El impacto de Los Beatles en mi generación fue como un tsunami cultural. En su corta existencia (1962-1969), el grupo dejó un conjunto de íconos irresistibles para los jóvenes: el peinado, que adoptamos posteriormente (en ese momento no pudimos, porque la batalla por el pelo largo fue como la de Waterloo, pero mucho más larga) como emblema distintivo: esas melenas históricas que todavía desafían la calvicie; luego el bigote y las barbas que se aproximaron a la cultura hippie, y el uso del grito oportuno para excitar la emoción.