Entre las propuestas de la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana está la antología Veintiún poetas cubanos del siglo XXI, compilada por el reconocido crítico Virgilio López Lemus. La obra, publicada por la Editorial El Mar y la Montaña, reúne a jóvenes nacidos entre 1980 y 2000, muchos originarios de provincias como Pinar del Río y Guantánamo, e incluso residentes en el extranjero. “No son solo poetas: son narradores, ensayistas y hasta promotores que están redefiniendo nuestra literatura”, destacó José Raúl Fraguela, moderador de la presentación quien subrayó el carácter multifacético de estos autores.

El evento fue el marco para presentar el poemario La luna de enero, de Fraguela, y la novela Amarrados al puerto, de David Balsa Martínez, esta última una oda a las tensiones adolescentes durante la pandemia. “La poesía es el arma más elegante para decir lo indecible”, reflexionó el presentador, mientras el público aplaudía a una generación que, desde Madrid, Santiago o Guantánamo, mantiene viva la lírica cubana en formatos tanto impresos como digitales.

López Lemus, homenajeado en esta feria, dedicó años al análisis de la obra de estos autores, muchos con apenas un primer libro en su haber cuando fueron incluidos en la antología. “Virgilio tuvo el acierto de fijarse en ellos cuando otros críticos aún miraban hacia el pasado”, comentó Fraguela, quien recordó cómo el compilador detectó el potencial de dichos creadores mientras cerraba su estudio sobre el siglo XX. Hoy, varios de los antologados acumulan premios y publicaciones internacionales, y se han ido consolidando como voces indispensables.

“López Lemus, homenajeado en esta feria, dedicó años al análisis de la obra de estos autores, muchos con apenas un primer libro en su haber cuando fueron incluidos en la antología”.

La geografía de la antología es tan diversa como sus temas: desde la reinvención de mitos clásicos hasta la exploración de conflictos cotidianos mediante imágenes audaces. Autores como Roberto Carlos Curnier, Elaine Vilar, Lili Rodríguez y Eliecer Almaguer demuestran que la poesía no solo refleja realidades, sino que las interroga con lenguaje innovador. “Estos textos serán fundamentales para estudiar nuestra literatura dentro de cincuenta años”, aseguró Fraguela.

Virgilio López Lemus, figura central en la consolidación de esta antología, no solo actuó como compilador sino como un puente entre siglos. Según destacó Fraguela, el crítico —reconocido por sus estudios históricos y su análisis de corrientes literarias— decidió volcar su atención hacia lo emergente tras concluir su exhaustivo recorrido por la poesía cubana del siglo XX.

“Al terminar aquel proyecto, se percató de que había más: una generación nacida en las últimas dos décadas del siglo pasado empezaba a labrar su camino, casi imperceptiblemente, bajo el radar de muchos”, explicó. López Lemus, en palabras de Fraguela, asumió el reto de “correr cortinas para dejar pasar luz” sobre autores que, en su mayoría, apenas publicaban sus primeros versos.

El ensayista, conocido por su meticulosidad, no se limitó a observar desde la distancia. Visitó provincias, rastreó publicaciones digitales y mantuvo diálogos con los poetas, muchos de ellos hoy dispersos geográficamente.

“Virgilio no solo los leyó: los interrogó, los contextualizó y los defendió cuando otros aún dudaban de su relevancia”, afirmó Fraguela. El resultado fue una serie de reseñas en la plataforma Cuba Literaria, semillas que germinaron en esta antología. Para López Lemus, según se desprende de sus propias reflexiones citadas en el evento, este proyecto fue un acto de fe: “Cerrar mi cometido como crítico del siglo XX me exigía, paradójicamente, abrirle la puerta al XXI”.

“La antología se convierte así en un mapa de tensiones: lo rural y lo urbano, la isla y la diáspora, lo clásico y lo experimental”.

En sus textos, López Lemus no solo valora la calidad literaria, sino que lee en estos jóvenes un síntoma de transformación social. “Ellos no escriben desde la torre de marfil: son hijos de un país en crisis, de un mundo digitalizado, de migraciones forzadas y búsquedas identitarias”, comentó Fraguela, resumiendo la tesis del compilador.

La antología se convierte así en un mapa de tensiones: lo rural y lo urbano, la isla y la diáspora, lo clásico y lo experimental. “Sus versos no temen al conflicto: lo nombran con imágenes que oscilan entre el desgarro y la esperanza”, señaló Fraguela citando un pasaje donde López Lemus define esta poesía como “un espejo quebrado, pero aún capaz de reflejar la luz de su tiempo”.

Aunque el libro se enfoca en 21 poetas, Fraguela reveló que López Lemus ya vislumbraba la necesidad de ampliar el canon. “La tentación de seguir añadiendo nombres me ronda”, confesó el antologista, aludiendo a un posible volumen futuro. Mientras tanto, esta compilación se erige como un testimonio de rigor y audacia. “Virgilio nos enseñó que la crítica no es un tribunal, sino un jardín donde se cultivan las voces que merecen perdurar”, concluyó Fraguela, mientras invitaba al público a leer entre líneas no solo a los poetas, sino al hombre que creyó en ellos cuando el siglo XXI apenas comenzaba a escribir su propia historia.

En paralelo, Amarrados al puerto, ganadora del Premio Regino Eladio Boti, fue descrita como una novela coral que trasciende su contexto pandémico. “Los protagonistas somos todos: quienes vivieron el encierro, quienes lo sufren ahora o lo harán mañana”, explicó el presentador. La obra de Balsa Martínez, aunque dirigida a jóvenes, retrata conflictos universales como el aislamiento y los prejuicios sociales con un realismo que conmueve a cualquier generación.

La luna de enero, una compilación de Fraguela, rescata poemas olvidados del siglo XIX, incluyendo joyas de Plácido, Gertrudis Gómez de Avellaneda y José Martí. “Es un puente entre nuestra tradición y los nuevos creadores”, concluyó el autor.