Llegué al mundo escénico casi obligado, diría que por pena, por no defraudar a dos amigos que se preocupaban por mi futuro, debido a que había abandonado el trabajo que tenía. Una mañana de junio del año 2000 me hicieron acompañarlos hasta el Consejo Provincial de Artes Escénicas de Las Tunas. Allí me llevaron ante Marina Lourdes Jacobo García “Chachi”, la presidenta, y Maricel Arzuaga Remón, vicepresidenta. Mis amigos les dijeron: aquí se los dejo, dieron la espalda y se fueron.

Ambas me explicaron cómo funcionaba el lugar donde había llegado, insistieron en que para trabajar en la institución solo se necesitaba sensibilidad con los artistas, porque sin ellos esos puestos de trabajo nunca hubieran existido. La presidenta agregó que se preparaba el Festival de Magia Ánfora y que yo iba a trabajar en su promoción. 

Por esos días ellos, los del Consejo Provincial, organizaban un tríptico de apreciación teatral con Pedro Morales López, Omar Valiño Cedré y Osvaldo Cano Castillo —en ese momento yo no conocía la valía de esos nombres—, y me invitaron a pasarlo y acepté. Los grupos Los Zahoríes y Teatral Huellas realizaron varias presentaciones para que los talleristas tuviéramos material de estudio.

El primer período fue impartido por Pedro, a quien le gustó lo que yo había escrito sobre la puesta en escena de Dos nuevos pánicos, y me dijo: “limpia el exceso de artículos que tienen estos siete párrafos, y cuando llegue Omar se los das para que lo publique en el boletín informativo El Tándem, de la revista Tablas”.

No me atrevía a darle a Omar mi trabajo ya limpio del exceso referido. Hasta que, mientras lo despedía en la terminal me llené de valor, le di las dos hojas y le expliqué: “Pedro me indicó que te diera esto”. Él leyó y me respondió: “Aquí está casi toda la historia del teatro tunero, revisa algunos problemas de concordancia y envíamelo por correo”.

Al otro día regresé muy contento al Consejo y le conté a Chachi, la presidenta. Ella, asombrada, me dijo: “¡La historia del teatro de Las Tunas! Investiga porque esa historia es mucho más larga”.

Salí de aquella oficina con las alas caídas. Pero Dios, el destino, la providencia o lo que no está para ti, aunque te pongas, y lo que está para uno, aunque te quites, apareció. Como a la media hora llegó al Consejo una estudiante de la carrera de Estudios Socioculturales: buscaba datos sobre la historia del teatro local.

Allí no había nada escrito al respecto, pero para que no se fuera con las manos vacías, Chachi la llevó ante mí. La muchacha me dijo en lo que andaba y yo le entregué una copia de “mis dos hojas”.  Y le añadí: “esta historia es más larga, pero es lo que hay”. Ella, muy amable, me dio las gracias y salió contenta del local. En ese momento me di cuenta de cuánto había que trabajar. Y me lo propuse.

“ (…) pude organizar una cronología de puestas en escena realizadas por más de cincuenta años por el Teatro Guiñol Los Zahoríes, y todo lo hecho por otros grupos que también practicaban teatro con títeres y para niños (…)”

A partir de entonces, todos los días, luego de cumplir mi jornada de trabajo, armado de hojas blancas y un lapicero, “entrevistaba” a quienes habían hecho teatro en cualquier etapa en el territorio. De esa forma, y revisando los expedientes artísticos de los que no tenían recelos por lo que estaba haciendo, buscando en periódicos de distintas épocas, visitando el archivo, etc., pude organizar una cronología de puestas en escena realizadas por más de cincuenta años por el Teatro Guiñol Los Zahoríes, y todo lo hecho por otros grupos que también practicaban teatro con títeres y para niños, como fueron el Conjunto de Payasos en 1988, Luz Negra en 1994, Teatro Tuyo desde 1999.

En mis pesquisas he encontrado muchos datos de los inicios. Primero fue lo importado, debido a las compañías que hacían temporadas en los principales teatros de la localidad; luego, los lugareños con inclinaciones artísticas acudían a esas mismas instalaciones teatrales y los dejaban actuar.  Después surgió el Proyecto Pro Arte en Las Tunas, en 1952, que incluyó hacedores de teatro, danza, música, artes plásticas. Pero de todas esas artes, la de mayor fuerza y convocatoria fue el teatro, liderado por Alfonso Silvestre Sierra. 

