Sônia Braga y la memoria de un país

María Carla Gárciga
19/12/2016

“Venir a Cuba era un sueño desde mi infancia. Gabriel García Márquez me invitó muchas veces, pero siempre coincidía con que estaba trabajando. Ahora finalmente estoy aquí, representando a Brasil, no al gobierno, porque no lo reconozco, sino a la gente de Brasil”, afirmó la reconocida actriz brasileña Sônia Braga, quien visita la Isla por vez primera en el contexto del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

actriz brasileña Sônia Braga en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano
Foto: Yander Zamora

La diva de los filmes Doña Flor y sus dos maridos y Gabriela, Cravo y Canela ─adaptaciones de la obra del escritor Jorge Amado dirigidas por Bruno Barreto─, protagoniza esta vez la cinta Aquarius, una de las promesas del concurso latinoamericano de largometrajes en la presente edición de la cita habanera.

Dirigida por Kleber Mendonça Filho ─un director, en palabras de Sônia, que gusta trabajar con el preciosismo y el silencio─, la intérprete encarna a Clara, uno de los personajes más complejos de su carrera. Se trata de una viuda de 65 años que se niega a salir de su apartamento, en un edificio que pretende comprar una constructora al costo que sea. La lucha, la resistencia y la fuerza de esta mujer son reflejadas en el filme, no solo en lo respectivo a la situación en sí, sino a lo largo de toda una vida que se va descubriendo al espectador a través de logrados flashbacks.

“Clara fue un personaje fantástico. Cuando leí el guion comprendí la importancia del tema, del personaje, la edad y sus memorias. Sinceramente, ha sido el guion más importante que he enfrentado en mi vida. Hace mucho tiempo que no hacía nada en Brasil, y cuando Kleber me mandó el guion me dio un regalo muy grande”.

La actriz de 65 años, recordada en el ámbito internacional por su rol en el filme El beso de la mujer araña ─cuya actuación le valió la primera nominación a los Globos de Oro─, reside desde hace años en la ciudad de Nueva York y confesó que tenía muchas ganas de compartir nuevamente con el pueblo brasileño.

“Dejé Brasil hace un tiempo porque estaba afrontando dificultades para actuar. Yo no hacía teatro, sino cine y televisión, porque me considero una actriz puramente audiovisual. Se me complicó vivir allí porque no había mucho trabajo en las novelas, y los jóvenes directores de cine no me llamaban tanto”, explicó Braga.

“El regreso me preocupaba, porque hace años que no trabajaba en mi país y este personaje implicaba mucha responsabilidad; si lo aceptaba, tenía que estar segura de que podía. Fueron tres semanas de ensayo y cuatro para el rodaje. El ensayo me dio miedo porque yo soy muy intuitiva, y la mayoría de los actores vienen de academia”.

La también ganadora del Premio Platino de Honor del Cine Iberoamericano, apuntó que el equipo de realización trabajó muy fuerte, con mucho amor y voluntad. “Lo más importante para nosotros era la honestidad del tema que estábamos abordando”.

El compromiso político de Braga data desde muy temprana edad. Según confesó en el encuentro de prensa, a los 9 años, cuando falleció su padre y se quedaron sin nada de un día para el otro, comprendió la vida y los problemas sociales. Así, comenzó a trabajar a los 14 años en la televisión para ayudar a su familia. Sería este el inicio de una exitosa trayectoria que la llevó a ser una estrella de la codiciada industria hollywoodense.

“Yo seguía la política, pero no tenía mucho espacio para hablar de eso, y Kleber, con esa película, me dio la plataforma para hacerlo. La derecha brasileña reaccionó al ver el cambio de Lula por Dilma, porque no soportaban más al Partido de los Trabajadores en el gobierno. Ahora estamos viviendo una vida muy peligrosa con este golpe, pues hace tiempo que no veía un Brasil tan dividido. Aquarius es importante en este contexto, porque apunta cómo las memorias son importantes para una persona, porque refleja también lo imprescindible de conservar la memoria de un país”.

La crítica ha calificado a la película de Kleber Mendonça como uno de los filmes de punta para llevarse el ansiado Coral, luego de su exitoso peregrinar en otros festivales como el de Cannes, Mar del Plata y Lima, en el cual Sônia ganó el premio de actuación femenina.