Rudy Mora me dijo hace años que siempre asumía cada trabajo como si fuera el último. La afirmación no solo refleja su tenacidad y empeño en la profesión que eligió y adora, sino que además evidencia que, difícilmente, podría escribir un guion y dirigir una película, una serie o un videoclip sin involucrarse de lleno, incluso en términos personales.

Por eso no me sorprende que Calle 232, su más reciente proyecto, sea protagonizada por un director de cine, quien es aquejado de una enfermedad que lo incapacita mentalmente, ante lo cual debe lidiar con la soledad impuesta por el abandono de amigos y colegas.

No es el caso de Rudy tal cual, él goza de excelente salud, enhorabuena. Sin embargo, sabe muy bien lo que significa aprender a vivir con determinado padecimiento y no siempre contar con allegados para sostenerlo o, ante la complejidad que entraña pertenecer a una familia pequeña, asumir el cuidado de quien ya no puede valerse por sí mismo.

Rudy Mora contó que Jorge Alí aceptó su propuesta inmediatamente. 

Luego de 18 llamados concluyó la etapa de rodaje de esta cinta que, según me reveló, integra un proyecto más ambicioso y luego propiciará la realización de otra.

“Compartí durante varias jornadas con quienes laboran en el Centro de Estudios de la Mujer y me conmovieron muchas historias, la mayoría conectadas con cuidadoras. Viví durante diez años esa experiencia junto a mi hermana, al cuidado de mi mamá, y pensé que era imperioso hacer esta película ante los desafíos tan grandes que tiene un país como el nuestro, donde la población envejece cada vez más y es imprescindible abordar la dinámica de las personas que modifican sustancialmente sus vidas para cuidar a los ancianos”.

El filme, actualmente en la fase de la postproducción de imagen y sonido, cuenta con las actuaciones de Jorge Alí, Isabel Santos, Luis Ángel Batista, Chavelys Díaz y Laura Mora. Hay actuaciones especiales de Andrea Doimeadiós y Yudexis de la Torre.

“Jorge Alí aceptó mi propuesta inmediatamente. Yo necesitaba un actor con sus características físicas y aunque muchos se alarmaron con su delgadez al ver algunas fotos suyas en las redes sociales, les aseguro que está bien de salud. Hace rato que no actuaba, agradeció la experiencia, y el trabajo me satisfizo mucho”.

La actriz Isabel Santos también forma parte del elenco.

Esta coproducción del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficas (Icaic) y DMM Film es ante todo una película sentida.

“No le es ajena a nadie esta historia porque todos en nuestras familias o en las de las personas que nos rodean las vivimos a diario. Sabía con los ojos cerrados lo que quería porque la experiencia personal me guió todo el tiempo.

“Es una película pequeña, con pocos actores y pocas locaciones. Trabajar así resulta muy bueno en estos tiempos. En la dirección de producción tuve a Adriana Moya, el director de fotografía habitual en mis trabajos Alexander Escobar, Octavio Crespo como editor, la música de Juan Carlos Rivero, el sonido directo y el diseño de Yenisey Morales y Jorge Guevara, respectivamente; y Mari Rentería como primera asistente. El equipo mantiene sus armónicas relaciones profesionales y eso permite que fluya la creación”.

Entre los contratiempos que pueden aquejar una producción de estas características, Mora reconoce que el ruido creciente en la capital cubana es el principal. “La Habana se ha convertido en una ciudad muy ruidosa y ello afectaba el rodaje porque no es mi interés ubicar la historia en un periodo específico de tiempo, sino que tenga plena vigencia”.

La película cuenta con pocos actores y pocas locaciones.

Otro desafío se relaciona con el hecho de contar una historia que transcurre a lo largo de nueve años y ese paso del tiempo, a través del maquillaje, también fue algo complejo, precisó.

A la espera del estreno de esta película y de buenas nuevas en relación con la que integra el dueto —referida a las personas que ocupan casas en busca de una legalidad—, pensé encontrar nuevas propuestas televisivas al estilo de las series Doble Juego, Diana, ConCiencia y Primer grado o alguna novela.

“Si supieras… Hace poco se conmemoraron 22 años de la serie Doble Juego y fue bonito que todos recordaran buenos momentos. Fue una oportunidad valiosa para mi vida profesional. Siempre aclaro que fue una serie, no una telenovela, aunque se transmitió en el horario habitual de ese tipo de producto, al igual que Diana. Realmente nunca he hecho una telenovela, desde el punto de vista conceptual. Yo hago series”.

¿Nunca harías una telenovela?

“Para darle de comer a mi hijo, sí. Para satisfacer deseos creativos no. Sinceramente no me gusta hacer televisión a tres cámaras, me gusta pensar plano a plano toda la idea. Los códigos que se mueven en la dinámica productiva de una telenovela son de otro tipo y me sentiría incómodo.

“Considero que soy de los realizadores que me gusta pintar cada plano. Cada fotograma para mí tiene un valor único y el objetivo es que al final, todos, muestren lo que pienso. La telenovela te exige otro tipo de cosas, el nivel de elaboración no es el mismo…

“No es primera vez que digo esto. Siempre fue así. Mi visualidad siempre ha estado más cercana al lenguaje cinematográfico que al televisivo, aunque he trabajado mucho para la televisión en cuentos, revistas, programas de participación y series.

“Pero, afortunadamente, la vida me ha llevado a donde he querido y estoy preparado para ello”.

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