El Teatro Guiñol Los Zahoríes acumula más de media década de presentaciones. Foto: Tomada de Tiempo 21

De esos apuntes salió Teatro Tuyo, una historia para ser contada, en 2015, que recoge los primeros 16 años de vida de esa agrupación. El libro, más clownesco no puede ser, compila todo respecto a títeres primero y clown después, hecho por Ernesto Parra y su tropa. No aparece mi nombre en la portada porque se había diseñado de color azul y mi nombre iba en negro, con una nariz de payaso en forma de globo aerostático volando hacia el infinito. Pero un error hizo que la carátula saliera negra y mi nombre no se ve, además de que tiene varios problemas de edición porque a la hora de imprimir, no se utilizó la versión revisada. Con todos esos defectos se agotó, claro, se hablaba de Teatro Tuyo.

El pasado 21 de marzo, Día Internacional del Títere, se realizó una presentación del libro digital Haz de luz: Aproximación a la historia del teatro con títeres y para niños. 1971 – 2024. La editorial tunera Sanlope prometió que luego será impreso.  

“De esos apuntes salió Teatro Tuyo, una historia para ser contada, en 2015, que recoge los primeros 16 años de vida de esa agrupación. El libro, más clownesco no puede ser, compila todo respecto a títeres primero y clown después, hecho por Ernesto Parra y su tropa”.

El volumen de información que tengo hoy sobre el teatro dramático profesional surgido en 1982, es grande y lo organicé de forma cronológica, pero en estos momentos busco sus antecedentes en la década de los años cuarenta del pasado siglo, como ya referí.

Tentativamente, el libro que publicaré lleva como título Río de obstáculos, porque en Las Tunas, a esta zona del teatro le ha ido mucho más difícil que a otras. En el texto referido están recogidos elementos de la dramaturgia de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), alguna reseña de las dramatizaciones que realizaban acaudalados jóvenes de Las Tunas como Rosenda Rosende y Nicolás de la Rosa, su prometido y poeta, que fueron de los primeros en decir textos teatralizados y esto hace que podamos considerarlos nuestros primeros actores. Él fue uno de nuestros mambises y algunos afirman que hizo teatro en la manigua, aunque eso está por confirmar.

Gracias a dichos apuntes, también trabajo en otro proyecto de libro que se llama Retratos. El título me lo sugirió el teatrólogo Nelson Acevedo, que vive ahora en Las Tunas, pero la idea fue de una periodista que atiende las noticias culturales en el Periódico 26, en su modo digital, a partir de varias —y vuelvo a usar comillas— “entrevistas” que hice en mi plataforma Facebook a varios artistas del teatro, la danza, la magia.

También a técnicos, jefes de escena, productores, todos destacados en el ámbito escénico tunero. A todo eso, sumo las averiguaciones que realizo respecto a mis invitados a un espacio que celebro todos los primeros jueves de cada mes en la Sala Caracol de la Uneac tunera, siempre a las 2.00 pm. y que he denominado Alrededor del aforo, por el que han pasado los fundadores de los distintos colectivos escénicos y las figuras más prominentes de esta manifestación en mi localidad.

En este último proyecto de libro quiero que aparezca la historia de vida de Alfonso Silvestre, baluarte imprescindible del teatro tunero desde inicios de la década del cuarenta hasta el año cincuenta y tres que se radica en la capital. No puede faltar la biografía de Dionne Pérez, que resultó el eslabón continuador del teatro después de una ruptura en 1993. Quiero que aparezca la biografía de Adria Santana, que solo hizo teatro en Las Tunas en la escuela primaria, pero es tunera. Igual que la de Espinosita o Suelta el pollo, como más se conoce, y la de Doris Gutiérrez. En fin, son proyectos.  

Yo estudié Análisis Químico Industrial, en una escuela situada e 5ta Ave y calle 170, en Miramar, La Habana, y esa estancia la aproveché bastante acudiendo a los teatros. Vi Galileo Galilei, La Chacota y muchas obras más. Después de graduado no fui a la universidad y solo una vez en mi vida he visitado una escuela de altos estudios, el ISA, porque participaba en un Festival Internacional de Teatro de La Habana y una de esas tardes se daba una actividad allí y como yo no la conocía, fui. El homenaje se hizo en la entrada del ISA, por lo que ni idea tengo de cómo es realmente.

Sin embargo, todo lo que he compilado ha sido material para que tres de mis coterráneos se presentaran a la carrera de Teatrología. Uno de ellos hizo su tesis sobre los avatares del teatro dramático tunero con la información que pude ofrecerle. Otro enrumbó sus pasos finales en esa institución educacional con una investigación sobre Teatro Tuyo, y mi libro fue material de consulta permanente. El tercero, en esta nueva fiebre del oro, decidió emigrar.

“En este último proyecto de libro quiero que aparezca la historia de vida de Alfonso Silvestre, baluarte imprescindible del teatro tunero desde inicios de la década del cuarenta hasta el año cincuenta y tres que se radica en la capital”.

