“Quiero que me recuerden como una buena persona”
Cuando apenas rebasaba la edad de la pubertad, Adelaida de Juan ya enseñaba en una escuela ubicada por las periferias de Arroyo Naranjo. Tenía que recorrer una sesión entera para llegar: dos guaguas, par de horas y un camino vecinal de dos kilómetros que la llevaban al pueblo de sonoro nombre.