Del 3 al 8 de julio, como parte de la edición 43 del Festival del Caribe, en la ciudad de Santiago de Cuba, se realizó la III Muestra de Cine Caribeño, un espacio que posibilitó la confluencia e intercambio de realizadores audiovisuales de la región, junto a proyecciones y un encuentro teórico.

La Muestra —comenta Yasmani Castro, su organizador— pretende “visibilizar el cine que se produce en el Caribe, así como el pensamiento crítico e histórico asociado al mismo”. Para ello, en coordinación con el Centro Provincial del Cine, se realizó un amplio programa que inició con la presentación en el Cine Rialto del documental brasileño Ayer, hoy… por siempre Samba, de Roda de Fabiana Parra, acorde con la dedicatoria al estado de Bahía de este 43 Festival.

Durante el evento se realizaron paneles de diversas temáticas que abordaron los logros y desafíos de la producción audiovisual en el país.

La curaduría audiovisual, añade, siempre está “centrada en tres aspectos: los valores que defiende la Casa y el Festival del Caribe; la esencia de la cultura caribeña y la búsqueda más representativa de cada uno de los países que integran el área geográfica y cultural del Caribe”. A raíz de esto cada día de la Muestra tuvo una dedicatoria: el cine caribeño brasileño en su primera jornada, el cine caribeño francófono y neerlandés, el anglófono, el hispano y el cubano. Tanto el encuentro teórico, con presentaciones de libros, conferencias y encuentros con los cineastas, realizado en las mañanas en la Casa Dranguet, como las proyecciones en el Cine Rialto, al finalizar las mañanas y en las tardes, giraban alrededor de estos diferentes temas.

La cita teórica inició con un panel dedicado a la importante realizadora cubana Sara Gómez, a propósito del aniversario 50 de su fallecimiento, con apenas 31 años: Rosa M. Rodríguez Miniet con una aproximación a la vida y obra de la autora del filme De cierta manera, y Mirna Caballero Rodríguez acercó al público a la percepción de la realidad social en documentales como Iré a Santiago (1964), Guanabacoa: crónica de mi familia (1966) y Una isla para Miguel (1968).

Además, el periodista y realizador Dayron Chang dialogó sobre cómo el audiovisual y la trasmedia pueden redefinir la cooperación en el Caribe, a través de su experiencia en un proyecto que abarca varias islas de la región; la productora Isabel Palma presentó el proyecto Caribe Documenta, que une a Cuba, Puerto Rico y República Dominicana; el director santiaguero Osmanys Sánchez comentó sobre la experiencia y repercusión de su documental Jíbaro, premiado en varios festivales y reconocido por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica como el Mejor documental del año 2023 estrenado en los cines del país; el propio Yasmani Castro presentó dos capítulos de su serie Trovadoras y cantoras, ganadora del Fondo del Arte Joven; y el investigador habanero Abel Molina abordó la animación realizada por la Televisión Cubana entre 1960 y 1990, parte de una necesaria investigación sobre este tema.

“El público que asistió a la Muestra pudo disfrutar de las proyecciones de variadas obras de marcada calidad”.

El espacio en la Casa Dranguet fue propicio, asimismo, para dialogar con directores invitados, como los brasileños Rafael de Amorim Albuquerque y Bruna Raphaella Santana Macedo Leite, quienes presentaron en el cine sus documentales Alabando lo sagrado, cantándole a Yemayá y Nana; la estadounidense Catherine Murphy, sobre Obsesión: Mi canción; y Alejandro Peguero, guionista y productor dominicano, sobre el desarrollo del cine en su país. Así como para la presentación de los libros Por la tierra prometida. Migración latinoamericana en el cine, de Amanda Sánchez Vega, publicado por Ediciones La Luz, por Vanessa Pernía; y Como una carta abierta: C´est pas mal, selección de las memorias del director de cine y escritor santiaguero residente en País, Eduardo Manet, también publicado por La Luz, por Erian Peña Pupo.

En materia audiovisual la Muestra fue amplia y variada, con representación de varios de los países que componen esta región geográfica y cultural que es el Caribe; repasemos algunos de los materiales exhibidos al público asistente al céntrico cine Rialto: Festival del Fuego. La UAA en el Festival del Caribe, de Mario Alberto Cortez Gutiérrez, de México; Zumbi. Que levante la memoria, de Iris de Oliveira y Oda al llanto, de Cecilia Engels, ambos de Brasil; La viuda, de Wood-Jerry Gabriel, corto de ficción de Haití; La sombra de la Ceiba, documental de Feguenson Hormogéne, estudiante haitiano en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños; El fotógrafo de La 40, de Erika Santelice y Orlando Barria, de República Dominicana; La novia, de Niel Hoyte, de Barbados; Canto de Xango y Chori Choo Choo, de Isaiah Ferguson, de Estados Unidos; Madulu. The Seaman, de Akley Olton, de San Vicente y las Granadinas; Morena, largometraje de ficción de Victoria Apolinario y Donde floreció una devoción, documental de Elsa Turrul de Alma, ambas obras de República Dominicana.

Para los organizadores, el reto de la Muestra es lograr un mayor público interesado en este tipo de cine.

El cine cubano estuvo representado, entre otras producciones, por los documentales CMBF, legado musical, de Verónica Pullés Licea; Vicarias. Capítulo Ángela, de Hamlet Paredes Grau; Luz de la casa, de Orisel Castro López; Emilia y Nancy, dos nombres del canto folclórico, de Miguel Ángel García Velascos; Tartessos Dune, de Josué G. Gómez; y como cierre de la III Muestra de Cine Caribeño, la presentación de Nuestro changüí, de David Hernández y Enrique Alonso.

La Muestra —asegura Yasmani Castro, también realizador y promotor cultural— “intenta ser una plataforma sociocultural con exhibición de películas en diferentes festivales nacionales y comunidades. La parte más activa es en julio, pero cuando acaba este mes intentamos exhibir las obras de la edición concluida todo ese año”.

“El principal reto —añade— será lograr un mayor público interesado en este tipo de cine, que muchas veces cumple con los presupuestos estéticos de Julio García Espinosa con el cine imperfecto y de Humberto Solás con el cine pobre”.