Bajo el lema “Papeles de resistencia”, Sudáfrica, País Invitado de Honor en la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH), ha convertido su pabellón en un santuario de memoria y futuro. Entre estanterías repletas de obras que narran luchas anticoloniales, diversidad lingüística y sueños posapartheid, el país africano no solo celebra sus 30 años de democracia, sino que reivindica su vínculo histórico con Cuba, tejido en batallas compartidas y en la solidaridad que desafió fronteras.
Un cartel en el stand sudafricano captura la esencia de su participación: “El papel no es solo un soporte: es el guardián de nuestra historia, patrimonio y sueños futuros”. La frase, extraída de la narrativa curatorial de su programa, resume cómo la escritura ha sido instrumento de supervivencia y rebelión.
Durante la inauguración de la 33 FILH, Bertha Peace Mabe, viceministra de Deportes, Artes y Cultura de Sudáfrica, ahondó en esta idea:
“Desde un estudiante que garabatea su primer poema en un cuaderno hasta un preso que relata su vida en fragmentos escondidos, el papel ha sido cómplice de quienes resisten. Incluso hoy, en la era digital, preserva las voces que el poder intentó silenciar: cartas de exiliados, libros prohibidos, diarios de guerrilleros”.

La funcionaria recordó entonces que este diálogo entre pasado y presente se extiende a Cuba: “Durante el apartheid, sus editores tradujeron a nuestros autores censurados. Hoy, sus lectores caminan junto a nosotros en esta feria, recordando que la literatura no es un lujo, sino un acto político”.
El discurso de Mabe, al igual que el stand de Sudáfrica, recorrió la historia compartida entre ambas naciones. Destacó la colaboración militar en Angola durante los años 80, donde combatientes cubanos y sudafricanos lucharon juntos contra el régimen opresor. “Cuba no solo envió soldados, sino también maestros y médicos. Esa solidaridad se reflejó en nuestras letras: poetas como Nicolás Guillén y narradores como Alejo Carpentier inspiraron a una generación de escritores sudafricanos que veían en la Revolución cubana un espejo de sus propias esperanzas”, afirmó la viceministra de Deportes, Artes y Cultura de Sudáfrica.
Hoy, ese legado se traduce en una programación conjunta que incluye más de 50 actividades, entre ellos, el homenaje a Mandela. En el panel “Un día de acción inspiradora, que realza el Mandela que hay en mí y en ti”, autores como Nombeko Nontshokweni, Nokubongwa Lukhele, Tuelo Gabonewe y Eugene Damons analizarán cómo el líder antiapartheid usó la palabra como arma.
En “¿Por qué escribir en idiomas maternos?”, el dramaturgo Tuelo Gabonewe defenderá la literatura en sesotho y xhosa: “Si abandonamos nuestras lenguas, perdemos la cosmovisión de nuestros ancestros. Cada palabra es un territorio liberado”, dijo en la ceremonia inaugural Peace Mabe.
“…poetas como Nicolás Guillén y narradores como Alejo Carpentier inspiraron a una generación de escritores sudafricanos que veían en la Revolución cubana un espejo de sus propias esperanzas”.
El debate “IA en la escritura: ¿Aliada o enemiga?”, el sábado 22, confrontará posturas. Mientras, la novelista Annerle Barnard advertirá sobre la homogenización cultural, el poeta Sven Axelrad conducirá el panel “las apps que traducen nuestros textos a dialectos olvidados”.
El programa también reservó espacio para las nuevas generaciones. En “Redes sociales: ¿Nueva plaza pública para escritores?”, donde jóvenes como Farren Cloete relatarán cómo usan TikTok para viralizar poemas en zulú.
Más allá de los debates, la delegación sudafricana trajo gestos simbólicos. Durante la ceremonia de entrega de regalos, Mabe obsequió a Cuba una edición especial de La cosecha del tiempo seco, antología de poesía escrita en prisiones durante el apartheid. “Estos versos cruzaron océanos escondidos en suelas de zapatos. Ahora, llegan a ustedes como semillas de gratitud”, expresó.
Este diálogo se extiende a la música y las artes visuales. En el pabellón sudafricano, una instalación sonora mezcla cantos de libertad de Miriam Makeba con versos de Nicolás Guillén, mientras fotografías de la lucha contra el apartheid dialogan con afiches cubanos de los años 60.

La viceministra Mabe cerró su intervención en la inauguración con un llamado a la acción: “Que esta feria no sea solo un evento, sino un puente. Invitamos a traductores cubanos a trabajar con nuestras lenguas y a editores a co-publicar autores jóvenes. Las ideas, como la resistencia, no entienden de fronteras”.
En un rincón del stand, una vitrina exhibe un objeto modesto pero poderoso: un cuaderno abierto con anotaciones de Nelson Mandela durante su encarcelamiento. Al lado, una carta de José Martí a un amigo, prestada por archivos cubanos. Juntos, simbolizan que, como escribió Mabe en el libro de honor de la feria, “donde hay tinta y coraje, ningún muro es eterno”