Postales de la felicidad: un acercamiento al homenaje a Jorge Pineda
La Bienal de La Habana constituye un evento sumamente importante dentro del entramado artístico cubano y mundial. La emoción que se genera entre artistas, curadores, investigadores, estudiantes y trabajadores en general refleja el significado que adquiere en un contexto tan complejo como el que vive hoy la Isla.
Entre sus principales objetivos, la Bienal siempre se ha propuesto ser una plataforma para visibilizar el arte de países del Tercer Mundo y, por supuesto, del Caribe que nos une. Es así que dentro de las propuestas de este año se destaca el homenaje al artista dominicano Jorge Pineda.
Pineda es de esos artistas que logra trasladar su arte a otra dimensión, a un espacio atemporal, pero siempre con la realidad como inspiración. Sus obras se desplazan de lo vivencial a lo metafísico, lo cual tiene sentido en un hombre que fue hijo de su tiempo y un gran estudioso de Filosofía.
En Postales de la felicidad toman protagonismo los conflictos existenciales que vive el sujeto caribeño.
Postales de la felicidad es el título de la muestra que se inauguró el pasado 15 de noviembre en el Centro Wifredo Lam como parte de la exposición Pequeñas historias no contadas. En ella toman protagonismo los conflictos existenciales que vive el sujeto caribeño, tema que se ve reflejado en obras como “Piedra sobre muro”, donde encontramos a un individuo que vive en un contexto complejo, por lo que debe aprehender a construir un futuro en medio de condiciones adversas. Esta pieza es, además, el reflejo de la explotación del sujeto haitiano en tierras dominicanas, pues muchos de ellos se ven obligados a migrar hacia el territorio vecino en busca de un futuro mejor.
“Pineda es de esos artistas que logra trasladar su arte a otra dimensión, a un espacio atemporal, pero siempre con la realidad como inspiración”.
La situación geográfica de Haití y República Dominicana es también un tema que el artista se cuestiona. Las heridas del pasado perviven en un una isla que permanece partida en dos sin posibilidades de una conciliación. Sobre esta cuestión nos habla “Queloides” como reflejo, precisamente, de una cicatriz. En ella es evidente el sentido lúdico que trabaja el autor en varias de sus producciones, pues la obra es un juego de pon, un pasatiempo popular entre los niños.
La identidad del sujeto antillano es otro de los tópicos que trabaja la muestra. “Colmenares“ se debate sobre la cuestión del ser y su posición frente a la realidad impuesta. El sujeto que se enfrenta constantemente a las clasificaciones es el mismo que busca la felicidad en su propio medio. De ahí nace el título, porque aún en medio de tantas complejidades, solo aquellos que de verdad aprecian la vida encuentran la felicidad.
Las cuestiones medioambientales son trabajadas en la pieza “El Bosque“, en la misma se usó como único material el carboncillo. Mediante esta obra se puede reflexionar sobre la explotación que sufre la naturaleza por parte del hombre. Pineda es ‒ante todo‒ un gran dibujante, y lo demuestra en todas sus piezas.
En la exposición es evidente la confluencia de varias temáticas que trabajó el artista a lo largo de su carrera, pero también es un ejemplo de las diversas técnicas que exploró durante su trayectoria artística. La muestra brinda al espectador el placer estético y la oportunidad de reflexionar sobre las contradicciones humanas en el contexto caribeño, abordadas de manera singular por un artista que supo encontrar la felicidad en medio de tantos escombros.