Presencia del arte joven en el Pabellón Cuba
Al menos entre los cubanos, Biyaya es uno de los términos más recurrentes para calificar a un niño inquieto, travieso o temerario. Y aunque nada tiene que ver el concepto con el comportamiento de sus fundadores, de todos modos, un grupo de creadores talentosos y entusiastas decidieron llamar Biyaya a su nuevo proyecto, devenido una de las principales novedades de la vigésimo segunda edición de la feria Arte en la Rampa.
Explican Ángel Fornaris Cubela y Rosa Rodríguez Adam, dos de sus integrantes, que este proyecto, creado recientemente, “es resultado de una fusión entre la Fábrica de instrumentos musicales del Fondo Cubano de Bienes Culturales y tres grupos de creación: Catauro, que es el nuestro, especializado en luminarias decorativas y diseños interiores; Yarari especializado en diseño textil y Formato, dedicado al diseño gráfico. Cada grupo, por supuesto, tiene su propia línea de trabajo, pero nos unimos para hacer estas nuevas creaciones dirigidas en su totalidad a los niños cubanos, cualquiera que sea su manera de comportarse”.
Inaugurado con extraordinaria acogida por parte del público el pasado 16 de julio con motivo de las celebraciones del Día de los niños, y en el contexto de la feria Arte en la Rampa, Biyaya muestra en su stand en el Pabellón Cuba una gran variedad de juguetes que “tienen —asegura Ángel Fornaris— una amplia gama de precios para que puedan estar al alcance de todas las familias y todos han sido elaborados con los excedentes de nuestras producciones. Nuestro mayor interés ha sido y es, llegar con nuestras ofertas a la mayor cantidad de niños y por esa razón nos propusimos que tanto los diseños como la preparación y la elaboración sean de forma simple, sin que pierdan en absoluto su atractivo y belleza”.
Bajo el precepto básico de rescatar juguetes cubanos tradicionales y contribuir al entretenimiento, aprendizaje y diversión de los más pequeños, los creadores integrantes del proyecto Biyaya con sus novedosas propuestas, destacan entre los más de 120 artesanos que se dan cita este año en una nueva entrega de Arte en la Rampa, auspiciada por el Ministerio de Cultura, el Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Asociación Hermanos Saíz.
“Reinterpretar aquellos antiguos juguetes usados por nuestros padres y abuelos como los trompos, los yoyos, las chivichanas, maracas. Es una realidad, que no pocos juguetes industriales actuales son manipulados mediante el uso del control remoto. En nuestro caso los carritos, por ejemplo, solo pueden moverse manualmente. Sin embargo, los niños pueden utilizarlos para jugar y también para dibujar sobre ellos” —agrega Fornaris.
Excedentes de madera, metal, textiles y algunos elementos plásticos, entre otros accesorios que les permitan enriquecer sus producciones, son utilizados por estos ingeniosos artesanos que tienen como propósito inmediato “la creación de una mini orquesta que los niños podrán utilizar de manera individual o en su conjunto. Serán interpretaciones lúdicas de instrumentos musicales ya sean panderetas, pequeños tambores, triángulo metálico, por solo citar algunos” —asegura Rosa Rodríguez.
Qué opinión les merece la feria Arte en la Rampa. Un evento muy esperado cada año por los capitalinos y que en esta ocasión está dedicada, precisamente, al arte joven.
“Consideramos que más que una feria de artesanía, Arte en la Rampa es una feria de la cultura cubana. En este emblemático sitio: el Pabellón Cuba, que a propósito está cumpliendo sesenta años de fundado, confluyen casi todas las manifestaciones artísticas. Está presente, por ejemplo, la música con la programación de conciertos a cargo de reconocidos intérpretes de nuestra música, además de las presentaciones nocturnas de populares agrupaciones y solistas. Asimismo, la inauguración de exposiciones de artes plásticas y la promoción y venta de libros.
“Con relación a nuestra especialidad, la artesanía, Arte en la Rampa es una excelente oportunidad que esperamos con ansias todos los creadores y para la cual nos preparamos con bastante antelación porque durante cuarenta y cinco días tenemos que ofrecer al público lo mejor de nuestras creaciones. Este evento brinda también la posibilidad de mostrar el crecimiento individual de los creadores, el desarrollo alcanzado en las distintas especialidades y, en general, de la artesanía cubana.
“Y no se trata, solamente, de la expoventa de artículos artesanales que pueden ser de orfebrería, cerámica, textil o piel, sino y, sobre todo, que esta feria facilita ese intercambio tan necesario y enriquecedor con el público. Nos permite conocer sus gustos y preferencias, sus sugerencias y a partir de ellas, saber nuestros aciertos y desaciertos. Saber si la línea de producción que hemos escogido es la correcta, la más apropiada. Es, igualmente, la posibilidad que tienen los capitalinos de llevarse a casa un poquitico de ese arte nuestro, en el que cada creación lleva implícito mucho amor y esmero”.