Rodulfo Vaillant: El sello bailable
15/4/2016
Barrio de los Hoyos. Calle San Bartolomé, entre San Ricardo y San Antonio. Los vecinos se arraciman. Entre los asistentes se encuentran el medallista olímpico Enrique Figuerola, los maestros de la música Enrique Bonne y Roberto Valera, el pianista Frank Fernández y las máximas autoridades del territorio santiaguero. El otorgamiento del Premio de Honor de Cubadisco al compositor Rodulfo Vaillant García, se ha convertido en una fiesta. Hay razones.
Estrellas Cubanas, Ritmo Oriental, Los Van Van, Tito Gómez, Riverside, Maravillas de Florida, Pancho El Bravo, Los Taínos, Orquesta de Música Moderna, Rumbavana, Adalberto Santiago, Willy Chririno, Orlando Contreras, Batacumbele, Son 14, Revé… todos han incluido temas de su autoría.
Foto: Tomada de Internet
Ha defendido espacios para la creación musical, desde sus responsabilidades en la radio, la producción discográfica, la escena y desde la presidencia del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Santiago de Cuba, condición que ostenta desde 1998.
Dirigió la Comisión de Espectáculos de los carnavales de la otrora provincia de Oriente y fue integrante de la comisión del carnaval santiaguero durante 17 años. Primer programador de eventos y espectáculos artísticos al fundarse el teatro Heredia en 1991, su energía ha sido sostén del Festival Boleros de Oro —contra viento y marea— el Festival MatamoroSon, el Concierto Santiago, el Concurso de Música Popular Electo Rosell (Chepín) y el Encuentro Amigos del Jazz.
La conversación tiene lugar en la vieja casona de la calle Heredia, a unos metros de donde nació el Cantor del Niágara; frente al óleo que eterniza a José Soler Puig.
De victrola en victrola. La aguja al surco. La voz de Ezequiel Cárdenas deja escuchar el bolerazo. Es 1965. Arrodíllate penetra en el club Sheherezada, en bares y cabarets. Lo cantarán René Ferrer y Elsa Balmaseda. Su autor es un joven santiaguero y aquel será su primer éxito.
“Abracé el movimiento del filing y creamos en Santiago un club integrado por Osmundo Calzado, Fico Mariol, Tony Olmos, Esperancita Ibis, Ana Potrié, y otros, todos jovencitos. Era como un laboratorio para mis canciones, de allí surgieron muchas ideas; de allí surgió “Arrodíllate”. Yo era romantiquísimo, pero mi vida dio un giro hacia la música bailable.
“Yo me había hecho amigo de Enrique Bonne, casi a la fuerza. Él era representante de discos, y yo, un poco por seguirlo, me metí a representante de la Maype. Bonne me presentó a muchos músicos en los carnavales, con los cuales hice gran amistad.
“Así me convertí de la noche a la mañana, en una especie de embajador de los músicos que venían de La Habana. Cuando llegaban, me los llevaba a las emisoras, les buscaba bailes, y eso me ganó una gran popularidad. Yo era entonces, director musical de la radio en Oriente.
“Un día me encontré con Sergio Calzado en el parque Céspedes, y me dijo: ¡A qué no te atreves a hacer una guaracha para Estrellas Cubanas! Imagínate que reto, pero cuando vi la oportunidad, rápidamente me fui a preparar la guaracha. Así nació Fue mi reloj. Ellos vienen a los carnavales de 1966 y estrenan el número en Martí y San Pedro. ¡Eso fue del cará!…. Ese número me dio la alegría más grande que yo he tenido en mi vida.
“El hecho de que incluyeran por primera vez en un disco un número mío, fue emocionante; pero que además lo estrenara una orquesta que me gustaba, resultó una sensación inolvidable. A partir de ese hit, se me abrieron las puertas de la orquesta. “Fue mi reloj” sonó en todos los carnavales de la Isla. Me sentí autor, era una intensa promoción en vivo.
“Aquello no paraba, seguí dándole números, al extremo de llegar a 24. Creo que ningún autor de Santiago ―exceptuando a Bonne con Pacho Alonso― llegó a tener tantos números con una orquesta de ese nivel, que estaba en los principales espectáculos del país. En 1969, les doy los dos números que me consagran: “La escoba barrendera” y “El lápiz no tiene punta”. Eso me abrió el camino para que las demás charangas empezaran a pedirme cosas”.
