominio de ese instrumento, y en 1883 perfecciona sus conocimientos con el flautista sagüero Ramón Solís, que solía visitar con relativa frecuencia la ciudad de Cienfuegos. A pesar de encontrarse ya en condiciones de darse a conocer como músico, Guillermo continúa su formación musical en 1885 con José Manuel (Lico) Jiménez, esta vez con los estudios de armonía e interpretación.
En su ciudad natal debuta en 1886 en la Sociedad El Artesano, la cual lo nombró socio de mérito a los 18 años, y conformó el trío francés La Montañesa (piano, violín y flauta) junto a Ana Aguado y José I. Andreu; formato que se caracterizaba por la interpretación de contradanzas, gavotas y paspiés. Sus actuaciones continuaron en la perla sureña y se extendieron a otras instituciones como el Liceo y el Casino Español de Palmira.
En 1889 se establece de nuevo en Estados Unidos. Ingresa en el Conservatorio de la Clionian Musical Society Orchestra of Brooklyn, y al poco tiempo comienza a trabajar allí como profesor. En 1894 fue nombrado director artístico y dos años más tarde director.
En 1890, un año después de haber llegado a Brooklyn, Guillermo M. E. Tomás contrae matrimonio con Ana Aguado, y desde entonces se incorporan al movimiento de emigrados revolucionarios presidido por el pianista y profesor de canto Emilio Agramonte. Fueron partícipes de innumerables conciertos con fines recaudatorios bajo el auspicio de los clubes revolucionarios cubanos. En este sentido, se destaca la actuación de Guillermo, Ana y el pianista Rafael Navarro en el Hardman Hall, el 16 de junio de 1890, cuya organización estuvo a cargo de José Martí. Días antes de efectuarse esta actuación, el 7 de junio, José Martí le escribe una carta a Ana Aguado donde reconoce la labor que ella y su esposo realizan por la causa cubana:
Lo muy atareado de mi vida, y el temor de parecerle intruso, han sido la causa de que no fuese en persona, como me lo manda mi sincero afecto, agradecer a usted y a su esposo el servicio que nos presta, y es a mis ojos mucho mayor por lo espontáneo. Pero tendré, a la primera ocasión, especial placer en estrechar la mano del señor Tomás, y ponerme a los pies de nuestra noble y admirada artista.[2]
En estos diez años de estancia en los Estados Unidos (1889-1899) Guillermo M. E. Tomás trabajó sin descanso. Le obsesionaba la idea de recaudar la mayor cantidad de fondos posibles para enviar a Cuba. A su regreso, Tomás y su esposa se incorporan como profesores del Conservatorio Nacional de Música que dirigía el compositor Hubert de Blanck, sito en la calle Galiano no. 124 (altos), en La Habana. Este espacio había sido fundado por Hubert el 1ro de octubre de 1885, durante su primera entrada a Cuba, y para ese entonces se denominaba Conservatorio de Música y Declamación y estaba ubicado en la calle Prado.
Con el paso del tiempo, el interés de la señora Aguado de Tomás por la creación de un instituto especializado en la técnica vocal se hizo cada vez mayor. Por tal motivo el matrimonio funda el Instituto Vocal Aguado-Tomás, situado en calle Reina no. 12. Aunque de corta duración, constituye este el primer proyecto importante de los cienfuegueros en la capital cubana.
Conjuntamente con la creación de este instituto, el maestro Tomás manifestaba otras inquietudes musicales. Cuenta Sentenat[3] que “al regresar el maestro Tomás a nuestra patria en 1899 observó que no había un solo conjunto musical y que los días festivos eran amenizados solo por charangas del ejército de ocupación norteamericano. Lacoste había sido designado alcalde de La Habana en ese entonces y, es a él, a quien el músico propone la creación de la Banda Municipal de la Policía”.[4] Así, el 15 de agosto de 1899 funda la Banda del Cuerpo de Policías de La Habana, por acuerdo de la Cámara Municipal para la divulgación de las grandes obras musicales y para superar la cultura artístico-musical del pueblo.
Por ser la única organización musical de esa índole en nuestro país, tuvo a su cargo también la tarea de amenizar los actos patrióticos y de efectuar los conciertos o retretas para el pueblo. Desde entonces el maestro Tomás se propuso que la Banda “alcanzara la calidad y conciencia artística de la banda de la Guardia Republicana de París, que constituía, en aquellos años, un ejemplo para todas las musiques d’harmonie”.[5]
A solo un año de fundada, la banda es seleccionada junto a su director Guillermo Tomás para la interpretación oficial del Himno Nacional, en sus inicios “La Bayamesa”, Himno de Bayamo, en la Convención Constituyente de 1900. Una anécdota nos describe la significación del momento en que el maestro Guillermo ejecutó el himno. Casi tres décadas después, el 12 de noviembre de 1928, fue entrevistado por un periodista del diario Excelsior: “Fue un momento solemnísimo, de esos que no se olvidan nunca en la vida. Los músicos estábamos quizás más emocionados que nadie. Muchas veces me he quedado pensando cómo pudimos llegar al final”.[6] Sin lugar a dudas, Guillermo sintió una conmoción muy grande.
