Una conferencia internacional y el acertado marco conmemorativo
Los días 21 al 23 de agosto de este año que corre, Cuba, por iniciativa propia, realizará una Conferencia Internacional por los 30 años del proyecto de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, la Cultura y la Comunicación) inicialmente llamado “La Ruta del esclavo” y hoy rebautizado como “La Ruta de las personas esclavizadas. Resistencia, libertad y patrimonio”.
La capital de la Perla de las Antillas, se convierte por tres jornadas del caluroso verano en el punto de encuentro de personalidades de varios países y continentes para recordar la trata trasatlántica o comercio triangular de africanos esclavizados y su esclavización en tierras americanas y europeas entre los siglos XVI y XIX, así como analizar sus consecuencias hasta el día de hoy, tanto en los descendientes de los esclavizados como de los esclavistas y las nuevas manifestaciones de la colonialidad que le dio origen: las diversas formas de racismo, las guerras de cuarta y quinta generación en las que están presentes los patrones de discriminación, así como la esclavización contemporánea.
El proyecto de la Unesco inicialmente llamado “La Ruta del esclavo” ha sido rebautizado como “La Ruta de las personas esclavizadas. Resistencia, libertad y patrimonio”.
La iniciativa tiene nombre: Miguel Barnet y la Fundación Fernando Ortiz que preside y sus aliados, que rápidamente se sumaron y desde entonces han constituido un comité organizador cual familia hermanada por sus ideales: el Ministerio de Cultura, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la Comisión “José Antonio Aponte” de la propia Uneac, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, la Comisión Cubana de la Unesco, la Oficina Regional de la Unesco del Caribe Latino y Venezuela, y la Comisión Nacional del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial “Color Cubano”.
El Aula Magna del Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana será la sede del acto inaugural, que incluye las conferencias de Barnet y Doudou Diène, vicepresidente del Comité Científico de este proyecto y una intervención especial de Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura 1986.
Le siguen en la tarde de esa primera fecha, otra conferencia y el panel “Otras heroicidades, inspiración, reivindicación y restauración de la memoria” con destacadas personalidades de Costa Rica, Haití, Bahamas, Curazao, Panamá y Cuba; cerrando la jornada, una visita guiada a la exposición Pan con guayaba, una vida feliz, del Premio Nacional de Artes Plásticas Manuel Mendive, en el Museo Nacional de Bellas Artes y un espectáculo musical con Brenda Navarrete y el grupo Iyerosum, en el Anfiteatro de La Habana Vieja.
El segundo día, continuará el Foro Científico en el Hotel Iberostar Grand Packard con los paneles: “Mapeo, gestión y alianzas para los sitios de la memoria. Desafíos y perspectivas regionales”, con ponentes de Jamaica, República Dominicana, Haití, Estados Unidos y Cuba. “Reinterpretación y musealización de la memoria y sus vestigios: experiencias de resemantización y reparación”, con presentaciones de Francia, Brasil, República Dominicana, Benin y Cuba. “La educación y la investigación para la subversión de paradigmas”, en el que intervendrán investigadores procedentes de Chile, Venezuela y Cuba. El cuarto y último panel de la jornada: “Huellas vivas de la esclavitud: entre pesquisa y la reparación”, con representantes de Colombia, Jamaica, España y Cuba.
Ese día, el cierre del programa le corresponderá al documental Cimarrón, historia de un esclavo, de los realizadores Juan Carlos Tabío y Miguel de los Santos.
En el día 23, no podría tener mejor cierre esta conferencia internacional que la visita de sus delegados a la provincia de Matanzas, la región cubana donde más intensa fue la economía de plantación esclavista azucarera-cafetalera a finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX, con muchos ejemplos de resistencia y rebeldía individuales y colectivos de hombres y mujeres esclavizados y donde, en la actualidad, la influencia de la africanía en la cultura cotidiana, léase costumbres, tradiciones, hábitos y habilidades, está presente como en ninguna otra región del archipiélago cubano.
Se visitarán dos museos imprescindibles: el del Esclavo Rebelde, en el antiguo ingenio Triunvirato y el Castillo de San Severino Museo de la Ruta de las personas esclavizadas.
La lectura de la Declaración final por el presidente del Comité Organizador del evento, el Doctor Miguel Barnet Lanza, Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de Patrimonio Cultural, seguido de un concierto de los grupos Longobá y Afrocuba, clausuran el encuentro internacional que servirá de preámbulo, a su vez, a otro cónclave a realizarse en La Habana y Matanzas, del 9 al 13 de diciembre de este mismo año: la Conferencia Internacional Cuba 2024. “Decenio de los afrodescendientes. Igualdad – Equidad–Justicia Social”, con la que Cuba da un cierre al decenio de los afrodescendientes, proclamado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para comenzar el primer día de enero de 2015 y que debe concluir el 31 de diciembre del presente. Esta conferencia cierra también el programa de actividades por los 50 años de la presencia en la mayor de las Antillas del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).
