De la trayectoria artística y los aportes a la música cubana del maestro Rey Montesinos, podría escribirse perfectamente un libro. Pero, al menos por el momento, es un privilegio dar a conocer, en esta entrevista, parte de su labor como guitarrista, compositor, arreglista y productor musical.

Nacido en la provincia de Pinar del Río un 23 de agosto, coincidentemente un día antes que Benny Moré y uno después que Pacho Alonso, aunque en diferentes años, Reynaldo Montesinos Muñoz es uno de los imprescindibles de nuestra música y se ha ganado esa condición, entre otras razones, porque solo comulga con “las buenas interpretaciones”.

Rey Montesinos es un destacado exponente de la mejor música cubana. Foto: Tomada de Envivo

¿En qué etapa de su vida se decidió por la música?

“Mi madre era una excelente pianista y tenía conocimientos además de varios instrumentos musicales, entre ellos la guitarra. A pesar de que no era maestra de música porque en realidad impartía clases de inglés, a nuestra casa iban algunos pinareños a recibir clases de música. Sucedió que un día uno de aquellos alumnos eventuales, cantante de música mexicana, ya no recuerdo por qué, dejó su guitarra en casa.

Yo tendría unos ocho años. Como acostumbraba hacer, al amanecer del siguiente día me fui para la escuela. Sin embargo, la idea de aquella guitarra en mi casa, a mi alcance, no se apartaba de mi mente. Aproveché un descuido de la maestra y sin que nadie se percatara me escapé de la escuela.

“Mi madre se encontraba para el trabajo. Y como no tenía manera de entrar a la casa salté un muro. Ahora, cuando repaso esos episodios de mi vida, me veo como un vulgar ladrón. Pero en aquel momento no reparaba en otra cosa que no fuera tener en mis manos la flamante guitarra y sacar de ella los mejores acordes, como había visto hacer a mi madre durante sus clases.

“Estaba tan ensimismado con la guitarra que no me percaté de la llegada de mi madre, quien contrario a lo que había imaginado no me regañó, sino que, después de reírse de mis torpezas, comenzó a enseñarme cómo usarla. Precisamente de ella aprendí los primeros acordes y al propio tiempo hizo posible que comenzara a apreciar ese instrumento como una necesidad espiritual. Así fueron mis inicios en la música y mi primer contacto con una guitarra de la cual no he podido y mucho menos he querido desprenderme jamás.

“A partir de mi interés por la guitarra comencé a recibir clases de música tradicional y mexicana de un profesor que enseñaba también a otros niños. Posteriormente tuve otros maestros que contribuyeron grandemente en mi formación musical.

“En la emisora de radio de Pinar del Río, la CMAB, había un programa los domingos dedicado a los niños. Ese espacio se llamaba La escuelita del aire. En él participé varias veces como cantante acompañándome de la guitarra. Con solo nueve años me hice famoso en mi provincia. Todos me reconocían como el niño que cantaba y tocaba guitarra”.

De manera muy especial Montesinos rememora su participación en manifestaciones y protestas protagonizadas por decenas de jóvenes de su natal provincia contra la dictadura de Fulgencio Batista. La tristeza conjugada con el odio aflora en su voz cuando trae de vuelta el asesinato de los prácticamente niños Hermanos Saíz. “Fue un crimen que conmovió a todos los cubanos y en honor a su memoria los pinareños especialmente teníamos que hacer algo. Eché a un lado la música y comencé a organizar y a formar parte de las Patrullas Juveniles y de la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Poco tiempo después triunfó la Revolución, para dicha de todos los que nacimos en esta Isla”.

Justamente por sus méritos en la lucha estudiantil y docente, el recién triunfante gobierno revolucionario le otorgó, junto a otros jóvenes, una beca para estudiar Física en el Instituto tecnológico Hermanos Gómez, radicado en el otrora colegio de Belén, en La Habana.

“Allí tuve la suerte de conocer a varios músicos y cantantes. Entre ellos a Fausto Durán, con el que comenzamos a idear la formación de una orquesta integrada por los becados del Centro. Fidel visitaba frecuentemente esta escuela. Compartía con nosotros, incluso, juegos de voleibol y básquet. Un día me atreví a decirle que nos facilitara algunos instrumentos para la creación de aquella orquesta, que ya se había convertido en un ideal para Fausto y, por supuesto, para mí que solo pensaba en la mejor manera de continuar aprendiendo música, particularmente guitarra.

“Una vez más la suerte nos acompañó por aquellos años sesenta. Logramos crear la orquesta con formato de jazz band y con ella hicimos varias presentaciones en los estudios de la televisión de Masón y San Miguel”.

Podríamos entender entonces que fue con esa agrupación cuando comenzaron sus vínculos con el ICRT, institución donde fue director de su orquesta por más de tres décadas. ¿Cómo recuerda esos momentos de su vida que lo consagraron como músico integral?

“Antes de que el ICRT me abriera sus puertas, donde en efecto viví momentos muy importantes de mi carrera profesional, había desempeñado responsabilidades en la programación musical de la televisión, en algunas oportunidades como productor musical y en otras en calidad de asesor.

