El tiempo que nos tocó ha sido difícil, extenuante, pero por eso mismo bello y, como siempre, impelido por la posibilidad de un futuro que nunca desterraremos de los sueños patrios.
Las próximas elecciones tienen por delante el reto ideológico más que el del voto, el de asumir el horizonte y la utopía como esencias de un proceso atacado desde afuera y desde adentro.
La esencia de esta propuesta es un cambio, del enfoque correctivo y de reconocimiento, hacia el integral afirmativo en la concepción integral del Programa.
El Apóstol cubano nos legó un proyecto histórico original y antihegemónico que hizo posible definir una alternativa afirmada en una república con absoluta independencia.