Éxitos, música, polémicas…
En la calle, en la guagua, en los parques, la gente empezó a tararear las canciones de Rodulfo. La orquesta Ritmo Oriental, entonces en sus inicios, suena con “Hay quien dice que la gorda”. Después, se busca el lugar apropiado para una matinée que se llamó “Manolo busca a la Gorda”, nombre debido a la combinación de los primeros éxitos de ese colectivo, incluido, “Mi socio Manolo”. Como anillo al dedo, llegó la actuación en la región costera de Punta Gorda. Medio Santiago se dio cita allí. La voz la puso Pedrito Calvo. La obra, no obstante, movió a la polémica.
“Sí, La gorda fue criticada, porque Pedrito, al grabarla en un disco, distorsionó mi intención. En las improvisaciones utilizó frases contrarias a la idea que yo tenía, como por ejemplo, aquello de que quería una gorda para que le limpiara los zapatos. Otros me criticaron “La escoba barrendera”, porque decían que hablaba mal de la mujer; y era todo lo contrario, lo que pide es que la mujer no le falle al hombre.
“Cuando hice el tema “Fito y Susi”, dedicado a mis hijos, alguien me preguntó por qué me refería al color de la piel, y le dije que ellos eran negros, y no los podía teñir de blanco para la canción. Las circunstancias también tuvieron que ver. Cuando saqué “Carne con berenjena”, que interpretó la orquesta Maravillas de Florida, alguien se me acercó y me comentó que cómo iba a hacer una canción que hablara de carne… si en esos momentos no la había.
“Yo defiendo la idea de trabajar con lo que le sucede a la gente diariamente. En primera, porque cada sector de la población tiene un código, y los que hacemos música popular bailable, trabajamos con esos códigos, con lo más popular. Eso no quiere decir que no se tenga cuidado.
“Tú puedes decir una cosa muy popular, sin caer en chabacanería. Ciertamente, es una confusión que tienen algunos. A veces no saben dónde está el gracejo popular del cubano, el doble sentido. La línea de mis números es metafórica todo el tiempo, la resuelvo con un texto donde digo la verdad, y en el montuno, incluyo lo metafórico”.
Hasta 1975 pudiera extenderse una primera etapa en su carrera de creador. La Ritmo Oriental incluye en su repertorio nuevas composiciones suyas, a saber: “Eso fue por hacerme caso”, “A las buenas, sí”; “Mamá no cabe” y “Ana Margarita”. Esta última fue dada a conocer en el estilo vocal de Tony Calá. Por su parte, el mítico cantante Tito Gómez le graba, con la orquesta Riverside, “La escoba barrendera”. Posteriormente le solicita otra pieza: el bolero “Si te dejé”, por el cual manifestó su preferencia.
“Fueron años de palos y palos, palos musicales. Seguí en Santiago de forma muy sencilla. Cuando yo viajaba a cualquier parte del país, me llamaban de las emisoras. Yo estaba imbuido en hacer números que pegaran; no me puse a analizar, a pensar lo que estaba pasando. Creo que me di cuenta cuando tuve más madurez. Yo vivía una vida un poco loca, un poco bohemia”.
Agua para la tía
Cuando, ya estudiante, había que seleccionar a un representante en la esfera de cultura y deportes, siempre señalaban al robusto mulato de los bailes. De casta le viene al galgo, y de ambas líneas: sus tías paternas eran pianistas concertistas, sobre todo Georgina, que llegó a acompañar a los filmes silentes. También ligado, familiarmente, a Esmérido Ferrera, el famoso Lolo de la orquesta Chepín-Chovén.
Sus tíos maternos, los García, animaban la orquesta Ases del Son. Uno de ellos, Armando, fundó el conjunto Supremo; Osvaldo era bongosero y a Frank también compositor, lo conocían por Cáscara. Cuando toda esa tropa se trasladaba de Palma Soriano para Santiago, tenían albergue seguro en casa de Rodulfo. No es difícil imaginar de qué hablarían y cual sonido impregnaría aquel ambiente.
Por si algo faltase a su signo, había nacido en fecha similar a la de Miguel Matamoros, el 8 de mayo —aunque de 1939— e igualmente en el barrio de Los Hoyos, emporio del folclor oriental. El sonido de la trompeta lo inclinó hacia ese instrumento desde la enseñanza primaria, en una escuela del barrio con Alcibíades Castillo. Por complacer a su padre fue agrimensor y llegó hasta tercer año de ingeniería de minas, pero su vocación hacia la composición resultó inquebrantable.
