Prácticas del off en el 17 Festival Internacional de Teatro de La Habana
9/11/2017
“tele sin embargo anhela
no temer al adverbio
retozar con los cabellos y la acción
electrificar ese morfema
en su propio lexema”
Marien Fernández Castillo *
El HabanaOFF-escala 1, coordinado por Osikan Plataforma y el Laboratorio Escénico de Experimentación Social (LEES), propuso a los espectadores del 17 FTH un recorrido físico y escénico por un grupo de espacios y de prácticas instalados en el afuera del circuito de las salas teatrales de Línea. El apartamento 103 del Edificio López Serrano[1], el espacio recuperado del Teatro Fausto [2],la Alianza Francesa de Prado y Trocadero, las calles de Centro Habana o de Guanabo… Unafuera del teatro (como espacio físico)que también contenía otros afueras en el tipo de escenarios que generan las prácticas presentes en esta ruta de programación.
Un análisis particularizado de cada una de las obras presentadas en el HabanaOFF no traduciría la experiencia de su concepción ni de su impacto, porque la escala del HabanaOFF está colocada en otra parte. Tiene que ver con las maneras de autorganización y de presentación de un contexto creativo que, independientemente de sus diversas búsquedas de lenguaje, comparte una descolocación del formato obra y explora otros espacios, dinámicas de trabajo, estrategias de gestión y de sostenibilidad y públicos en común.
Hablo de proyectos creativos que intervienen un barrio (Re-construcción de RaymelCasamayor) o un edificio (Diccionario de cubanismos López Serrano [3] o Son recuerdos difíciles de olvidar ) [4]; que construyen escenarios ficcionales para empoderar otros cuerpos y voces (Solidaridad con Guanabo. Taller-festival de coreógrafos amateursdeLuvyen Mederos y Baquestritbois de José Ramón Hernández); que deconstruyen y se cuestionan las representaciones hegemónicas (no solo las escénicas, sino también las familiares, las históricas, las políticas, las patriarcales, las heterosexistas… FamilyTrash. Coreografía de la ausencia de José Ramón Hernández, Así quiero. La familia como teatro, del LEES, Charlotte Corday y el animal, de Martha Luisa Hernández Cadenas, Diario de campaña de Pedro Enrique Villarreal, El cuerpo de Nora de Karina Pino Gallardo y Alessandra Santiesteban). Proyectos con formatos indefinidos y mutantes, en los entres de la instalación, la intervención pública, escénica o sonora, el performance, lo coreográfico, la puesta en escena… en cuerpo… en voz (Bojeo de William Ruiz Morales, GabrielaBurdsall y Marien Fernández Castillo). Proyectos que en su mayoría no trabajan desde la estructura del grupo teatral, sino desde la creación colaborativa entre artistas que se agrupan para una investigación y creación particular.
Estos gestos artísticos presentes en el HabanaOFF forman parten de un contexto creativo que el Laboratorio [5] acompaña y potencia de manera sistemática hace más de 10 años en sus agendas de trabajo. En otros ensayos he pensado este panorama como la escena o las teatralidades “impertinentes” [6] con el deseo no de crear una etiqueta fija sino con la voluntad de desmontar sus estrategias de investigación, creación y gestión.
Si en otros festivales esta escena ha sido definida o colocada bajo segmentos curatoriales como “Otras escrituras…” o “Derivas espectaculares” [7],lo interesante de esta edición del Festival Internacional de Teatro de La Habana, es que la ruta de programación se concibió desde el interior de este contexto de creación y pensamiento, como una iniciativa y propuesta del creador José Ramón Hernández Suárez a la dirección del Festival, en colaboración con la Residencia de Creación inServi y su programa curatorial [8].