El 15 de junio de 1901 Tomás junto a su banda salen rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica. Tal es el éxito que dos meses después, el 31 de agosto, un crítico que pudo presenciar sus conciertos comentó en The Buffalo Evening News:
Existe en ella una notable uniformidad: una seguridad perfecta, y una obediencia a la batuta del director Capitán Tomás en los detalles más insignificantes, que pasman al oyente. Puede considerarse dichosa la banda con tal director. Hombre de temperamento, intensamente nervioso, es todo un músico por instinto y por educación. Sus interpretaciones se distinguen por una sutil penetración de las ideas del compositor, infiltrando en ellas el efecto magnífico que a sus músicos domina y que a su auditorio encanta. Son perfectamente admirables sus crescendos y diminuendos. Ayer, después de cada número, el auditorio le prodigó aplausos de entusiasmo, y una suerte del “Viaje a los ingenios cubanos”, del capitán Tomás, tuvo que ser repetida”.[7]
A su regreso a Cuba, la banda se convirtió en Banda Municipal de La Habana. Años después el maestro Roig declaraba: “La Banda Municipal de Música ha sido siempre un orgullo del pueblo habanero”.[8] Se conoce además que el 12 de septiembre de 1902 el maestro Tomás le había enviado una misiva a las autoridades municipales en busca de apoyo para la futura creación de una Escuela de Música. En la misma daba a conocer que su objetivo era asegurar la educación gratuita de gran parte de esa juventud desvalida que poseía condiciones notables para el cultivo de la más útil y socorrida de las bellas ertes. El sueño del maestro se hacía realidad el 2 de octubre del siguiente año, cuando en la sesión abierta por el Presidente Sr. Alcalde Municipal, Dr. Juan O’Farrill y Chapottín dispuso que el objeto de la misma era inaugurar y dejar definitivamente constituida la Academia Musical Dr. Juan R. O’Farrill, iniciada por el Director de la Banda Municipal Guillermo Tomás. Quedaba instaurada la primera institución oficial y gratuita de este tipo en Cuba, la Escuela de Música Municipal Dr. Juan Ramón O’Farrill (adjunta a la banda), que más tarde sería Conservatorio Municipal y actual Amadeo Roldán. Los mejores estudiantes de la escuela formaron parte de una pequeña banda infantil que organizó el propio maestro Tomás, y su primer concierto se efectuó en la Glorieta del Malecón, donde presentaron, entre otras, la obertura “Julio César” (Schumann), versionada y transcripta por el maestro.
En 1904, bajo la dirección de Guillermo Tomás y con asesoría de Ana Aguado, se fundaba el Orfeón La Lira Habanera, que con el paso del tiempo cambió su denominación a Orfeón Municipal, en busca de un mayor carácter oficial; este estaba compuesto exclusivamente por profesores de la Banda Municipal. Para ese entonces, el maestro había fundado la Banda, la Escuela de Música con su banda infantil y el Orfeón (aunque de corta duración este último), pero sus búsquedas musicales aún lo inquietaban.
Se conoce que el 26 de diciembre de 1908 se presenta en el Teatro Nacional (antiguo Tacón) una Orquesta Sinfónica organizada y dirigida por Tomás. Algunos podrían pensar que se había desintegrado la banda en pos de formar una orquesta sinfónica. Sin embargo, ese día la banda interpretó el poema tonal “Leyenda”, del propio Tomás. Dos años más tarde queda oficialmente constituida por el maestro y por Agustín Martín la Orquesta Sinfónica de La Habana, la cual hace su debut en un concierto en el Gran Teatro Polyteama. Se creaba así la primera Orquesta Sinfónica cubana que, a pesar de no ofrecer funciones periódicas, fue el único antecedente de la definitiva agrupación Sinfónica de La Habana, fundada en 1922.
El 31 de octubre de 1910 se funda la Academia Nacional de Artes y Letras, por decreto 1004. Días después, el 4 de noviembre, se dictó el decreto 1006, en el que se designaron a los académicos fundadores. Oficialmente fue nombrado como miembro de la sección de música el maestro Guillermo M. E. Tomás, quien años más tarde sería presidente de dicha sección.