Vaillant tenía habilidad para atrapar lo que sonaba en el aire. Uno de los hits de los años 80, surgió de una anécdota de ocasión: “Se muere de sed la tía”, que interpretará Los Van Van. Ese número también lo grabó Willy Chirino. La orquesta Aragón le grabó “Se fue linda paloma”, y Orlando Contreras, en Nueva York, incluyó en un disco sus temas “Como un payaso” y “En una iglesia”. Elio Revé, en su vuelta al popularidad escogió “Yo no quiero que seas celosa” y el salsero Alex León, la incluyó en su repertorio. La sonoridad no conoce fronteras y en una de las mecas de la música latina, Nueva York, también empezaron a escucharse sus creaciones. Agrupaciones que seguían los estilos de Aragón, Ritmo Oriental y Estrellas Cubanas como la Típica 63, Típica Broadway y Típica Tropical, se encargaron de ello. También tocaría el ámbito latinoamericano con Adalberto Santiago y los Kimbos, la mexicana Verónika y otros.
“No he sido una persona que se ha dedicado a enviar mi música al exterior, pero puedo sentirme satisfecho. A finales de 1999, me llevé una gran alegría: un equipo de trabajo del Smithsonian Institution nos buscaron a Bonne y a mí, para hacer un trabajo. Yo aparezco registrado como uno de los compositores de música popular, fundamentalmente de música bailable”.
Manos, tiempo, servicio…
Al grupo Irakere se lo trajo a su ciudad natal a poco meses de fundado, en 1973, y le organizó los primeros bailables. Su empeño fue decisivo en la reunificación de la orquesta Chepín-Chovén y es uno de los artífices en la conformación de Son 14, todas agrupaciones emblemáticas de la música cubana.
“Me encontré con Adalberto Álvarez en Camagüey. Me dijo que tenía intenciones de irse para La Habana a tocar güiro con Rumbavana; aunque en realidad él deseaba hacer un conjunto. Le dije que viniera para Santiago, aquí hablamos con Tony Orúe, director de la empresa de artistas y empezamos a buscar algunos músicos. Había mucha gente en contra de que se formara el conjunto; pero nos encargamos de todo, desde el vestuario hasta la vivienda.
“Un día vino Alberto Vera y le gustó lo que escuchó. Era la opinión de un gran compositor y de un alto dirigente nacional de la radio. Al poco tiempo me llamó para preguntarme si creía que el conjunto estaba en condiciones de defender un número en el Concurso de Música Adolfo Guzmán. [1] Nos fuimos para el concurso. Ganaron el segundo premio con “Calle Enramadas”, el número de Pedro Gómez, y siguieron participando en los años siguientes.
“A los dos años, Son 14 se fue de gira por Venezuela con todo éxito, y luego por Europa. Recuerdo que las primeras grabaciones fueron en la emisora CMKC y su primera actuación pública en el cine Cuba, el 10 de octubre de 1978 y no el 11 de noviembre en Santa Úrsula como se dice por ahí. Estoy orgulloso de haber estado junto a ellos”.
La televisora internacional Telesur ha tomado sus testimonios. Hasta Valencia (Venezuela), San Juan (Puerto Rico) y Cáceres (España) ha llegado su mano en la defensa del bolero, en la dirección de galas y homenajes. Harold Gramatges, Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luís de Victoria, le entregó la condición de Artista de Mérito de la UNEAC (2006) y la Asamblea Municipal del Poder Popular de Santiago de Cuba le concedió la de Hijo Ilustre (2014).
Algunos números suyos recobran nuevos aires al estilo Sixto Llorente (El Indio) y José Alberto (El Canario). Pone en mis manos el disco Sinfónico Bailable (Producciones Colibrí) con varias de sus piezas más conocidas y otros estrenos, interpretadas por la Orquesta Sinfónica de Oriente y músicos del Orfeón Santiago. No se ha detenido, pero, sin dudas, las responsabilidades han tenido su peso:
“Actualmente, todo el que hace un grupo, quiere nutrir el repertorio con su propia música. Están en su derecho, por supuesto; pero no siempre es lo mejor. Eso en mi opinión, pone en riesgo la música cubana, y tal vez produjo una ruptura en mi línea creativa.
“En el orden personal, la UNEAC me ha quitado tiempo para la creación y para mí; me ha quitado hasta un poco de salud; pero esta responsabilidad la he asumido con orgullo y satisfacción. Creo que por encima de todos los avatares, he podido ayudar a la preservación de la cultura santiaguera, como parte esencial de la cultura cubana”.
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Rodulfo VaIllant fue miembro del Comité Organizador del Concurso Adolfo Guzmán de Música Cubana, durante seis años, período de oro de uno de los más prestigiosos certámenes musicales que ha tenido Cuba en el último medio siglo. También integró el Comité Organizar del Concurso de Música Campesina “Eduardo Saborit”.
Rodulfo Vaillant es un gran compositor cubano. Además ha trabajado incansablemente por toda la música cubana y por la Cultura Nacional en general. La entrevista está maravillosa, ya que recoge una parte muy importante de todo lo que ha hecho esta gran persona. Felicitaciones MAESTRO. Sus amigos de siempre, Noemí y Froilán.