Simplemente “Así somos” (III)
21/10/2020
En su tesis de maestría,[1] la bailarina y profesora Lourdes Cajigal demuestra que existen tres etapas de creación artística[2] en el grupo de Danza Alternativa “Así somos”. Lo interesante de estas fases es que no poseen un carácter cronológico, sino creativo y, por tanto, pueden coexistir. Nos referimos a las etapas “Así somos”, “Así somos I” y “Así somos II”.
La bailarina y coreógrafa Lorna Burdsall concibió 20 coreografías para “Así somos”, y 17 piezas para “Así somos I”. Por su parte, Cajigal creó para “Así somos II” un total de 28 coreografías[3] que forman parte de diferentes espectáculos para adultos. Asimismo, Lorna también compuso Ante el Escorial para que fuese interpretado por su nieta Gabriela en uno de los espectáculos infantiles de Lourdes.
En la etapa “Así somos” los bailarines improvisan como si se tratara de un juego, y poco a poco Lorna Burdsall fija las pautas coreográficas hasta que el “juego” termina. A este período pertenecen las siguientes obras: Allacua; Así somos; Barril I; Caras; Carnaval; Cartuchos; Cuando vuela la paloma; Desfile de modas; El banquete; Felicicios; Haiku; Hola Bola; La pregunta sin respuesta; Opus 500; Pan integral con queso crema; Si muero, dejad el balcón abierto; Sueños; Temprano; Tendedera de la vida, y Viva la danza.
para Lourdes Cajigal. Foto: Cortesía del autor
Sin duda, la coreografía más importante de esta etapa es Así somos. La música utilizada corresponde a Beethoven, George Crumb y Anrol Llasdrub. La obra inicia con la entrada de cada uno de los bailarines, quienes expresan su personalidad a través de gestos y frases: “yo soy”, tú eres”, “¿quién soy?”. Caminan sin tropezar los unos con los otros, y cuando ya se han apropiado de la escena dicen a coro: “Así somos”. Tras el grito de “la merienda”, corren hacia las patas o piernas del teatro y comienzan a rodar frutas por el escenario; luego, mediante la improvisación, aparentan comer con cualquier parte del cuerpo.
Escenario oscuro. Los bailarines, vestidos totalmente de negro y situados en diferentes niveles, desfilan con máscaras blancas que simulan ser rostros flotando en el aire. Aparecen nuevos objetos como grandes pelotas fosforescentes, bastones, etc.
Se escucha luego una trifulca. Dos muchachos discuten por una tela inmensa (un paracaídas). En el escenario queda extendida la tela, la cual sube y baja gracias al vaivén de los bailarines. Después todos son cubiertos por esta, y a través de algunos orificios dejan ver sus piernas, brazos, manos, glúteos, etc. —en la versión infantil de Lourdes Cajigal, brotan juguetes. Del centro emerge un tocado que aparenta la cabeza de una abeja en el cuerpo de un astronauta. Se levanta mientras el resto se mueve como rositas de maíz hasta que se derrumban y cierra el telón.
“Yo soy”, “tú eres”, “¿quién soy?” y “así somos” son sentencias que van mucho más allá de un simple juego de palabras. La merienda era muy importante para aquellos becarios de la ENA, significaba reponer energías para continuar bailando, por eso este componente se convirtió en factor transcendental para el grupo. La luz negra que solo deja ver las máscaras blancas en el aire es más que un efecto de luces, tiene muchos poderes significantes. También el uso del paracaídas como elemento incorporado al cuerpo; como elemento plástico provocador de formas, relieves y lecturas; como base para proyectar diseños de luces y lograr claroscuros. Debido a ello se ha mantenido en todas las etapas de “Así somos” como una constante.
Por otra parte, en la etapa “Así somos I” es la propia Lorna —o un intérprete específico— quien improvisa, y los demás bailarines, o una parte de ellos, marcan las pautas coreográficas. La obra termina en un juego que se relaciona con lo improvisado.
Las piezas que se pueden incluir en esta forma de creación son A los espacios; Ayer; Barril II (Romance del diablo); Barril III (Adagio); Cebra; Consonanti; Dúo I; Dúo II; Greta; Pensamientos nocturnos; Simetría y el hombre solitario; Tardes grises; Un viejo manuscrito encontrado en una botella; Viaje al extranjero; Vieja María; Vierte, corazón, tu pena; y Virus gris.