Ante lo impertinente, lo inServi o las prácticas deloff como conceptos ideados para nombrar las búsquedas artísticas que nos obsesionan como comunidad de creadores, investigadores o gestores hay algo que particularmente me interesa: cómo afectamos y nos dejamos afectar a través de las relaciones (sensibles, políticas y sociales) que nuestros gestos poéticos producen, cuáles son los efectos que estas acciones generan en el encuentro, en el nosotros escénico o la comunidad efímera que conformamos. Cómo se ensayan e imaginan otras políticas del tiempo, del espacio, de los afectos, de la mirada, de lo común… Cuáles son los cuerpos, los lugares, los discursos, las subjetividades y los imaginarios que nuestras prácticas hacen visibles, qué tipo de crítica generan nuestros actos y espacios creativos.
Pienso en la exposición de dibujos que los niños de Gervasio y San Lázaro han realizado como parte de la dinámica del proyecto Re-construcción. Justo al lado de un grafiti callejero, firmado por un tal Melón con los signos Nike, Adiddas y Puma, ellos colocan un arcoíris con el texto “Amar el barrio”. RaymelCasamayor yJanis Reyes no solo apuestan por “re-construir” el tejido sonoro de un barrio y una ciudad. En la medida que su recorrido se relaciona con la gente –en particular una tropa de niños y niñas que todos los domingos los esperan con mucho entusiasmo–, la música y los juegos se convierten en estrategias sensibles de educación popular y en valores. Como artistas tienen claro la inefectividad de la prohibicióndel reguetón y otros pseudo productos culturales. Su operación consiste en una tarea de recuperación y difusión “a domicilio” de un patrimonio musical cubano (e internacional) en comunidades con poco acceso a los circuitos artísticos. Un acto de afirmación y de ensanchamiento, de reconocimiento del terreno e intervención sensible y lúdica, de persistencia. Que domingo tras domingo en las calles de Centro Habana que recorren se escuche Irakere (por solo poner un ejemplo), en lugar de Chocolate o Yomil y el Dany, es una “mínima gran” batalla en la que creo. Y lo digo y lo escribo desde la esquina de 51 y 160 en La Lisa, con el reguetón de fondo de mis vecinos, de los bicitaxis, de los almendrones, del agromercado, de los móviles que se escuchan ya sin audífonos, de la bocina para un estadio puesta, sin embargo, en un portal las 24 horas.
Estas prácticas del off no solo diversifican los escenarios, sino también los cuerpos y las posibilidades de quién tiene la palabra en la escena. Me refiero al testimonioaudiovisual y sonoro en Baquestritbois [9] que comparte el espacio de la actuación o a las presencias/palabra de Andy Ruano (cantante y extransformista) y Rufino Nápoles (abogado). O la intervencióndelas cinco vecinas del Edificio López Serrano que completan la experiencia del Diccionario de cubanismo… aportando sus propios términos e historias o la expansión de lo coreográfico en el proyecto de Luvyen Mederos, primero a su familia y luego a sus vecinos de Guanabo.
Este gesto de construcción de escenarios para hacer visibles otros cuerpos, para darle la palabra al otro (no actor) también alterna, en las prácticas del off, con la actuación en primera persona. Aquella que deconstruye las narrativas yrituales familiares (la de los propios actores y performers en FamilyTrash… y Así quiero…) e históricos y patrióticos dominantes (inscritos en el cuerpo de Martha Luisa Hernández Cadenas, quien dialoga con el acto homicida de CharlotCorday desde su presente y biografía como mujer, artista, ciudadana e hija o de Roberto Gacio, en el Diario de campaña de un veterano del teatro cubano, sobreviviente de todas las contiendas).
Pero más allá de la naturaleza de los gestos artísticos y sus articulaciones con lo social y lo institucional que las prácticas del off contienen (también podría llamarlas prácticas impertinentes o inservis), me gustaría pensarlas como las ficciones de urgenciade un contexto creativo que problematiza el estar en el “in” y se resiste al “out”. Ese fue espíritu y el sabor que me dejó elHabanaOFF-escala 1en el 17 FTH. Y justo ahí, en elentre del teatro, de la experiencia, de las prácticas, de la institución,de la gestión, de la programación de un Festival y de los deseos… radica su mayor fuerza, resistencia y fragilidad.