Un poeta no muere a sus 58 años. Ni una enfermedad brutal es quien lo despedaza. Quien muere es el poeta que desaparece sin legarnos al menos una línea, un modo de recordarnos ante su página. Cada libro segrega, a su modo, su canción. Sigfredo Ariel se hizo un lugar en la música desde la poesía. Y la música es la sangre espiritual de este país, una de sus fuerzas.
Foto: Alina Sardiña