“Trabajaba igualmente como arreglista y guitarrista acompañante de emblemáticos solistas de la talla de Elena Burke, Ela Calvo, Fernando Álvarez y Omara Portuondo, por solo citar algunos, quienes además de sus aplaudidos conciertos en salas de teatro de todo el país, realizaban presentaciones en diversos clubes nocturnos.

“Era integrante asimismo de populares agrupaciones como aquella memorable que llevaba el nombre de su fundador Eddy Gaytán. Por esos años también grabé mis primeros discos y recibí distintas invitaciones en importantes escenarios de países europeos y de nuestra región, entre los cuales me enorgullece el hecho de haberlos compartido con cantantes de reconocimiento mundial como Sara Montiel, el grupo Mocedades y Luis Gardey, entre otros muchos que han trascendido en el tiempo”.

Durante su trayectoria, Montesinos ha llevado la música cubana a los más prestigiosos y disímiles escenarios foráneos y nacionales.

¿Qué opinión le merece la música que se hace en Cuba actualmente?


“Es una realidad que la música que se hace y se consume en Cuba en la actualidad no es mayoritariamente la mejor. Hay algunos ejemplos, que no menciono por razones éticas y porque más que criticar me gusta ayudar, que se dedican a hacer un tipo de música muy elemental, muy sencilla, con acordes de principiantes. En no pocas ocasiones imitan, para peor, melodías creadas con anterioridad por prestigiosos intérpretes y creadores como César Portillo, a quien siempre consideraré uno de mis mejores amigos junto a ese otro gran gigante de nuestra música Adolfo Guzmán, que a mi juicio compuso las mejores y más trascendentales melodías cubanas.

“Es necesario prestar mucha atención tanto a la letra como a la música de una pieza creada o por crear. Letras a través de las cuales se exprese algo serio, con sentido, que reflejen y mezclen realidades y sentimientos. Pueden ser de una modernidad absoluta, pero que no tengan un distanciamiento total, que sean respetuosas con la raíz, la esencia de nuestra música. Cuando se obvian las raíces, las esencias, priorizando solo lo novedoso, se crean únicamente inventos que desaparecen con la misma rapidez con que se crearon. La buena música, los buenos intérpretes perduran por años y hasta por siglos en la memoria del público”.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, ¿cuál sería su mensaje a las nuevas generaciones de intérpretes y de músicos en general?

“Que tengan siempre en cuenta la afinación, la dicción y si son instrumentistas que ejecuten los acordes respetando en cada paso los acordes tradicionales. Es también una necesidad la disciplina y la superación constante. Ser genuinos, auténticos, creativos y que se aparten en todo momento de las imitaciones”.

Ese mensaje lo hizo suyo hace más de un lustro su hija Leo, quien es graduada de la especialidad de canto en el Instituto Superior de Arte. “Desde que nací —refiere esta intérprete que participa en el Festival Internacional Boleros de Oro desde 1992—, estoy escuchando música y no cualquier música, sino muy buena música. Crecí rodeada de grandes cantantes y creadores cubanos y extranjeros que casi a diario visitaban a mi padre.


“Esa influencia se me fue adentrando en el subconsciente y cuando alcancé la edad suficiente para tomar mis propias decisiones, escogí la música como único y más acertado camino”.

“La buena música, los buenos intérpretes perduran por años y hasta por siglos en la memoria del público”.

Alumna de extraordinarios maestros como Enriqueta Almanza, Luis Carbonell y María Eugenia Barrios, Leo Montesinos asegura que tuvo igualmente “mucha influencia de Beatriz Márquez, gran amiga de mi padre y a quien admiré y convertí en mi ídolo desde mi niñez”.

En su opinión “el festival  Boleros de Oro es un evento muy  necesario. En primer lugar porque este género es sinónimo de cubanía. Nació en Cuba y me considero una fiel defensora de las raíces de la música cubana. Es esa una de las mejores enseñanzas que me ha dado mi padre. A ello se añade que además de propiciar el intercambio entre boleristas de buena parte del mundo, sirve de ejemplo para otros festivales que se celebran en distintos países de nuestra región”.

¿Qué ha representado la presencia en tu vida de Rey Montesinos, personal y profesionalmente?

“De niña veía a mi padre como un gigante. A medida que fui creciendo esa imagen se fue agrandado no solo ya en un plano personal, se hizo inmensa desde el punto de vista profesional. Y desde hace mucho tiempo lo veo como un genio musical. Uno de los pocos músicos que existen hoy en nuestro país que es capaz, con una guitarra, de ejecutar casi todos los acordes y sonoridades de los instrumentos de una orquesta.

“Para mí es un privilegio enorme estar acompañada por él en mis presentaciones. No solo porque percibo el acompañamiento de una orquesta, también y sobre todo porque sus vastos conocimientos de la música cubana y universal y su magistral desempeño instrumental, me transmiten confianza, tranquilidad”.

Junto al valioso premio que le ha otorgado su hija al darle continuidad a su legado, este Maestro, que enaltece la cultura de nuestra nación y ha llevado la música cubana a los más prestigiosos y disímiles escenarios foráneos y nacionales, es acreedor igualmente de innumerables reconocimientos y premios, entre los que destacan la Distinción por la Cultura Nacional, el Gran Premio Festival de Melodías efectuado en Mongolia, además de ostentar el trascendental premio Orfeo de Oro, conferido por intérpretes y directivos de la cultura búlgara.