“¿Por qué se baila? Para comunicar a nuestra época las inquietudes y el cambiante modo de vivir del hombre, en una búsqueda de logro de perfección, tanto espiritual como material”.
Ramiro Guerra

Intento conjeturar cómo será la vida al arribar a los 90 años y me llega la imagen desafiante del maestro Ramiro Guerra, tan ágil físicamente y tan riguroso intelectualmente. Acercarse a la obra del fundador de la danza contemporánea en Cuba es un reto que abre las puertas del futuro.

El arte de la coreografía suele resistirse a los análisis críticos porque es difícil apresar el movimiento en palabras, por finas y profundas que estas sean. Sospecho que, también, debe ser tarea ardua transmitir los secretos de la creación coreográfica. Por eso, con frecuencia, vuelvo a leer el Cuestionario para coreógrafos que Ramiro elaboró y me surgen, en cada ocasión, múltiples interrogantes.

Acercarse a la obra del fundador de la danza contemporánea en Cuba es un reto que abre las puertas del futuro. Fotos: Tomadas de Cubasí

A lo largo de los siglos, y hasta hoy, ejercer el criterio sobre la obra coreográfica es un riesgo. En el teatro, generalmente, el texto dramático abre la puerta al análisis. Luego el desempeño de los actores marca otra posibilidad. Se indaga en el punto de vista del director y, finalmente, el crítico percibe la recepción del espectador. Pero, ¿cómo proceder para analizar la coreografía? La danza es de carácter efímero; aunque los más sofisticados aditamentos técnicos traten de apresar el movimiento del bailarín, no podrán transmitir la emoción que el intérprete comparte con el espectador. Cada función es irrepetible y, aunque regrese a la próxima, siempre habrá giros y pasajes imposibles de traducir al lenguaje escrito.

En este sentido, el Cuestionario para coreógrafos[1], de Ramiro Guerra, puede ser un útil instrumento para el estudioso. Son 16 preguntas que propician la indagación en las razones del artista para concebir la obra y facilitan el conocimiento de las herramientas creadoras empleadas para materializar el sueño creador.  

Preguntas para el coreógrafo

La tan llevada y traída inspiración es el primer aspecto a abordar. ¿Por dónde comienza la obra? Y sugiere cuatro caminos:

– por una idea narrativa

– por una emocional

– por una musical

– por un problema de movimiento

Así, desde el inicio, al coreógrafo se le abre un espectro de interrogantes que le permitirán pensar creativamente y orientarse con claridad durante el proceso de creación. Hay un asunto de especial relevancia y es el que trata la relación entre el coreógrafo y los bailarines, que asegura se mueve entre la fluidez y la dificultad. En estos tiempos en que se cuestiona el papel del coreógrafo y se afirma que el bailarín lo ha desplazado a un segundo plano, esta pregunta obliga a llegar hasta la raíz del problema. Entre nosotros emergen bailarines cada vez más extraordinarios, capaces de ejecutar las más increíble hazañas técnicas; el flujo de información sobre la danza en el mundo es más abundante que nunca y, sin embargo, nuestro universo coreográfico no alcanza la estatura que soñamos. ¿En qué medida influye la relación coreógrafo-bailarín en esta situación?

El Cuestionario para coreógrafos surge del más riguroso ejercicio intelectual y del constante diálogo de Ramiro Guerra con sus colegas.

La estructura de la obra es estudiada a través de preguntas como esta: ¿Trabajas de principio a fin la obra, o por secuencias indistintas que luego unificas? O esta otra: ¿Montas el final al terminar la obra o te gusta hacerlo con anticipación?

El trabajo de movimiento es analizado con perspectiva crítica al inquirir si el coreógrafo planifica con antelación lo que va a hacer, si lo ejecuta en el cuerpo del bailarín, o si lo hace con su propio cuerpo.

Ramiro plantea preguntas directas sobre el tiempo de preparación del coreógrafo, su estabilidad emocional en el período de trabajo, la hora del día en que prefiere trabajar, y la posibilidad de que se bloquee la mente creativa… Y lo hace honestamente, como un compañero que conversa con otro, deseoso de contribuir al resultado feliz de la obra.

Inquiere en el gusto por la improvisación, tan de moda por estos días, que abre los canales para la creatividad del bailarín. También se detiene en la manera en que se memoriza lo creado, y en la posibilidad de cambiar fragmentos de la pieza. La música en la danza no escapa al interrogatorio y se pregunta acerca las preferencias del coreógrafo, en este acápite.

Casi todos los aspectos que contribuyen a crear la coreografía son abordados por Ramiro. Tan solo puedo objetarle que no incluya alguna interrogante sobre el futuro espectador de la obra. Y sorprende tal olvido en el autor de Decálogo del apocalipsis, pieza que marcó una relación con el público diferente a la que se estilaba en el momento del truncado estreno, interactiva y estrecha, participativa y vital. Tanto era así que los espectadores asistían a los ensayos que tenían lugar en los jardines del Teatro Nacional.

Decálogo del apocalipsis marcó una relación diferente con los espectadores.

El Cuestionario para coreógrafos, de Ramiro Guerra, me recuerda mucho al que concibiera Patrice Pavis para el teatro, que tan valioso nos ha sido hasta el día de hoy. Pero el de Ramiro tiene la virtud de ser pensado por un coreógrafo devenido investigador. Este Cuestionario nace de su experiencia sobre las tablas como coreógrafo, profesor, crítico danzario y organizador de la actividad escénica. Es también fruto de su permanente contacto con los sucesos más relevantes de la danza y la cultura toda. Surge del más riguroso ejercicio intelectual y del constante diálogo con sus colegas de cualquier edad, a los que tutea al preguntarles.

Cada pregunta que Ramiro lanza al coreógrafo es un estímulo para la creación, y lo hace con toda la pasión que imprime a cada acto de su ya larga vida de 90 años, abierta a los cambios, presta a alcanzar la perfección en cada gesto que emprende.

Ramiro Guerra es ese hombre que cita a Agnes de Mille[2] cuando afirma: “Asegúrate de que la danza tenga algo que decir”. O que acude a su admirada Martha Graham para recordarnos:[3] “El instrumento por el cual la danza se expresa es también aquel por el cual la vida se proyecta: el cuerpo humano. Por él se afirma lo esencial de la vida y es en él que se guardan todas las manifestaciones vitales, las de la muerte y las del amor”.

El Cuestionario para coreógrafos de Ramiro Guerra es de gran utilidad también para los críticos e investigadores porque nos corresponde la misión de testimoniar qué dice la danza hoy y la tarea de registrar las diversas maneras en que el cuerpo del bailarín expresa las vivencias de los seres humanos que habitamos el planeta.

Bibliografía:

Ramiro Guerra: Siempre la danza, su paso breve… Escritos acerca del arte danzario. Ediciones Alarcos, La Habana, 2010.


Notas:

[1] Ob cit. p. 381

[2] Ob cit. p. 324, Comentar comentando a Agnes de Mille.

[3] Ob cit. p. 313, Comentar comentando a Martha Graham.