“¿Cómo sobrevivió la danza, una práctica milenaria —cuyos orígenes se remontan a los albores de la humanidad—, a una pandemia que lastima el cuerpo, su principal medio expresivo? No era posible danzar según las pautas tradicionales, pero la creatividad de bailarines y bailarinas encontró otros cauces para manifestarse. Alejados del mundo tridimensional, cercano al espectador, se apropiaron del mundo de las pantallas para exponer sus vivencias y continuar el diálogo”.