Estas coreografías reflejan el mundo interior de Lorna Burdsall en ese momento particular, y fueron compuestas desde una profunda introspección. Quienes disfrutaron de su amistad reconocen en ellas sus más íntimas obsesiones. Cuando las concebía se sentía feliz, en una especie de exorcismo, y entonces trasladaba a todos ese radiante estado de ánimo.
Vieja María[4] es el solo más acabado de Lorna, y el que más le complacía. A partir del poema “Vieja María, vas a morir”, del Che Guevara, Lorna estructuró una pieza coreográfica en la que no hay desplazamientos espaciales, los movimientos son mínimos y el cuerpo permanece totalmente oculto. Incluso la expresión del rostro queda suprimida.
Lorna vino de un periplo que incluyó varios países latinoamericanos y donde pudo ver a los indígenas y a las mendigas. Sus relatos sobre el abuso a que era sometida la población originaria deja evidencia de cuánto la impresionó una realidad que desconocía. Contaba historias de los hombres que, sobre su espalda, cargaban enormes pesos; o el de “las Marías”, que ocultaban a sus hijos debajo de sus inmensas sayas para protegerlos del frío y la lluvia, mientras pedían limosnas para alimentarlos.
Este viaje y el poema escrito por el Che fueron los detonantes de la obra. “Vieja María, vas a morir” en la voz de José Antonio Rodríguez y con música de Mario Lavista resulta muy impactante. Lorna toma una pequeña palangana para sentarse y una tela verde oscura para envolver su cuerpo. Su cara está cubierta por una media que difumina los rasgos del rostro. La coreografía abarca el nacimiento de la mujer y sus hijos, y la muerte de ella al final, con una economía de movimientos que resulta increíble. Aquí la figura humana se pierde totalmente en función de una escultura que solo muestra las manos, como uno de los cuadros del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, quien tanto admiró esta obra.
Esta coreografía solo la bailó ella; no se la cedió a nadie. Indudablemente es la pieza más personal de Lorna Burdsall, y la que mejor expresa una ideología definida.
La mayoría de las obras correspondientes a las etapas creativas de Lorna Burdsall se estrenaron en la “casa de ensayo”, es decir, en su apartamento. Aunque el público se ubicaba en la sala y la acción escénica transcurría en el cuarto —decorado con telas de paracaídas sostenidas por abundantes palitos de tender—, cualquier parte de la casa podía ser utilizada como escenario: la galería, la terraza, el lobby, el elevador, e incluso las escaleras.
Ceder las posibilidades de giros y saltos, en pos de una acción minimalista, puede resultar aterrador para un intérprete que se ha preparado durante muchos años como gimnasta. Las diferencias dinámicas son muy marcadas, porque la academia no instruye para el control lento del cuerpo, y en la gran mayoría de las obras correspondientes a estas etapas solo se le exige, por ejemplo, un tenue movimiento del brazo o un ondulante caminar portando la pantalla de una lámpara. Podemos tener claro que el grupo fue siempre su sustentáculo de vanidad individual, acentuado con el pasar de los años. Pero esta puede devenir una apreciación muy ligera cuando se contrasta con el alto resultado artístico logrado.
Aquí nombro a todos los intérpretes que trabajaron con Lorna Burdsall en las etapas “Así somos” y “Así somos I”. Ellos son:[5] Jorge Abril, Nellisis Alfonso, Marlén Aragón, Hilda Rosa Barrera, Noel Bonilla, Tomás Brene, Gabriela Burdsall,[6] Lourdes Cajigal, Mariela Castro, Lilian Chacón, Leonor García, Pedro González, Rodolfo Hechavarría, Patricia Hernández, Adolfo Izquierdo, Vilma Lara, Guillermo Márquez, María del Carmen Mena, Judith Morales, Luisa María Olivares, Idalmis Pacheco, Estela Paz, Vladimir Peraza, Juan José Rodríguez, Sergio Saiz, Rafaela Salgado, Yamira Sánchez, María del Carmen Urquiza, Carmen Vásquez, Israel Velázquez, Juan Carlos Wisdom, y Amy.[7]
Gabriela Burdsall estuvo al lado de Lorna desde pequeñita, y heredó su inteligencia, creatividad y carácter. En 1998, cuando su abuela la llevó al teatro Mella a ver el espectáculo Sin intención, de Lourdes Cajigal, pertenecía a un taller de danza española en el Gran Teatro de La Habana (actualmente Gran Teatro Alicia Alonso). A partir de ese momento perteneció al Taller de Danza Creativa del grupo “Así somos”.
