Un espacio excepcional para el diálogo y el intercambio
Con el propósito de promover el estudio de la historia del continente desde las perspectivas de la participación de la mujer, más de medio centenar de féminas se dieron cita en la Casa de las Américas para participar en la trigésima edición del Coloquio Internacional de Estudios de la Mujer, Feminismos y Movimientos de Mujeres en la América Latina y el Caribe.
Reveladoras historias, devenidas ejemplos de resiliencia de cientos de mujeres de varias regiones del mundo, fueron dadas a conocer en las voces de investigadores, historiadores y profesores en el contexto de este certamen convocado anualmente por el Programa de Estudios de la Mujer, que también este año arriba a sus tres décadas de creado, gracias al empeño, sabiduría y altruismo de un laborioso equipo liderado por la doctora Luisa Campuzano.
Posturas femeninas en distintos espacios, violencia, literatura, masculinidades y activismo social, constituyeron entre otros los temas abordados en las dieciséis sesiones que conformaron el programa del Coloquio, realizado del 19 al 23 de febrero.
Si bien fue México el país numéricamente mejor representado en la cita, con 18 participantes e igual número de ponencias, notoria resultó de la misma manera la presencia de investigadores procedentes de Estados Unidos, Uruguay, Chile, Brasil, Argentina, Canadá, Guatemala, Francia, Alemania, España y, por supuesto, Cuba, lo cual es demostrativo de la solidez y crecimiento del Coloquio, no solo en la cantidad de sus participantes, sino y sobre todo por la extensa área geográfica que ya abarca.
Precisamente oriunda de la nación azteca es María Elda Flores Jaimes, representante de la Universidad Autónoma de México. “El tema que preparé para traer al Coloquio está relacionado con las mujeres zapatistas y cómo estas pasaron de la lucha armada al poder de la palabra, al poder de sus discursos”.
De visita por primera vez en La Habana y en calidad de debutante en el Coloquio esta profesora, especializada en estudios latinoamericanos, aseguró sentirse “muy emocionada. En México, como en no pocas naciones, la Casa de las Américas es un referente. Me siento honrada porque al fin pude visitarla.
“Además de enriquecedor este encuentro nos genera esperanzas, nos da motivación para no rendirnos al saber que existen otras muchas mujeres en el mundo que piensan y actúan como nosotras, que también sueñan y aspiran a un mundo distinto, a un mundo mejor”.
“El Coloquio me ha parecido una experiencia muy rica. Entre otras razones porque hace posible que coincidamos en un mismo espacio y con igualdad de intereses mujeres de otras geografías, estudiosas que han abordado interesantes temas, mujeres diversas que me han permitido enriquecer mis conocimientos, que me han dotado de nuevas herramientas para realizar otras investigaciones o perfeccionar las que vengo haciendo desde hace unos años.
“Durante estos días hemos conocido temas muy diversos, de literatura, de luchadoras, de mujeres intelectuales extraordinarias. Otras compatriotas mías en sus trabajos han tratado, por ejemplo, acerca de las mujeres buscadoras de personas desaparecidas en México, un tema realmente sensible y de mucha actualidad. Es decir, que además de enriquecedor este encuentro nos genera esperanzas, nos da motivación para no rendirnos al saber que existen otras muchas mujeres en el mundo que piensan y actúan como nosotras, que también sueñan y aspiran a un mundo distinto, a un mundo mejor”.
Entretanto, la psicóloga uruguaya Ana Carina Rodríguez asiste igualmente por primera vez al Coloquio y sus palabras iniciales fueron: “Estoy maravillada. He aprendido de las experiencias de vidas narradas en el contexto de este importante evento, de los compromisos asumidos por aquellas y estas mujeres.
“En coaturía con Adriana Rovira, una colega de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, presentamos una ponencia en la que expusimos la situación de las mujeres docentes, exactamente las mujeres que trabajan en la Universidad. Le dimos el título de ‘Violencia epistémica hacia las mujeres’.
