El jugador de ruleta rusa
Cuando Moscú en las tardes parecía concentrar en sí el sabor del futuro y a cambio aceptamos el espeso, sucio y frío aire de Arbat, desandamos la calle —esa calle de los dorados milagros, pero también de movimientos incesantes, hormigueos, cuestionamientos, mercadeos y soledades.