Llueve esta tarde como mismo llora Cuba, copiosamente. Marta Valdés se ha despedido físicamente del mundo y nos ha dejado, como esta lluvia, una humedad infinita en el alma y en los ojos. Se ha ido la compositora de “Palabras”, “Llora”, “En la imaginación”… dejando un cosmos de boleros y canciones que compiten entre sí mismas en belleza sonora y literaria. Hace poco la veíamos en la pequeña pantalla, frágil, como una finísima hoja de otoño, lúcida siempre, pícara, con ese humor cubano elegante e imaginativo que poseía. Estar cerca de ella fue recibir gratis lecciones de cultura, ideas, cosas esenciales, junto a anécdotas que ella recordaba como nadie.

“Marta Valdés se ha despedido físicamente del mundo y nos ha dejado, como esta lluvia, una humedad infinita en el alma y en los ojos”.

Cuando murió Teresita Fernández, Marta habló del cambio de tiempo que se había producido con el adiós de la juglar, nómada y libre, autora de las canciones para niños y niñas más lindas del país. Ahora ha ocurrido otro cambio de tiempo, marcado por añoranzas, tributos y ausencias por doquier, solo aliviado en el regreso de sus canciones de amor y desamor, piezas que lo mismo dejaron su huella en el cine, el teatro, la televisión, la radio, casettes, discos… soportes inventados por la humanidad para retener a personas como Marta, imprescindibles.

Junto a la pluma de Martí, la guitarra de Matamoros, el pincel de Amelia Peláez, la voz de Rita Montaner, el piano de Bola, la danza de Alicia, los títeres de sus amigos los Camejo y Carril (para quienes hizo música en Pinocho, en los 60) está la música inolvidable de Marta. El mundo está al revés, como nunca y redescubrimos una vez más QUE TE QUEREMOS.

Tomado del perfil de Facebook del autor.

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