23 de agosto: un acertado marco conmemorativo para la Conferencia Internacional por el 30 aniversario del proyecto Unesco de “La Ruta de las personas esclavizadas. Resistencia, libertad y patrimonio”
Se reconoce el 23 de agosto como el “Día mundial para el recuerdo de las víctimas de la trata negrera”, mediante la Resolución 29/C40 de la ONU y la razón, desde el punto de vista histórico, es conmemorar con ello el inicio de la Revolución de Independencia de Haití.
La segunda isla en tamaño del archipiélago de las Antillas, había sido llamada por el almirante Cristóbal Colón La Española, el día que la visitó por primera vez, el 5 de diciembre de 1492, procedente de Cuba. Estaba habitada por tres grupos étnicos del tronco aruaco: caribes, taínos y arahuacos, pero los dominantes eran los dos primeros. Los caribes le llamaban a su isla Haití, que en su lengua significa “tierra de montañas”, mientras los taínos le llamaban Quisqueya, cuya interpretación es “madre de todas las tierras”.
Al momento de la llegada de los españoles, los caribes estaban en guerra con los taínos para desplazarlos del dominio de la isla, dividida en cinco cacicazgos: Marién, Jaragua (en el occidente), Maguá y Maguana (al centro) e Higüey, al este. Los dos primeros son los que corresponden a la actual Haití y los restantes a la República Dominicana.
Colón funda la primera colonia española en este continente en esta isla que fue el fuerte La Navidad, con una guarnición de 40 hombres, encontrando este fortín destruido y sus hombres muertos a su regreso; en el segundo viaje a este continente, cuando funda la villa de La Isabela, la primera villa hispana en esta parte del mundo y en 1496, Diego Colón, hijo del almirante y nombrado virrey de La Española, funda la villa de Santo Domingo, que se convierte en capital de la colonia y desde entonces la isla comienza a conocerse con el nombre de Santo Domingo.
Dividida en 1697 entre Francia y España por el tratado de Ryswik, a la parte occidental cedida a los galos se le llamó Saint Domingue —o sea, Santo Domingo en francés— y allí se desarrolló intensamente la economía de plantación azucarera-cafetalera con una cruel explotación de mano de obra esclavizada africana. En el Santo Domingo español la esclavitud fue patriarcal, con un panorama muy distinto al occidente insular.
Cuatro capas componían la sociedad del Santo Domingo francés, signada por los colores de piel y las clases sociales: “grandes blancos” (grands blanks) —hacendados, altos funcionarios, grandes jefes militares y poderosos comerciantes—, fueran franceses o creoles; “pequeños blancos” (petits blanks) compuesta por empleados y obreros asalariados, pequeños y medianos comerciantes, artesanos, campesinos e industriales y oficiales subalternos y soldados, igualmente franceses o creoles; negros y mulatos libres y libertos, casi todos creoles, de clases sociales altas, medias y bajas: artesanos y propietarios de talleres artesanales e industriales, empleados, obreros, oficiales y soldados y algunos hacendados. En la base de la sociedad, los esclavos, creoles o africanos, sin derechos, con condiciones de vida infrahumanas y horribles castigos corporales.
A mediados de 1790, al calor de la Revolución Francesa, los negros y mulatos libres y libertos exigieron a la metrópolis francesa el cumplimiento en las colonias de la consigna revolucionaria: libertad, igualdad, fraternidad, que inicialmente no incluía a los esclavos pero cuando estos se suman a los movimientos conspirativos en las distintas regiones del país, provocan la gran rebelión general de esclavos la noche del 22 y la madrugada del 23 de agosto de 1791, comenzando una guerra que culminaría el 1ro. de enero de 1804 con la proclamación de la República de Haití, fin de tres períodos: 1791-95, 1795-1801 y 1802-1804, caracterizados por la intervención española e inglesa para repeler la sublevación, el nombramiento de Toussaint Louvertoure como gobernador general de ambas partes de la isla, la proclamación de la abolición de la esclavitud y la posterior reinstalación de ese oprobioso régimen, la destitución de Louvertoure y su apresamiento y envío a Francia, el izaje por primera vez de la bandera patriota el 18 de mayo de 1803, la asunción de Jean Jacques Dessallines como gobernador general, la aplastante derrota de la legión napoleónica al mando del general Leclerc en la batalla de Vertieres, la proclamación de la república por el “Ejército Indígena” en Gonaïves, el decreto de “muerte a los blancos” por Dessallines y en 1805, la aprobación de la primera Constitución.
