Alfredo Más partió de las tres más exitosas zarzuelas cubanas, clásicos de nuestro teatro lírico: Cecilia Valdés, de Gonzalo Roig; María la O, de Ernesto Lecuona, y Amalia Batista, de Rodrigo Prats, para estructurar el espectáculo dramático-musical Tres lindas cubanas, la puesta en escena con la que el Teatro Lírico Rodrigo Prats de Holguín celebra su aniversario 60.
Asegura Más —una de las principales figuras de la compañía fundada el 16 de noviembre de 1962 por el maestro Raúl Camayd, y quien realizó el guion y la dirección artística— que la dramaturgia de la obra “complementa y unifica en un mismo escenario el sufrimiento psicológico y emocional de las figuras protagónicas femeninas de las obras escogidas, respetando las distintas épocas de acción, así como su trama y los códigos que caracterizan al teatro lírico cubano; a pesar de desarrollarse la puesta en un espacio escénico de forma minimalista”.
La puesta —cuyo título nos recuerda el conocido tema homónimo de Rubén González— explota los personajes femeninos protagónicos, figuras de gran fuerza dramática en la tradición escénica cubana, y sus conflictos, marcados por el amor, el desamor y el sufrimiento.
Estas mujeres parecen estar condenadas por las diferencias sociales y de clases a no concretar sus pasiones, a ser objetos del deseo masculino, a no ver materializados sus sueños… Ni la belleza —mulatas, criollas, resultado del crisol identitario— las puede salvar, o quizá precisamente ella precipite sus caídas, sus infelicidades. Esta especie de marca está presente, como sombra agorera, como señal de tragedia, desde Cecilia Valdés, la obra cumbre de la novelística decimonónica cubana escrita por Cirilo Villaverde, y llevada a escena por Gonzalo Roig; y sus ecos se expanden al teatro lírico de la primera mitad del siglo pasado.
Tres lindas cubanas presenta, por separado, cuadros referentes a las zarzuelas; así el público conoce —cuenta Alfredo— momentos importantes en el desarrollo dramatúrgico de las obras. Estos van “mezclando y desenredando los conflictos amorosos entre sus personajes”. Además, dos arquetipos, que vienen del vernáculo, e incluso del teatro bufo, como el Negrito y la Mulata (interpretados por Danae Collado/Sheilla Zaldívar y Cristhian Anderson/Leandro Antonio Expósito, respectivamente) llevan, y por momentos hacen suyo completamente, a través de sus diálogos e interpretaciones, el traslado de una zarzuela a otra, el hilo conductor de un espectáculo que bien funciona como revista, como repaso; y también ambos se integran a la trama de las zarzuelas, sobre todo de Amalia Batista. Hay en ello, además de la estructura creada por Más, una intención jocosa, lúdica, que explora el choteo, y que hace al público cómplice de las historias de estas desventuradas (y lindas) mujeres.
El Teatro Lírico Rodrigo Prats se ha caracterizado por la calidad de sus voces, por las cualidades interpretativas, fruto de lo que podríamos llamar la escuela holguinera, con influencia del maestro Camayd, de Náyade Proenza, y más recientemente, consolidándose en las aulas de la filial del Instituto Superior de Arte en Holguín y en el propio Lírico como unidad docente. Tres lindas cubanas fue un ejemplo de esto. Aun así algunos aspectos deben tenerse en cuenta, como entonaciones, afinaciones, algunos dúos, la proyección vocal, y sobre todo —y no siempre, ni en todos los actores— cierto desbalance actoral demasiado evidente y que nos recuerda la necesidad de congeniar en escena dos palabras que sustentan el trabajo de una reconocida compañía: teatro y lírico.
En los personajes principales encontramos a Senia López (Cecilia Valdés), Reynier Velázquez (Leonardo Gamboa), Danisley Toledo (Isabel Ilincheta) y Carlos Manuel González (José Dolores Pimienta); Yuliannis Sánchez (María la O), Camilo Hijuelos (Niño Fernando), Loreta Rodríguez/Dania López (Niña Tula), Carlos Manuel González (José Inocente), Kenia Allen/Eyesmela Diéguez (Caridad) y Alfredo Calzadilla (Gallego Mariño); e Isabel Torres (Amalia Batista), Rafael Hernández (Julio), Dania López/Loreta Rodríguez (Carmita), Abel Carballosa (Alberto), Alfredo Calzadilla (Gallego Chao) y Eyesmela Diéguez/Kenia Allen (Camelia). Artífices jóvenes y otros de más experiencia que hacen posible el trabajo del Lírico, y que muestran el crecimiento diario de un grupo de intérpretes, sobre todo de los noveles.
Otros aspectos interesantes: el coro y su integración al espectáculo, el trabajo coreográfico de Alejandro Millán, el vestuario y la escenografía, que recicla elementos y los pone en función de la puesta… En resumen: Tres lindas cubanas, con dirección general de Liudmila Pérez, al frente de la compañía, se disfruta como espectáculo central de la jornada que celebra los sesenta años del Lírico, con un interesante recorrido —un ramillete, como era común decir en los tiempos de Cecilia Valdés— por nuestras tres grandes zarzuelas, y un homenaje a los maestros, tanto a nuestros grandes compositores como a los baluartes del Lírico holguinero, a través de una tradición que desemboca, necesariamente, en la modernidad.