-¿Usted ha visto hoy la televisión? -Me pregunta un niño mientras coloco la bandeja servida sobre la mesa.
-No. ¿Por qué? -y lo miro fijamente.
-Resulta que yo vivo donde el incendio, y cuando nos recogieron para venir para acá no lo vi. Quería saber si habían dicho de un perrito muerto o desaparecido.
-No, no han dicho nada. Seguro que anda jugueteando por ahí y esperando tu regreso -miento, y no sé si me cree, pues se queda pensando.
Entonces por primera vez sonríe y se mete la cucharada en la boca. Estoy apoyando con el almuerzo de los 114 niños vecinos del lugar del siniestro que conmociona el país y que han sido evacuados en la Universidad de Matanzas. Tan pronto supe que la casa de altos estudios se convertiría en un centro de evacuación, me dije: “Tengo que ir para allá y apoyar en lo que me necesiten”. Claro, no soy el único.
Durante la mañana he recorrido habitaciones, he intercambiado y ayudado a localizar personas y brindar consuelo.
Una persona se ha echado a llorar en mi hombro: “Ha sido muy duro”, me dijo.
Otra me comenta: “Si no me morí anoche del susto, demorará la pelona en venir a buscarme”.
Me hablan del calor que experimentaron cuando estalló uno de los tanques, del humo tóxico y de los animales que han dejado en casa. Tropiezo con varias embarazadas; niños pequeños en los brazos de sus padres; personas enfermas; todos han sido bien atendidos.
Milagro: ¡Un bebé de cuatro meses! Humberto, de 77 años, con la gota y epiléptico. Ainoa, de solo un mes.
Cerca de mí llegan trabajadores sociales y de otros organismos, todos dispuestos a ayudar.
“Decenas de personas silenciosas, con la mirada perdida en aquella enorme lengua de fuego”.
En la entrada, una imagen impactante: decenas de personas silenciosas, con la mirada perdida en aquella enorme lengua de fuego de la cual emerge una impresionante columna de humo que amenaza sus hogares.
-De esta salimos -me solidarizo.
-Claro, profesor, hay confianza.
Alguien junto al oficial de guardia observa el comportamiento del incendio en una revista especial televisiva. Aunque no me entienden, lanzo la pregunta: ¿Han dicho algo sobre un perrito?
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Tomado del perfil de Facebook del autor