“Pero mi compañera y yo no somos las únicas asistentes. Uruguay está representado en este evento por cuatro mujeres. Una de ellas es especialista de la Facultad de Ciencias Sociales y tres pertenecemos al grupo de Estudios feministas de la Facultad de Psicología.
“Un día supimos de este Coloquio y enseguida nos entusiasmamos para venir y escuchar las voces de estas mujeres que son verdaderamente impresionantes y como una necesidad, que de hecho lo es, ya incorporamos a nuestras experiencias”.
Mientras, la ponencia titulada “Los cuerpos violentados y recuperados de las mujeres mapuches Huilliches de San Juan de la Costa”, presentada en el Coloquio por la investigadora chilena Verónica Assef, resultó una de las más conmovedoras.
“Profundicé en los estudios de esos pueblos cuya historia está acompañada de mucho sufrimiento, de mucho dolor, de cómo han sido despojados de tierras y la cruenta violencia con que siempre han sido tratados”.
“Centré mi investigación en la región de Los Lagos, ubicada al sur de Chile. Me trasladé de Santiago, donde resido, y me instalé en esa zona para conocer de cerca la historia de estas mujeres. Durante un largo periodo me dediqué a escuchar los testimonios de las personas radicadas allí. A través de ellos conocí la realidad de la vida de los pueblos originarios, su historia y cultura. Pueblos que todavía viven marginados.
“Profundicé en los estudios de esos pueblos cuya historia está acompañada de mucho sufrimiento, de mucho dolor, de cómo han sido despojados de tierras y la cruenta violencia con que siempre han sido tratados”.
Verónica Assef forma parte desde hace algunos años de una organización feminista y en ello ha incidido grandemente “todo cuanto he aprendido de las mujeres mapuches, de su resistencia, rebeldía y valentía, la defensa a ultranza de sus derechos. Comoquiera que sus vidas han cambiado un poco, todavía no alcanzan la plenitud de sus derechos, continúan desempeñando duras y largas faenas en el campo y su cotidianidad es bastante parecida a la de sus antecesoras”.
Por último, explicó que en su país “había oído hablar del Coloquio, pero nunca imaginé su trascendencia. Gracias a los lazos de hermandad que históricamente han existido entre Cuba y Chile, vine a La Habana y estoy participando en este certamen, lo cual significa para mí un hermoso sueño convertido en realidad. Cada tema abordado abre la mente, abre el corazón y cuando llega el momento de su clausura regresas a tu país con unos deseos inmensos de continuar estudiando, investigando”.
Finalmente conversamos con Josephine Henrrietta Pryce, una camagüeyana de nacimiento que, leyendo los versos de su coterráneo Nicolás Guillén, aprendió a ser una cubana auténtica. En su condición de invitada al Coloquio refirió que le concede “una gran importancia porque es la palabra de la mujer ante la sociedad, algo que jamás vi en Cuba en los años de mi juventud, antes del triunfo de la Revolución”.
Nacida en 1933, Henrrietta Pryce es descendiente de jamaicanos. Vivió los años difíciles de la seudorrepública y con visible tristeza rememoró aquella época terrible de la dictadura de Fulgencio Batista, en la que “por ser negra y pobre el único derecho que tenías era el de agradecer que te permitieran vivir. Sin embargo, nunca tuve miedo y me enrolaba en todas las manifestaciones convocadas ya fuera por el Directorio Estudiantil Universitario o por los dirigentes del Movimiento 26 de Julio en Camagüey”.
Hace más de seis décadas que esta mujer, vinculada siempre al mundo intelectual y poseedora de una memoria prodigiosa a sus 91 años de edad, reside en La Habana, donde “por fin pude disfrutar de una felicidad y libertad plenas y especialmente brindando todo mi apoyo a cuanta tarea me asignó la Revolución y el Partido”.
Ojalá en algún momento la vida y las hazañas de Josephine Henrrietta Pryce resulten de interés para alguna de nuestras investigadoras y después de preservarla en una ponencia la dé a conocer en uno de los tantos coloquios internacionales de estudios de la mujer que aún faltan por celebrar.