Posteriormente ingresó en la Escuela Nacional de Danza Moderna y Folclórica, y al graduarse integró Danza Contemporánea de Cuba. Estudió también en la Universidad de las Artes, y compuso sus propias coreografías con intérpretes amigos y con la colaboración de Adolfo Izquierdo para sus video-danzas y performances. Fue reconocida en festivales y concursos cubanos hasta que decidió radicarse en Estados Unidos.
Debo hacer precisiones. Algunos intérpretes solamente bailaron en una obra o en una función. Además, no todos los miembros del grupo participaban en todas las funciones; varios de ellos podían ser integrantes y, sin embargo, no estar contratados oficialmente. Ese es el caso, por ejemplo, de Adolfo Izquierdo, lo que no impidió que fuera un baluarte por su constancia y creatividad. Los músicos Jorge Berroa y Carlos Malcom, y el actor José Antonio Rodríguez, llegaron a ser colaboradores muy significativos para Lorna.
Finalmente, a la etapa “Así somos II” corresponden aquellas coreografías compuestas por Lourdes Cajigal en las que emanan improvisaciones más allá del aspecto lúdico y sabiéndose de antemano a donde llegar. Ninguna función se realizó en la “casa de ensayo” de Lorna.
Esta forma de concebir coreografías viene determinada por el desarrollo de una idea previa. Generalmente, antes de comenzar el montaje ya se tiene muy claro el proceso creativo, si bien los intérpretes poseen libertad para generar sus movimientos. De la experiencia individual de cada bailarín se extrae aquello que une, desune y singulariza al colectivo en torno a la concepción de la coreógrafa.
Todos los intérpretes que trabajaron en la etapa “Así Somos II” con Lourdes Cajigal, son: Alexis Aguilar, Alexander Amechazurra, Andy Barbosa, Lena María Baró, Aidamys Batista, Araina Begué, Odwen Beovides, Glenda Cajigal, Manuel Alejandro Ceballos, Raiza De Beche, Thais Doimeadios, Enrique Estévez, Milay García, Lisett Galego, Heily Jorge, Henry Labrada, Yuniet Lombida, Alfredo Maseda, Duannis Monaga, David Peraza, Vladimir Peraza, Vladimir Quiñones, Alberto Ramírez, Sidelay Ramos, Vivio Ramos, Wanda Regalado, Yailyn Reyes, Eunice Riverón, Yaimelys Robaina, Niurvis Roca, Claudia Hilda Rodríguez, María Caridad Rodríguez, Deili Rojas, Roberto Carlos Silva, Maidelys Soria, Leydiana Valdés, Abdiel Vargas y Yusleivy Vega.
Entre los colaboradores de esta etapa se encuentran el escultor Rafael Miranda; los diseñadores Carmen Rosa Pérez y Humberto Rosales; la compositora musical Wilma Alba; los profesores Yasím Herrera y Marta Emilia Puente; así como la ensayadora Leah Vázquez. Cecilia Barbón fue productora del grupo, también Silvia López, pero por muy poco tiempo. Osvildo Díaz y Jesús Ramírez se ocuparon del manejo de las luces, y José Braojos estuvo a cargo del sonido.
Deili Rojas y Humberto Rosales llegaron al grupo ya graduados de sus respectivas especialidades en la Universidad de las Artes. Creyeron firmemente en la estética que proponía Lourdes Cajigal, y entregaron sus conocimientos y esfuerzos en función de todos. Trabajaron con nosotros durante ocho años.
Pocos músicos exhiben tanto talento, y a la vez tantas muestras de entrega, respeto y gratitud como el excelente saxofonista Yuniet Lombida. Su paso por el grupo es recordado con mucho cariño.
Aquí aparecen los intérpretes que han propiciado la magia de Danza Alternativa “Así somos” en sus casi cuarenta años de historia. Para algunos fue la única posibilidad de bailar; otros han brillado en diferentes compañías y países. Están aquí uno al lado del otro solo con jerarquía alfabética, sin importar fidelidades o reprobaciones. Y es que todos han contribuido al crecimiento de la danza cubana.