También estos apuntes que he compilado han sido información para maestrías y licenciaturas como las de Socioculturales, Comunicación y Periodismo. Incluso me han solicitado en la Universidad de Las Tunas que exponga mi trabajo sobre la historia del teatro local.

Les confieso que yo no sé si las decenas de personas que han utilizado mis apuntes en sus respectivos exámenes me han citado, pero eso no me interesa. Sí puedo hablarles de la satisfacción que sentí en el momento que di aquellas dos hojas a la muchacha que buscaba información, y la que siento cada vez que alguien ha consultado lo que humildemente he podido recopilar.

Hoy, muchos de los que cotidianamente me rodean, han empezado a decirme el crítico Alberto Estrada. De forma jocosa les respondo que preferiría me aumentaran el salario. Incluso, tengo la suerte de que me inviten a coloquios, mesas, etc., y me presentan como tal.

Yo rectifico y, en forma mesurada, explico que para lo primero debía tener estudios superiores y especializados, y yo no los tengo. Prefiero que me digan investigador teatral, como me bautizó el filólogo, poeta, ensayista y promotor cultural tunero Carlos Tamayo, y quisiera en unos años sea no solo teatral sino escénico, porque deseo abarcar la danza y la magia. Es cierto que sobre el teatro tengo mucha más información y bastante ordenada. Pero creo que esas especialidades lo merecen. 

Los apuntes que comenzaron a escribirse en una hoja en blanco, con lapicero, que luego aumenté gracias a la grabadora de mi teléfono, me han permitido escribir para algunas publicaciones culturales de Las Tunas, como la revista Quehacer, el tabloide El Huracán y la palma y hasta para el suplemento cultural Matarile, del semanario Periódico 26, La Jiribilla (era digital).

Esos artículos me han concedido la oportunidad de visibilizarle a los jóvenes que comienzan hoy en el teatro en Las Tunas, cuáles son sus raíces. He podido presentar a los que comienzan varios trabajos que enaltecen a los iniciadores porque, con rapidez espantosa, se olvidan sus acciones. Por ello, me he dado a la tarea de escribir artículos como: “Teatro Tuyo, once años con el clown a cuestas”; “Apuntes acerca de la dramaturgia tunera”; “Gris multicolor, cronología de su impacto nacional”; “Gris: Absurdo pretexto para un título”; “Remembranzas de Luz Negra”; “Semilla teatral” y “La Olimpiada de Teatro Tuyo”.

Hay más trabajos, pero creo que ya pueden estar pensando que soy un petulante engreído. Lo que sí quiero que sepan es que estoy convencido de que compilar la historia, preservarla y luego divulgarla, es necesario. Divulgarla, sí, porque tras tantas horas de desvelo por diferentes búsquedas de datos, nombres, lugares, etc., no pueden quedarse solo como objetos museables.

“Esos artículos me han concedido la oportunidad de visibilizarle a los jóvenes que comienzan hoy en el teatro en Las Tunas, cuáles son sus raíces”.

Voy a poner un ejemplo. Cuando en 2012 Teatro Tuyo alcanzó el Premio Villanueva de la Crítica, por la puesta en escena Narices, los periodistas dedicados a la cultura en Las Tunas comenzaron a decir que ese reconocimiento era el primero para la provincia. Sin embargo, yo tuve que aclarar que no, porque el 26 de enero de 1996, los críticos e investigadores Ismael Albelo, Rosa Ileana Boudet, Yana Elsa Brugal, Alberto Curbelo, Roberto Gacio, Eberto García, Inés María Martiatu, Vivian Martínez Tabares, Pedro Morales, Graziela Pogolotti, Jorge Rivas, Bárbara Rivero Sánchez, Miguel Sánchez, Esther Suárez Durán, Omar Valiño y Lilian Vázquez otorgaron el Premio Villanueva 1995, a la puesta en escena Metamorfosis, del grupo Luz Negra. Solo 17 años de diferencia y nadie se acordaba. Me pregunto cuántas confusiones más habrá sobre lo acontecido desde los años 40 del pasado siglo hasta hoy.

Algunos directivos de las artes escénicas de Las Tunas y de la Dirección Provincial de Cultura ya han comprendido la importancia de la preservación de la historia de estos quehaceres creativos. Por ello han tenido a bien designar un pequeño local para tales fines en la Sala “Raúl Gómez García”, sede del Guiñol Los Zahoríes desde 1971. He decidido que lleve como nombre Sitio de la Memoria Escénica “Alfonso Silvestre Sierra”, el actor tunero más prominente hasta ahora, y cuya biografía es apenas conocida por las actuales generaciones.