Retoños… del libro al cine
Durante la 31 Feria Internacional del Libro, Ediciones La Luz, en estrecha colaboración con los Estudios de Animación Anima, del Icaic, nos invitó a conocer y disfrutar de seis cortometrajes animados basados en igual número de cuentos para niños incluidos en Retoños de almendro, antología del reconocido escritor Eldys Baratute que reúne 35 autores cubanos, nacidos después de 1970, con obras para niños, adolescentes y jóvenes. Deliciosa selección, publicada en 2012, Retoños… cuenta entre los volúmenes para chicos más populares de La Luz, sello donde, por demás, abundan los libros deliciosos y populares.
Los autores seleccionados fueron Teresa Cárdenas, Yanira Marimón, Marcia Rodríguez, Llamil Ruiz, Yohan Balón y Mariene Lufriú. Los realizadores: José Rafael Calzadilla, Jean Fernández, Orlando Díaz, Ramón Jesús de la Peña y Carlos González. Niño al fin y al cabo, una vez que llegaron a mí los enlaces en YouTube, me lancé de cabeza hacia los cortos. Luego contrasté las versiones con mi ejemplar de Retoños… Lo primero que destaca es la variedad de temáticas implícitas en los cuentos y, por consiguiente, en sus adaptaciones cinematográficas.
Funfún nos propone un poético acercamiento a la mitología cubana de origen africano, específicamente a la leyenda que explica el origen de la noche; al mismo tiempo, rinde homenaje a la oralidad, al antiguo arte de contar historias, siempre nuevo cada vez que un pequeño alza las orejas al escuchar el infalible “había una vez” y quiere saber, ansioso, qué pasó después.
Por su parte, Llegó septiembre nos habla sobre un complejo tema: la migración, en estrecho vínculo con la amistad y su pervivencia más allá de la distancia. Lo maravilloso hace entrada con La ventana, de final sorprendente, cuyos tintes sobrenaturales rozan lo fantástico puro al dejarnos entrever que las ventanas, nuevas o viejas, podridas o rodeadas de cascabeles, se transforman en árboles solo en, y gracias a, la imaginación de la protagonista. Asimismo, la propuesta nos aproxima al tema de la identidad, muy afín a esas etapas tan complejas de la vida como pueden ser la infancia y la adolescencia.
El mago Prosococof se centra en las relaciones intergeneracionales, específicamente entre un niño y su abuelo. Aquí también la imaginación juega un papel fundamental, así como el cariño, el amor que permea un vínculo cuyos frutos no son los deseados por el más pequeño, ni los que el adulto consigue ofrecer. Luego, Tristán apuesta por el amor a los animales, específicamente hacia las mascotas. Lazarita, el sexto y último corto es, de todos, el más largo y complejo. Sus temas: el racismo y el abuso verbal entre niños, de mucha vigencia en nuestra realidad inmediata. Este es el único corto que no tiene final feliz, lo cual aplaudo, pues la vida no siempre nos regala finales felices. Asimismo, es la propuesta más propicia al debate, la idónea para desmenuzarla y deconstruir, en conversatorios y cinedebates, los estereotipos que refleja.
“Este proyecto de Ediciones La Luz propone el camino inverso: parte del texto cinematográfico para atraer la atención de los espectadores al texto literario y convertirlos, si no lo son ya, en lectores”.
Quienes escribimos para niños, adolescentes y jóvenes nos enfrentamos hoy a generaciones muy influidas por lo audiovisual. Los chicos esperan a que salga la versión cinematográfica de una novela y no leen la novela en sí. Es decir: muchas veces eluden la fuente y se concentran en sus derivados. Este proyecto de Ediciones La Luz propone el camino inverso: parte del texto cinematográfico para atraer la atención de los espectadores al texto literario y convertirlos, si no lo son ya, en lectores, y ello salta a la vista porque no es un proyecto concebido para el mercado. El equipo luciferino sabe que a la lectura se llega de muchas maneras: por medio de audiolibros, booktubers, inteligentes campañas de promoción… Y, por supuesto, del audiovisual; máxime en un entorno donde, parafraseando a la profesora Luz Merino, nuestros niños, adolescentes y jóvenes pasan cada vez más tiempo frente a una pantalla.
Otro significativo logro está en el ejercicio de adaptar. El gremio de autores cubanos especializados en literatura infantojuvenil hemos reclamado reiteradas veces la necesidad de concebir productos cinematográficos y televisivos basados en nuestro trabajo, en las historias que concebimos para los lectores de hoy, que soñamos en función de sus intereses y preocupaciones, de sus horizontes de expectativas. Los ejemplos escasean. Ahora mismo pienso en el cuento Los novios de la abuela rosa,de Eldys Baratute, y la novela Chimbe, de Olga Montes, vertidas al cine en fechas recientes.
Con estos seis cortos, La Luz y Anima, dentro de sus posibilidades, responden, en parte, a ese sostenido reclamo, lo cual es, cuando menos, encomiable, plausible y de agradecer, y marca un punto de giro que muy bien pudieran seguir otras editoriales en estrecha relación con los Estudios de Animación e, incluso, con los animadores independientes, que los hay, y muchas veces no pueden explayar su talento o desarrollar proyectos por cuestiones de presupuesto o ausencia de guiones interesantes, entre otros motivos.
Estamos hablando de cine: es decir, de un conjunto de manifestaciones artísticas (artes visuales, literatura, música, teatro) que convergen en un punto y persiguen los mismos objetivos. Por consiguiente, es perentorio destacar el trabajo de los animadores y de los actores y actrices que dieron imagen fílmica y voz a los personajes. Ellos los llevaron a las pantallas (grandes o chicas) para deleite de grandes y chicos. Ellos les concedieron más alma, más ánima de la que tenían. Bella cosa esa. Y útil. Siempre habrá belleza y utilidad allí donde, con rigor, pasión y creatividad, se trabaje para los más pequeños. Eso, en La Luz, no falta, como tampoco lo hacen los buenos libros, la excelente literatura y los sueños por cumplir. Este es uno de esos sueños al fin concretado. Para identificar a los culpables les invito a que lean los créditos de cada cortometraje. Ahora, sigamos los enlaces, ¡y a disfrutar!