El 5º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria que se desarrolló en las ciudades peruanas de Lima y Huancayo, tuvo como objetivo fomentar el diálogo y el intercambio de ideas, estrategias, acciones y actividades entre organizaciones culturales comunitarias, pueblos indígenas y afrodescendientes de Iberoamérica, así como fortalecer la diversidad de manifestaciones y expresiones culturales de la región. También primó el deseo de promover y fortalecer políticas públicas de base comunitaria como parte de la gestión cultural en este tipo de escenario. Desde el ritual inaugural hasta las diversas iniciativas durante las jornadas vividas, representaron momentos propicios para conectarnos con la Pachamama y las delegaciones latinoamericanas que asistieron a dicho encuentro.

“También primó el deseo de promover y fortalecer políticas públicas de base comunitaria como parte de la gestión cultural en este tipo de escenario”.

Hemos aprendido experiencias variadas que nos fortalecen y nos permiten sostener el trabajo que se realiza en este sentido, teniendo en cuenta, ante todo, la existencia de un contexto globalizador bañado por escenarios en los que proliferan seudoculturas, los cuales nos alejan de la espiritualidad de los pueblos, dando lugar a lógicas colonialistas e individualistas que nos enfrentan al reto de trabajar desde los territorios que habitamos.

Tras jornadas intensas, potentes y hermosas en San Juan de Lurigancho, Ate y Huancayo, culmina este gran esfuerzo colectivo para organizar el Congreso en Perú. El hecho de propiciar, por parte de los organizadores, el intercambio entre las comunidades y los participantes en el evento contribuyó, sin duda, al propósito sociocultural, aunque a decir verdad hubo mayor representatividad de los pueblos originarios que de los afrodescendientes, elemento que sugerimos a rectificar.

Es bueno enfatizar la idea de que, desde la diversidad y la pluralidad, nos reconocemos como un movimiento que trabaja por el cuidado y el mejoramiento humano, para el fortalecimiento de la vida cultural de las comunidades que nos son inherentes y a las que pertenecemos. La concepción fundamental es tejer, desde la esperanza y la solidaridad, grandes momentos vividos que den fe de la importancia de seguir impulsando el encuentro y la autonomía.

“La concepción fundamental es tejer, desde la esperanza y la solidaridad, grandes momentos vividos que den fe de la importancia de seguir impulsando el encuentro y la autonomía”.

La crisis civilizatoria reafirma la búsqueda de nuevos horizontes. Necesitamos reconocer la pluralidad, los impactos de nuestro trabajo en las relaciones de la vida cotidiana y la gestión del bien común, así como repensar las formas de organización del movimiento. Por ello debemos asumir dos grandes líneas: la cultura como herramienta de transformación continental con relación a los Estados y sus políticas cada vez más conservadoras y, por otro lado, el entronque con lo micro, lo cotidiano, la violencia en los cuerpos. Ambas líneas tendrían que encontrarse en los territorios y en lo público estatal.

El cónclave se dividió en 11 rutas o comisiones, bautizadas como los “Círculos de la palabra”, las cuales abordaron temáticas diversas que abarcaron el papel del arte y la cultura en la transformación social, la legislación y las políticas públicas, la comunicación, la infancia y la juventud, los pueblos originarios, el género y las diversidades, las economías, la educación popular y creativa, los derechos humanos, la salud y el buen vivir.

La delegación cubana encontró su espacio en cada una de estas comisiones. Fue, además, un momento propicio para refrendar los principales logros de de la Isla en cuanto a la política cultural en las comunidades, así como para resaltar la importancia de la misma para la unidad latinoamericana.

Varias fueron las delegaciones que se pronunciaron a favor de los derechos y en contra de los males sociales y políticos de sus naciones. Se insistió, sobre todo, en la lucha contra la discriminación y la colonización de las comunidades indígenas, dado el genocidio constante al que son sometidas por los gobiernos imperantes. Así mismo se patentizó el apoyo total a un futuro mandato de Lula en Brasil.

Lo cierto es que, a partir de las realidades que cotidianamente se generan en las comunidades, se estableció un diálogo intercultural que tuvo al arte y la cultura como factores dinamizadores de la transformación social.

Se estableció un diálogo intercultural que tuvo al arte y la cultura como factores dinamizadores de la transformación social.

El momento cumbre del evento fue la Feria de Saberes, compuesta por demostraciones y exposiciones de los 22 países participantes, en donde Cuba expuso parte de su quehacer y de sus potencialidades en el orden cultural, protagonizado por valores tradicionales generados por sus cultores. Ello facilitó el intercambio de conocimientos, experiencias y sensibilidades. Otro de los momentos de mayor participación y trascendencia fue el pasacalle en la ciudad de Huancayo, donde las arterias principales fueron tomadas por las representaciones artísticas de los países participantes, con toques, cantos, consignas, trajes típicos y banderas, todo lo cual me recordó el desfile de la serpiente en el Festival del Caribe y la Fiesta de la Danza en Villa Clara. 

El común denominador fue el reclamo a viva voz de una mayor gestión y acercamiento de los gobiernos locales, en función de la legitimación de las diferentes prácticas tradicionales y culturales, así como del respeto a los saberes y conocimientos de quienes generan las iniciativas comunitarias para el logro del fortalecimiento y el reconocimiento del movimiento de culturas vivas en los diferentes países.

Posterior al evento, la delegación cubana intercambió con gestores comunitarios peruanos acerca de las experiencias, vivencias e iniciativas de la Isla en el trabajo sociocultural, su proliferación por toda la geografía nacional, las potencialidades generadas, el papel del gobierno y la democratización de la cultura, así como la participación y el protagonismo de las comunidades en sus propios procesos identitarios.

Ahora Cuba se prepara para el 6to Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, a celebrarse en el 2024 en la hermana nación de México. Esa será una ocasión más para mostrar al mundo las realidades del trabajo cultural comunitario y su capacidad para transformar las comunidades, haciendo énfasis en el desarrollo espiritual de sus únicos protagonistas, sus habitantes.