“En el Santo Domingo español la esclavitud fue patriarcal, con un panorama muy distinto al occidente insular”.
La naciente república se convirtió en imperio con la Constitución de 1805 y Dessallines, nombrándose emperador Jacques I y tras su asesinato en 1806 se produjo la división del país en dos estados: la República de Haití, al sur con el mulato Alexandre Pétion de presidente y el Imperio de Haití al norte coronando a Henry Christophe como emperador Enrique I, y una guerra entre ambos estados hasta 1810, reunificándose el país como república en 1820 con Jean Pierre Boyer, quien en 1822 se anexó la parte oriental de la isla que había proclamado su independencia de España en 1821 y su adhesión a la República de Colombia de Bolívar (la Gran Colombia). La parte oriental se independizaría en 1844 tras una guerra contra los haitianos comenzada en 1838.
El caudillismo, la desunión y las ansias de poder propiciaron la inestabilidad política y económica de Haití, pero el mayor peso se le debe a la cuantiosa e impagable deuda impuesta por Francia después del reconocimiento de su independencia el 11 de julio de 1825 y la invasión y ocupación estadounidense entre 1905 y 1924 con la consiguiente apropiación de sus aduanas, hechos que fueron el estreno de su triste historia posterior, de país próspero cuando alcanzó su independencia se convirtió en uno de los más empobrecidos del mundo, consecuencia de las formas neocoloniales y el racismo.
Haití fue el segundo estado nacional constituido en las Américas, después de Estados Unidos, el primero en la América Latina y en el Caribe y el único fundado por antiguos esclavos. Después de su independencia, ayudó a Simón Bolívar a la independencia sudamericana y tuvo vínculos con movimientos independentistas y abolicionistas en Cuba.
Nombres como Toussaint Louvertoure, Jean Jacques Dessalines, Alexandre Pétion, Henry Christophe… se convirtieron en leyenda y acicate para muchos movimientos libertarios. Su ejemplo sirve para conmemorar cada 23 de agosto el “Día mundial para el recuerdo de las víctimas de la trata negrera”.
Coincidencia con una efeméride cubana
El 23 de agosto de 1906 fue asesinado alevosamente en las cercanías de la ciudad de La Habana el general de división del Ejército Libertador Cubano José Quintino “Quintín” Bandera Betancourt, alzado contra el presidente Tomás Estrada Palma en la llamada Guerrita de agosto, primera de las guerras civiles de la vida republicana cubana.
Quintín Bandera, alzado por primera vez contra el colonialismo español con sólo 17 años, en 1851 como parte de la rebelión liderada por Joaquín de Agüero, participó en las tres guerras por la independencia (1868-1898) y fue víctima del racismo y del regionalismo en la intriga de los jefes del 4to cuerpo Las Villas del Ejército Libertador en 1897, que motivó su destitución del cargo de jefe de la brigada Trinidad por el Mayor General Máximo Gómez Báez, General en Jefe del Ejército Libertador que, sin embargo, le ascendió posteriormente por sus méritos de guerra de brigadier a general de división.
Nuevamente fue víctima de racismo por parte del presidente Tomás Estrada Palma, quien tomara posesión de su cargo el 20 de mayo de 1902, a quien fue a ver el general negro por su triste situación de pobreza y el mandatario le ofreció un billete de diez pesos y una plaza de cartero, virilmente rechazadas ambas ofertas por el curtido mambí, quien tuvo que fungir de barrendero por las calles de La Habana con su uniforme y grados de general hasta que los catalanes dueños de la compañía jabonera Sabatés y Crusellas le ofrecieron un puesto de comercial y le solicitaron emplear su rostro con sus grados en la envoltura de sus productos.
Su asesinato fue ordenado por Estrada Palma, quien evitó su sepultura cívica y la ordenó en una fosa común, sin sepelio, y el traslado en un “carromato” y no en uno fúnebre. Salvó la situación el padre católico Felipe Augusto Caballero, que se apropió del cadáver y el de sus dos escoltas y lo sepultó en una tumba privada con la inscripción: “Aquí yace Felipe Augusto Caballero”.
Como todo un símbolo, el 24 de febrero de 2024 se inauguró el Centro Cultural Quintín Bandera en el inmueble que fuera la última morada del héroe y desde el 12 de octubre del propio año, radica en él, el Observatorio Social “Color Cubano”, como parte del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial.
La rebelión antiesclavista haitiana y la muerte del general Quintín constituyen un marco conmemorativo adecuado para la clausura de la Conferencia Internacional por los 30 años del proyecto de la Unesco de “La Ruta de las personas esclavizadas. Resistencia, libertad y patrimonio”.
Tomado de El Periódico Cubarte