Seré leal a su legado

Ana María Domínguez Cruz
14/1/2021

No le resulta fácil hablar de quien fuera su padre, su segundo padre. No porque no pueda hacerlo, al contrario. Cuarenta años de vida compartidos le permiten hablar de él sin tapujos, desde el afecto y la admiración profesional. Pero a Héctor Noas le cuesta mucho, ahora, hablar de Enrique Pineda Barnet ausente, “como si no estuviera siempre”.

 

“Yo creo en ti”. Así le dijo siempre el afamado cineasta a quien hoy es uno de los actores cubanos más reconocidos. Se lo dijo, incluso, cuando apenas era un joven apasionado, con ganas de comerse el mundo y con pocos estudios relacionados con el teatro, el cine y la televisión.

“Fue mi primer maestro de actuación y siempre vio en mí el sentido de la ética que me acompaña, los valores humanos que defiendo y la gran responsabilidad que asumo desde que quise iniciarme como actor.

“Entre nosotros siempre hubo una amistad pura, limpia. Siempre creyó en mí y me apoyó, me enseñó, me guió para que cumpliera mis sueños. Uno comete errores, sobre todo al principio, y hace cosas imperdonables. Él me iluminó el camino y me hizo ver que la clave del éxito está en la disciplina y la autoexigencia.

“Con el tiempo nuestra relación de maestro y alumno se fue convirtiendo en la relación filial de padre e hijo, pues mi padre vive en otro país y Enrique fue la figura paternal que yo tuve cerca, con el amor y la comprensión que encierra”.

Experiencias de trabajo disímiles los unieron a ambos. Cortometajes (First, Upstairs), películas (La Bella del Alhambra,  Verde, verde, La anunciación), entre otras. Pero quizás otro día, cuando el dolor se acomode aunque no desaparezca, Héctor podría hablar más sobre eso.

“Con el tiempo, este padre que la vida me dio necesitó cuidados y yo se los di porque fue la mejor manera de reciprocar. He hecho sacrificios para ello, claro, pero ha sido de manera consciente y a voluntad. Solo me obligaba mi amor filial hacia él, mi sentido de la responsabilidad afectiva, mi deseo de ser para él lo que un día él fue para mí.

“De mi padre pasó a ser mi hijo pequeño. Me pedía consejos, me tocaba censurarle comportamientos por el bien de su salud, me tocó vigilarle el sueño, su alimentación, su alegría… Y lo hice con gusto. Me deja una lección de vida inolvidable, y trataré de ser leal a su legado”.

Así escribió Héctor Noas en su página personal en Facebook: “Hoy no tengo palabras. Ni siquiera lo intentaré. El vacío será inmenso y posiblemente eterno. Este Padre que la vida me dio, ocupó casi todas las áreas y todas para bien. Queda el consuelo de saber que he cumplido con amor y se fue en paz. Gracias por todas las muestras de lealtad y afecto. Ya daré los agradecimientos pertinentes y necesarios. Por deseo expreso de él mismo, será cremado y sus cenizas esparcidas en algún lugar del Malecón, su lugar preferido. Habrá que esperar responsablemente a que la situación epidemiológica nos dé una tregua y juntos podamos darle un homenaje como merece su estatura humana y artística. Avisaré a los amigos, por supuesto. La amistad es un tesoro que cuidó mucho. Descansa en paz, querido Papá Enrique. Me diste mucho. Trataré de no decepcionarte nunca. Abrazos”.