La Habana es, como desde hace 45 diciembres, una pantalla gigante para el cine latinoamericano. Las historias de nuestros pueblos, sus relatos colmados de humanismo y sinceridad, retornan al encuentro de un público conocedor que ha ensanchado su cultura y horizontes junto al devenir del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (FINCL); un auditorio que espera con ansiedad esta fecha del año y desanda de una sala cinematográfica a otra, cartelera en mano, intentando no perder ni un detalle de una programación de privilegio.