Un gran amigo en la familia de la música cubana
Radamés Giro (30 de julio de 1940-18 de septiembre de 2022), músico, autor, editor, investigador y musicólogo autodidacta, fue una figura central de la música cubana de los últimos 50 años.
Quizás su obra más celebrada fue la publicación en 2007 del monumental Diccionario enciclopédico de la música en Cuba (DEMC), dividido en cuatro tomos en la edición original, que abarca 1169 páginas, más de 2000 entradas y 600 fotos y partituras. Fruto de 40 años de estudio y recopilación, el “Diccionario de Radamés”, como llegó a denominarse, es de enorme utilidad para escritores, críticos musicales y literarios, investigadores, periodistas, discográficas, disc jockeys y todos aquellos que, sean especialistas o no, necesitan referencias, ideas y datos sólidos sobre la música en Cuba.
Nacido en Santiago de Cuba el 30 de julio de 1940, Radamés creció en un entorno musical por excelencia. Su casa proporcionó espacio de ensayo para el Conjunto Hermanos Giro, en el que su padre tocaba el tres y sus tíos Carmelo y Claro, la guitarra y la conga, respectivamente. Uno de los primeros mentores de Radamés fue su abuelo materno, el legendario sonero y guitarrista Ángel Almenares. El joven Radamés estudió guitarra formal con el profesor Esteban Castillo. Eventualmente, dejó de lado su potencial como concertista, y durante varios años se desempeñó como guitarrista en varios conjuntos musicales locales, como el grupo Avances del 56, el trío Los Románticos, el combo de Conrado Wilson, y como acompañante de cantantes populares como el bolerista Orlando Contreras.
Como resultado de un desafortunado incidente en su adolescencia, Radamés perdió completamente la visión en un ojo y sufrió una visión limitada en el otro por el resto de su vida. Sin embargo, esto no fue obstáculo para el trabajo que desarrolló más tarde como autor y editor. Además del Diccionario, Radamés escribió varias investigaciones de importancia capital para el estudio de la música cubana y latinoamericana. Destacan sus monografías sobre la historia de la guitarra en Cuba, del bolerista César Portillo de la Luz, del compositor brasileño Heitor Villalobos, y del reconocido guitarrista, compositor y director de orquesta Leo Brouwer. Otra obra de gran relevancia es Cincuenta canciones en años de Revolución, una selección realizada en colaboración con su esposa Isabel González Sauto, que contiene apuntes biográficos y las partituras de 50 canciones que pueden representar, como dicen los autores, “una crónica de aquellos 50 años”, desde 1959. Las notas biográficas, sucintas pero densas, constituyen un pequeño diccionario de 27 compositores. Las canciones escogidas por Giro y González Sauto van desde lo lloroso hasta lo erótico sin pasar por alto lo político.
Su obra más celebrada fue el monumental Diccionario enciclopédico de la música en Cuba, fruto de 40 años de estudio y recopilación.
Radamés fue autor de más de 30 artículos para revistas especializadas en temas musicales. Como editor, desde la década de 1970, supervisó la edición y publicación de más de 100 títulos dedicados a autores y compositores como Ignacio Cervantes, Leonardo Acosta, Argeliers León, Alejandro García Caturla y Fernando Ortiz, y/o que incluían reediciones de los mismos. De particular trascendencia fue su labor en la búsqueda, edición, recopilación y difusión de la totalidad de la obra que Alejo Carpentier dedicó a la música antes y después de la publicación de La música en Cuba, de Carpentier, en 1946. El Museo Nacional de la Música publicó la edición completa de Radamés de los estudios musicales de Carpentier y comentarios de varios musicólogos en La música en Cuba/Temas de la lira y del bongó.
De notable importancia fue también la edición de una serie de volúmenes basados en entrevistas a decenas de músicos cubanos, que conforman una amplia historia oral de la música popular cubana en la voz de sus compositores e intérpretes, material de extraordinario valor para el estudiante de música popular; por ejemplo, La música en persona, de Erena Hernández; Ellos hacen la música, de Raúl Martínez Rodríguez, y Cubanos en la música, de Mayra Martínez. Dos colecciones merecen especial mención: El mambo, en la que Giro propone una cuidada selección de textos con el objetivo de diferenciar las distintas acepciones de la palabra, y averiguar a quién corresponde la invención de este género, atribuida, según la época y el lugar, a Arsenio Rodríguez, Pérez Prado, Arcaño y Cachao López, entre otros; y el volumen editado Panorama de la música popular cubana, con capítulos dedicados a la historia y el carácter de cada uno de sus principales géneros. Finalmente, supervisó la traducción y publicación en 1973 del Oxford Dictionary of Music, una referencia imprescindible para los estudiosos de la música universal. Por su labor, Radamés recibió la Distinción por la Cultura Nacional, las Medallas Raúl Gómez García y Adolfo Guzmán, y el Premio Nacional de Edición en 1999.
De especial interés es una entrevista que le hizo el escritor Leonardo Padura y que aparece como capítulo en Los rostros de la salsa. En sus intervenciones, Radamés establece con criterio seguro y astuto la relación histórica y técnica entre la salsa, tal como fue desarrollada mayoritariamente por músicos nuyoricans, y el son y otros géneros de la música cubana.
Durante su vida, Radamés compartió su experiencia con gran generosidad con académicos dentro y fuera del país. Son numerosos los investigadores en Cuba que buscaron su buen consejo. Asimismo, es raro que un investigador internacional no lo haya consultado sobre asuntos relacionados con la música cubana. Varios expertos extranjeros publicaron posteriormente estudios notables sobre el tema. Radamés fue asesor del Programa de Historia Oral de la Música Latina del Instituto Smithsonian, y participó en entrevistas con Richard Egües, Frank Emilio Flynn, Luis Carbonell, Celina González, Félix Guerrero, Enrique Bonne, Rodulfo Vaillant, Tata Güines y otros artistas en La Habana y Santiago de Cuba en 1998-2004.
Dada la merecida fama de Radamés como “detective” de la música en Cuba, no debe extrañarnos que el escritor de novelas “policiacas” Leonardo Padura, aficionado a la música popular, incorpore brillantemente al musicólogo en su obra La neblina del ayer, donde el personaje Rafael Giro, fiel retrato del Radamés Giro de la vida real, asiste como especialista musical al detective de homicidios Mario Conde.
Con la muerte de Radamés Giro, la musicología cubana pierde a una de sus grandes figuras, una persona talentosa, fina y generosa. Un gran amigo en la familia de la música cubana.