“Estamos obligados a enaltecer y practicar los verdaderos valores democráticos para convertir la democracia conocida en efectiva como poder del pueblo”.
Nadie discute que quien ose darle la espalda al influjo social de las nuevas tecnologías se queda, intelectualmente hablando, en la retaguardia, pero quien trate de explicar lo humano y lo divino de esta existencia nuestra solo a partir de una esencia totalizadora conformada por esas nuevas tecnologías, pierde de vista factores tan decisivos como los de cultura, historia y nación.