Un año después, en 1911, el Grand Conservatory of Music, incorporado a la Universidad de Nueva York, le otorga el título de Doctor en Música. Sería el maestro Guillermo M. E. Tomás Bouffartigue el primer músico cubano en ostentar este grado científico. En esa misma fecha el Ayuntamiento de Cienfuegos lo distingue con una condecoración especial: su nombramiento como uno de sus hijos más ilustres.
Su trabajo arreciaba, se hacía aún más intenso y diverso, ahora desde la investigación musical. Como muestra de sus resultados sobre la experiencia que llevaba a cabo en el movimiento divulgativo, publica en 1917 su libro Fases del género sinfónico contemporáneo. Sin embargo, desde 1888 había publicado su Breve historia de la música, que constituye el primer libro sobre la música publicado en Cuba; ello lo convierte en uno de los iniciadores del pensamiento musicológico cubano desde las últimas décadas del siglo XIX.
Guillermo se desempeñó también como corresponsal de la revista El Correo de Nueva York, donde sus primeros artículos de crítica fueron firmados bajo el seudónimo de Sotero M. Llumigan, anagrama de su verdadero nombre. Años después dirige la revista más relevante de la primera década del siglo XX en Cuba, Bellas Artes.
De su autoría son también los textos Las grandes etapas del arte musical, Los grandes poetas tonales, Orientaciones del arte tonal moderno, Richard Wagner, La Francia heroica, La América invencible, Mujer y arte, y Acotaciones para una historia de la música en Cuba.
Dirige una serie de conciertos históricos dedicados a la música de los siglos XVIII y XIX de Italia, Francia, Rusia, Inglaterra, Escandinavia, España y Alemania; en el caso de América incluyó a los compositores cubanos Laureano Fuentes Matons, Nicolás Ruiz Espadero, Ignacio Cervantes, Gaspar Villate y José Manuel Jiménez. Estos conciertos constituyeron una experiencia sin precedentes en Cuba y fueron ofrecidos al pueblo como vía para divulgar este tipo de música.
Dentro del vasto repertorio que conforma la obra de Guillermo Tomás, no se puede dejar de mencionar el espacio que ocupan los himnos y marchas patrióticas. Esto se entiende si se tiene en cuenta que ante todo era un hombre de fuertes ideales humanos y patrióticos. Hay constancia de un “Canto de guerra”,[9] de 1896, dedicado al club Los Independientes, de Brooklyn. Musicaliza además “A Luz y Caballero”, [10] el Himno Escolar de la República, así como el “Canto de Libertad”, pieza premiada el 28 de noviembre de 1918 en el concurso celebrado por la Comisión Nacional Cubana de Propaganda por la Guerra y de Auxilio a sus Víctimas.
Su labor en favor de la cultura patria sobrepasa lo meramente humano: solamente al frente de la banda organiza 3003 conciertos, estrena 1315 obras y participa en 1444 actos conmemorativos. No por esta vorágine de trabajo desdeña su tierra natal. El 22 de abril de 1922, al conmemorarse el aniversario 103 de la fundación de la ciudad de Cienfuegos, estrena en el teatro Tomás Terry su marcha triunfal “¡Viva Cienfuegos!”. Años después, regresa para iniciar una campaña de divulgación musical que se llevaría a cabo en todo el país. Dicta conferencias sobre José Manuel (Lico) Jiménez, Laureano Fuentes Matons y Chopin, esta última ilustrada al piano por Joaquina Torres Fraginals y con la presencia de los alumnos de todas las academias de música de Cienfuegos, que por ese entonces eran cerca de 17, además de un numeroso público. La profesora Joaquinita, en esa ocasión le ofreció al maestro Tomás la Cátedra de Estética e Historia de su Conservatorio de Música Lico Jiménez, y él aceptó.
Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue continuó trabajando hasta su muerte en 1933. La finalidad de este artículo, más allá de rectificar la fecha histórica de su nacimiento, consiste en enaltecer la figura de un hombre de sólidos principios patrios, que conquistó reconocimientos en los más altos sitiales, entre ellos el de ser el primer cubano Doctor en Música. Estremecerse al dirigir su banda durante la interpretación del Himno Nacional de Cuba dice de su sensibilidad. Una agudeza crítica se manifestaba en sus innumerables publicaciones en libros, revistas, periódicos, por lo que es considerado iniciador del pensamiento musicológico cubano. Lo engrandece la creación de múltiples proyectos de divulgación musical, de escuelas para niños pobres, bandas, sinfónicas, así como su efímero orfeón. El recorrido de su obra no concluye en estas pinceladas, porque él fue interminable. Guillermo Manuel Eduardo Tomás Bouffartigue debe estar en el presente como un músico sin precedentes que marcó la cultura patria.