El viento con desarmado ruido
El ojo no ve lo que aparenta ser.
Es falso, es vidrio
y brilla por su ausencia.
No advierte el giro propio
dentro de la órbita incierta.
El mundo le da vueltas en el abismo
donde cae despierto;
y de ninguna manera puede apreciar
lo que el descenso del párpado depara.
No distingue el ojo entre verdad
y apariencia,
pues más que ciego es vidrio
y corta.