La casa donde viviera sus últimos años el insigne patriota cubano Quintín Bandera, en el barrio Jesús María en La Habana Vieja, acogió el pasado 6 de enero el Coloquio “Cromos y transparencias”, organizado por el proyecto Timbalaye.
En la institución, devenida sede del proyecto Ruta de las personas esclavizadas, se dieron cita el presidente de la Fundación Fernando Ortiz, doctor Miguel Barnet; Ulises Mora, líder del proyecto Timbalaye y el intelectual Rolando Rensoli, además de dirigentes del Partido, el Gobierno en el municipio Habana Vieja y funcionarios del Consejo Nacional de Casas de Cultura y de la dirección provincial de Patrimonio. Asimismo, investigadores y reconocidas agrupaciones folclóricas como Los rumberos de Mayabeque y Aroma con clave, junto al rumbero mayor Juan Carlos Chang, a quien se le reconoció su aporte a la rumba cubana.
“La isla de Cuba es una isla mestiza
Dedicado al aniversario 30 de la creación del proyecto Ruta de las personas esclavizadas, el Coloquio profundizó en temas relacionados con la formación de nuestra identidad y racialidad, sobre las raíces de nuestra cubanía y su esencia mestiza; también, acerca del barrio Jesús María y, de manera muy especial, a la figura de Quintín Bandera y su valioso legado.
En este sentido, el intelectual Rolando Rensoli, líder del proyecto Ruta de las personas esclavizadas y director del Centro Cultural Quintín Bandera, destacó durante su intervención la labor desarrollada por la dirección provincial de Cultura y de Patrimonio, por los dirigentes del Partido y el Gobierno y la Oficina del Historiador en la restauración de esta casa convertida ya en museo y que fuera donada por la familia de Quintín Bandera al estado cubano.
“En compensación a ese apoyo, a esa unión del esfuerzo de todos, lo único que nos queda es el compromiso, en primer lugar, con la memoria y la comunidad, en lo cual venimos trabajando desde la propia inauguración en febrero del pasado año, de esta instalación”.
“Si he tenido el honor de recibir el Premio Nacional de Patrimonio es porque, absolutamente, toda mi vida, desde que tuve uso de razón, mi obsesión ha sido nuestro país; estudiar y comprender sus ricas esencias mestizas”, expresó el etnólogo y escritor Miguel Barnet.
Más adelante realizó un amplio recorrido por la historia del barrio Jesús María, nombrado antiguamente Manglar y que, no obstante su condición de barrio marginal y habitado por personas verdaderamente humildes, “o tal vez por la misma razón, fue importante sitio de reunión en la etapa de la tenaz lucha de los cubanos contra España, posteriormente durante la seudorrepública y, por último, de los jóvenes integrantes del Movimiento 26 de julio liderados por Fidel”.
Por su parte, el etnólogo y escritor Miguel Barnet, galardonado recientemente con el Premio Nacional de Patrimonio Cultural, expresó su agradecimiento a los organizadores del evento. Aquí, dijo, me siento muy a gusto, tan cómodo que podría hablar de cualquier tema. “Si he tenido el honor de recibir el Premio Nacional de Patrimonio es porque, absolutamente, toda mi vida, desde que tuve uso de razón, mi obsesión ha sido nuestro país; estudiar y comprender sus ricas esencias mestizas.
“Cada día luchamos para que esa cultura sea cada vez más firme, más sólida. Esa cultura es la que mantiene la espiritualidad de los cubanos. La economía, por ejemplo, está llamada a bajar o a subir por momentos”.
“Venir a esta casa donde vivió ese gran héroe de nuestras tres guerras de independencia, ese general de generales que fue Quintín Bandera, me causa mucha emoción y con tristeza me viene a la mente su trágica muerte y cómo fue maltratado y traicionado por quienes en la seudorepública olvidaron la honra de haber combatido a su lado”.
Pero —enfatizó— lo que tiene que mantenerse siempre estable es nuestra espiritualidad, los valores culturales, la moral, los valores artísticos que hay en la cultura cubana procedentes de las diecisiete regiones de España; además de las regiones africanas y asiáticas, estas últimas en menor medida.
“Los africanos que fueron traídos a Cuba eran mayoritariamente jóvenes y también niños y mujeres cuyas cualidades físicas los hacía ideales para las duras faenas que estarían obligados a asumir. Precisamente muchos de estos jóvenes y niños se convirtieron después en valerosos mambises de nuestra primera guerra de independencia, donde se fraguó el crisol de la verdadera cubanía.
“La isla de Cuba es una isla mestiza”, puntualizó. “Venir a esta casa donde vivió ese gran héroe de nuestras tres guerras de independencia, ese general de generales que fue Quintín Bandera, me causa mucha emoción y con tristeza me viene a la mente su trágica muerte y cómo fue maltratado y traicionado por quienes en la seudo-república olvidaron la honra de haber combatido a su lado”.
Mientras, Ulises Mora, en su condición de líder del proyecto Timbalaye, otorgó la distinción Memoria Mambisa al Centro Cultural Quintín Bandera. Al mismo tiempo llamó a conectar el alma con la esperanza, cuando dio a conocer el proyecto Viviendo en los barrios, que manifiesta la naturaleza altruista y popular de la Ruta de la rumba desde su concepción.
Cuando —subrayó— durante nuestras guerras de independencia se tocaba la trompeta llamando a degüello, no era necesario saber de música para comprender el mensaje de ese sonido de la identidad. “De la misma manera, cuando suena un tambor, no está tocando solamente a la alegría, se está expresando también el dolor causado por el látigo, y para su interpretación tampoco son necesarios vastos conocimientos musicales”.
La ocasión fue propicia igualmente para reconocer la trayectoria artística y cultural de la agrupación Los rumberos de Mayabeque, merecedora de la Beca Timbalaye en 2023.Con anterioridad fueron también acreedoras de este reconocimiento que otorga a solistas y agrupaciones destacadas el proyecto Timbalaye, la Fundación Fernando Ortiz y la Asociación Hermanos Saiz, la compañía folclórica Yreyosu de La Habana y el grupo Rumbalay de Cienfuegos.
El Coloquio “Cromos y transparencias” resultó indudablemente un viaje por la savia de la nación cubana a través de sus oradores, la historia, la música, la danza y en el presente conocimos aún más lo que realmente fuimos y somos hoy, identificados todos por un solo color: el cubano.