Salsa, somos salseros
La sexta edición del Festival de la Salsa se celebrará en La Habana del 22 al 26 de febrero. Este es el momento para analizar y dejar claros los orígenes de la salsa cubana y de toda América. En un artículo que leímos en la revista Latin Beat, mencionaba que el género había nacido en Nueva York. El nombre de la salsa se emplea en Cuba desde inicios del siglo XX. La música que comenzaron a difundir Miguel Matamoros, Ignacio Piñeiro y Arsenio Rodríguez —los padres y arquitectos del son moderno— fue pura salsa; con ellos comenzó todo. Alrededor de esos tres pilares surgieron los sextetos y septetos de son que se crearon profusamente y produjeron el primer gran boom de la música cubana y latina.
En 1929 Ignacio Piñeiro nombró y popularizó internacionalmente la palabra salsa. Fue así como en 1932 grabó el son-pregón “Échale salsita”, que condimentó el ajiaco musical cubano lleno de sabrosura antillana. (“Obertura cubana”, de George Gershwin, utiliza temas de la obra de Piñeiro). En 1954 el bajista Israel López, Cachao, otro rey de la música, tituló uno de sus temas “Más salsa que pesca’o”. Benny Moré, en 1957, para animar a sus músicos gritaba “¡Salsa! ¡Salsa!”, y cerraba los números de su orquesta con unos efectos en la dirección que luego rubricó con estas palabras: “¡Se acabó la salsa!”.
En 1966 el excéntrico disc-jockey Phidias Danilo Escalona, ya fallecido, mantuvo un programa en una radiodifusora de Caracas, Venezuela, que llamó, un tanto exóticamente, La hora del sabor, la salsa y el bembé;programa inspirado en otro suyo anterior nombrado Más pachanga (nombre de un ritmo o estilo musical inventado en Cuba por Eduardo Davidson en 1959).
En El libro de la salsa: crónica de la música del Caribe urbano, el periodista venezolano César Miguel Rondón escribió:
“En la década de 1950 Cuba seguía siendo el centro de la música caribeña, el toque último seguía estando en la Isla grande: el Norte único era emular el sonido y sabor cubanos, y la meta definitiva, superarlos; cualquier otra alternativa se descartaba de antemano. Y es que Cuba, viviendo de la farra, permitía el cultivo de las más diversas manifestaciones y estilos. El mambo, el chachachá, las colosales orquestas de charanga: Melodías del 40, Arcaño y sus Maravillas, Ideal, Belisario López, América, Jorrín, Fajardo y sus Estrellas, Aragón, Sensación, Neno González.La rumba estrepitosa, las grandes orquestas de jazz band: Casino de la Playa (Miguelito Valdés), Lecuona Cuban Boys (Armando Oréfiche), Pérez Prado, Benny Moré” .
“Y no es cuestión de afirmar que solo Cuba poseía ritmos de valía o de interés entre los diversos países de la región, se trata simplemente de entender que Cuba logró reunir todas las condiciones necesarias para convertirse en el centro musical del Caribe. Sería muy difícil desarrollar e imponer internacionalmente ritmos que no tuvieran la marca del son. Las bombas de Ismael Rivera, de Puerto Rico, fueron rematadas con montunos cubanos. La cumbia colombiana quedó reducida al folclor, lo mismo pasaría con muchos de los ritmos negros de la costa venezolana. Las fabulosas orquestas cubanas condenaron a una virtual muerte prematura a esos ritmos. La presencia de la sonoridad cubana, por lo tanto, ya era inevitable”.
Estas palabras pertenecen al autor de un libro clásico de la salsa latina; no le pertenecen a un cubano, sino a un venezolano que, en un tremendo arranque de sinceridad, publicó palabras tan importantes para la música de América.
¿Por qué motivo la música cubana es el centro musical del Caribe?
Cuba tuvo el privilegio geográfico de encontrarse en la llave del Golfo, en el corazón del continente americano, a la hora del más grande encuentro y síntesis de culturas de la humanidad. En Cuba se dieron cita, en menos de medio siglo, todas las razas y culturas del planeta; la encrucijada y el ecumenismo más grande de la historia; el más grande ajiaco que haya existido.
“El hombre es lo más importante en la creación de la música”.
A Cuba arribaron más de 1 400 000 negros africanos, los reyes del ritmo, una verdadera potencia musical. Ellos —junto a los europeos y de otras nacionalidades llegadas a Cuba— fundaron el máximo yacimiento rítmico y tímbrico de América y del hemisferio occidental.
A todo ello hay que adicionar que Cuba fue la encrucijada por donde pasó casi todo el oro y la plata hacia Europa para desarrollar la civilización del Viejo Continente. Cuba constituyó una ciudad de servicio; La Habana se convierte en el emporio de la música alegre, rica, viva y universal.
En cada esquina existían cuatro bares, cantinas y victrolas; existió la mayor cantidad de bares, clubes, cabarés, teatros, cines, sociedades, salones de baile; era un país de fiesta en fiesta. La música cubana sigue escoltada por las fiestas, los carnavales, las rumbas y congas de solar que mantienen a buen resguardo (no en cajas de caudales) la rica y sabrosa música cubana. A ello hay que adicionar que el cubano genera la sabrosura tropical, siempre hospitalaria y amable con el visitante. El hombre es lo más importante en la creación de la música.
Terminamos con las palabras de uno de los creadores del jazz latino (cubano), Mario Bauzá, en Nueva York: “Salsa, somos salseros reconocidos en el mundo entero”.