Una imagen atemporal en el mundo de las artes visuales cubanas
Este 2023 vino cargado de aniversarios y de muchos reconocimientos. En este caso, se cumple el 110 aniversario del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y, sobre todo, el natalicio 170 del más universal de los cubanos. El equipo de curadores e investigadores del museo —dentro del ciclo de actividades que presiden anualmente— establecieron el mes de enero como martiano. Una de las primeras iniciativas sobre el tema de la vida y obra de Martí fue la exposición José Martí, todos los fuegos, un homenaje por el 170 aniversario del natalicio del Apóstol inaugurado en el lobby del Centro de Información Antonio Rodríguez Morey de dicha institución.
Se exponen obras de pioneros de la cartelística cubana con una nueva visualidad en apoyo a los nuevos ideales de la época post-revolucionaria; y, como germen ideológico, el ideario martiano, piedra angular de la dignidad humana.
Esta exhibición posee un carácter particular ya que hace una correlación entre las obras atesoradas en el MNBA y el Centro de Información del mismo. La curadora Jessica Maza Rodríguez recrea la distribución del espacio con un valor inteligente e intencional para buscar una unidad espacial entre las obras literarias y gráficas.
Están en exposición 12 carteles realizados durante la llamada “época dorada” del cartel cubano (1965-1975), que se expande hasta el período de 1980. Producciones gráficas de autores como Antonio Pérez (Ñiko), Heriberto Echeverría, Eduardo Muñoz Bachs, entre otros. Por otra parte, creadores como Raúl Martínez y Rafael Zarza, mayormente conocidos por su desenvolvimiento pictórico, también se presentan aquí con un trabajo gráfico de excelente valor estético. Pioneros de la cartelística cubana con una nueva visualidad en apoyo a los nuevos ideales de la época post-revolucionaria; y, como germen ideológico, el ideario martiano, piedra angular de la dignidad humana.
Desde el punto de vista curatorial, esta exhibición focaliza su atención en ponderar el valor creativo y educativo del Centro de Información Antonio Rodríguez Morey. La historiadora del arte Maza Rodríguez se apodera del vestíbulo del lobby principal y transforma el espacio. Conjuga los carteles con la presentación de un grupo de libros, selección de los fondos bibliográficos del Centro de Información, que abordan la relación de Martí con las artes plásticas.
Autores y libros con un basamento teórico e intelectual poseen un trasfondo de conocimiento del Apóstol. Destacan los libros: Martí, comunicador visual y La imagen constante, de la autoría de Jorge R. Bermúdez; Del Arte en Cuba. Esculturas, de Llilian Llanes Godoy; y Raúl Martínez. La gran familia, de Corina Matamoros. Otros títulos a destacar son: Yo sé de un pintor gigante, La pintura y escultura en Cuba a través de la Escuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro, el Palacio Presidencial y el Museo de Bellas Artes y El cartel de la Revolución. Se muestra el catálogo de Roberto Cobas Amate, Jorge Arche. Centenario. Todos estos textos —con su fuerza discursiva visual— reafirman en el espectador la atemporalidad artística-literaria del más universal de los cubanos en pleno siglo XXI.
En la exposición concurren textos que reafirman en el espectador la atemporalidad artística-literaria del más universal de los cubanos en pleno siglo XXI.
Es crucial destacar en la muestra que —a pesar de la impronta de la gestualidad de las autorías que marcaron una pauta en la historia del arte cubano después de la segunda mitad del siglo XX— los carteles forman parte de solicitudes de instituciones de significativa relevancia en nuestro país, tales como: el Instituto Cubano de Arte e industria Cinematográficos (Icaic), el Consejo Nacional de Cultura (CNC), el Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR), además de otras organizaciones políticas como la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) o instituciones con particular interés en el estudio de la vida y obra del Héroe Nacional como el Centro de Estudios Martianos (CEM).
El CEM, por su parte, como entidad preservadora del universo martiano, apoyó esta exposición, junto al Museo de Bellas Artes y al Centro de Información Antonio Rodríguez Morey, en el estímulo del conocimiento sobre Martí desde edades tempranas. Se organizó un intercambio con un grupo de niños de la enseñanza primaria de la escuela Rafael María de Mendive con dos especialista e investigadores del Centro de Estudios Martianos. Estos les ofrecieron un recorrido por la exposición, presentaron varios documentos visuales y audiovisuales, con el fin de buscar un diálogo pedagógico con este grupo de pioneros. Por último, con sentido didáctico, los especialistas propusieron a partir de todos los conocimientos expuestos sobre la iconografía martiana, hacer dibujos como resumen de lo dialogado en esta visita guiada. Así de esta manera, junto a los trabajadores del Centro de Información se contribuyó a la formación de la sensibilidad tanto pictórica como literaria del imaginario de Martí.
“La muestra José Martí, todos los fuegos devela el valor multidisciplinario de la gráfica”.
Más allá de la efectividad de las obras y el poderío que representa el arte es importante la conexión que se adentra en el espectador y que busca cristalizar el valor artístico de una sociedad y una época. Múltiples resonancias del pensamiento martiano habitan en las colecciones y en los disímiles soportes artísticos. La muestra José Martí, todos los fuegos devela el valor multidisciplinario de la gráfica, no sólo desde su función propagandística, sino como ayuda a una comunicación y a una estética social. La necesidad de configurar los ideales de un hombre nuevo como quería el maestro, “con todos, y para el bien de todos”.