“Con los anuncios del nuevo coronavirus el mundo entró en pánico. Sobrevinieron los aislamientos, las muertes, las noticias verdaderas y falsas, las mil y una orientaciones sanitarias y, dentro de todo el pandemónium, el teatro sintió sus cimientos sacudidos”. Sin embargo, “al igual que muchos de mis colegas, pensé que esa variante alojada en las computadoras y los teléfonos celulares, bien podría servir de puente esta vez para no perder el contacto con nuestro público y continuar una actividad cultural herida en la raíz, pero no en las ramas”.