Reinaldo Montero: “El lenguaje es un ser vivo, y nos habita”
Las consideraciones sobre el lenguaje inclusivo abarcan un espectro que conjuga diferentes aristas. En esta ocasión, mostramos las consideraciones personales de Reinaldo Montero, miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua, quien también ha tenido una fructífera carrera como poeta, narrador, dramaturgo, asesor teatral y guionista de cine.
A su juicio, ¿puede hablarse de un debate público en Cuba sobre el lenguaje inclusivo?
No estoy muy al tanto de si es público el debate, pero de que existe, existe, como en todas partes. Y como en todas partes no va a ninguna parte. Y así ha ocurrido y ocurrirá porque asistimos a un diálogo de sordos. En consecuencia, el debate se reduce, 1) a la puja que requinta —perdón, quise decir recalca— la necesidad de visualizar el género femenino y a la metapuja que se esfuerza por legitimar las tautologías y otros desaguisados, y 2) a la protesta de los detractores, que suelen ser más cautos porque su posición no viste bien. En medio, no veo a nadie.
¿Qué coordenadas propondría para acercarse a dicho debate?
¿Te refieres a las similitudes entre las coordenadas cartesianas (x-y) y las genéticas (también denominadas x-y)? La pregunta se me resiste por el uso tan singular de la palabra “coordenada”.
¿Considera que el lenguaje inclusivo es pertinente en el contexto y la realidad cubanos?
Esta sí me gusta, me permite decir que los furibundos defensores del lenguaje inclusivo (incluyo a furibundas y furibundos) reformularían la última parte de tu pregunta y donde dice «el contexto y la realidad cubanos», dirían «el contexto cubano y la realidad cubana», ni muertos, o muertas, utilizan el plural masculino cuando se trata de agrupar gatas y gatos bajo una misma denominación. De esta forma se llega a soluciones tontas y se asfalta el camino para la consumación del galimatías. Y esto ocurre, valga la aclaración, en cualquier latitud (de nuevo asoma la oreja Cartesius y sus coordenadas).
“(…) la máxima de George Graham Vest ‘El perro es el mejor amigo del hombre’, traducida a lenguaje inclusivo quedaría como sigue. ‘La perra y el perro son la mejor amiga y el mejor amigo de la mujer y del hombre y viceversa doblemente’ (…)”.
Desde su posición como filólogo, ¿cree que son acertadas las apropiaciones que desde el punto de vista gramatical hacen quienes respaldan y usan este tipo de lenguaje?
Aclaro que estudié filología porque era la carrera más corta de la Escuela de Letras y quizás de la Educación Superior, pero nunca he ejercido como filólogo. A tu pregunta. Si escribiéramos en chino arcaico, no el que ahora se denomina tradicional, menos aún en el simplificado, no habría problema porque una escritura divorciada de la condición fónica de la lengua permite que una tilde, o un rasgo, incluya el género femenino o el neutro o ambos. En nuestro idioma, que se escribe como “suena”, la máxima de George Graham Vest “El perro es el mejor amigo del hombre”, traducida a lenguaje inclusivo quedaría como sigue. ”La perra y el perro son la mejor amiga y el mejor amigo de la mujer y del hombre y viceversa doblemente”. Por supuesto que hay soluciones maravillosas, algo chinescas, para evitar lo farragoso, aunque resulten inarticulables. Por ejemplo “compañerxs” o “compañer@s”, donde “x” y “@” son “a” y “o” a la vez. Sin contar el hallazgo de “todes”, para evadir el tufo a impertinencia de “todas y todos”. Y llevado al paroxismo vienen los reacomodos genéricos con cambios radicales. Por ejemplo, en alguna ocasión escuché a una feminista fundamentalista decir en serio, muy en serio, “mi cuerpa me lo pide”. En verdad encontramos en ese neolenguaje tesoros, o “tesoras”.
A su juicio, ¿qué estrategias se pueden adoptar desde el ámbito de las Ciencias Sociales para visibilizar las demandas que subyacen tras el uso del lenguaje inclusivo?
Primero lo primero, el campo de las Ciencias Sociales (con mayúsculas, como has puesto) es amplísimo. Ese saber se ocupa tanto de los malabares en las cocinas de las casas en tiempos de crisis, que en nuestro caso son todos, como de la limpia del marabú, o su alegre expansión, que apunta a la tenencia de la tierra y a los desastres agrarios, como de la caída al vacío de la pelota cubana, hecho muy abarcador. Lo segundo, los problemas de género son verdaderos problemas, y los disparates lingüísticos y otras tonterías de ese jaez los opacan, o peor, terminan logrando el efecto contrario, los invisibilizan. Si las soluciones fueran cosa de palabras, el remedio de todos los males sería la cháchara. En la misma medida, el lenguaje inclusivo es inservible como solución. Y no pocas veces pasa a ser una retórica ofensiva en cierto grado. “Las damas primero”, “las mujeres mandan”, “muy buenas noches, señoras y señores”, son frases surgidas del machismo endémico que conservan aún hoy su retintín sarcástico. Debo aclarar que la endemia es peor que mil epidemias sucesivas. Sin embargo, paradoja de paradojas, este tipo de frases ha señalado el camino a las inclusivistas y a los inclusivistos.
“Si las soluciones fueran cosa de palabras, el remedio de todos los males sería la cháchara”.
Teniendo como prioridad el tema de la inclusión de género, ¿qué elementos usted considera idóneos para reflejar, acercarse y entender las propuestas del lenguaje inclusivo?
Recomendaría abandonar el desatino y lo superfluo, e ir a lo raigal, donde se necesita un saber vasto, no poco trabajo, y mucha concentración (v. g., hay que dejar descansar a Feibu [no sé cómo se escribe]) y agregaría que muchísimo tino, porque se sabe, ir a la raíz puede ser otra manera de andarse por las ramas. Pensándolo bien, este asunto del lenguaje inclusivo huele a ramaje, o a un ir a salto de mata.
“Pensándolo bien, este asunto del lenguaje inclusivo huele a ramaje, o a un ir a salto de mata”.
¿Considera que la lengua en su evolución debe adoptar los cambios de la sociedad aun cuando respondan a los reclamos de un segmento social específico, o dicha evolución debe responder a otros factores?
El lenguaje es un ser vivo, y nos habita, y habita al vecino, y al sinvergüenza del bodeguero, y a la dulce señora del sinvergüenza del bodeguero, pero también vive, no vivió, en Alfonso X El Sabio, en nuestro Heredia, y vivirá en el niño que ahora mismo acaba de nacer. Nos creemos que producimos palabras cuando hablamos, en realidad somos hablados por el lenguaje. La relación entre el ser humano y la manera en que se expresa desde el punto de vista idiomático es tan íntima y palpable, que pudiera acuñarse la máxima “habla y te diré quién eres”. Y como el lenguaje gobierna, igual que lo hace la gobernanta mayor, que es La Naturaleza, el hombre debe adoptar una actitud lo bastante modesta para evitar necedades y papelazos, por decir lo menos.