Pedro Pastor: todas las canciones nos traen hasta aquí

Mairyn Arteaga Díaz
21/1/2020

En Latinoamérica pasa Pedro Pastor casi la mitad de su año, entre conciertos y descubrimientos musicales y espirituales que lo conforman como ser humano, como cantautor, como ciudadano del mundo. Hace casi 70 días salió de su natal Madrid para llevar su más reciente disco, Vulnerables, a países como Uruguay, Argentina, Chile —ha dicho: con todo lo fuerte del contexto histórico que allí se vive, pero con una extraordinaria generación de conciencia y capacidad asamblearia—; México, Colombia —y su paro nacional—; Costa Rica y en séptimo lugar, y por último, Cuba.

 
Cantautor español Pedro Pastor Guerra. Fotos: Tomadas del Facebook del entrevistado

 

De plano desembarcó en Santa Clara junto a la banda que lo acompaña, Los locos descalzos, en su primer encuentro con la Isla, con el público nacional y con el ambiente trovadoresco que se respira acá. En la ciudad al centro de Cuba lo recibió el Festival de Trovadores Longina, recientemente concluido el pasado 12 de enero, y se mostró en toda su condición de compositor ecléctico, con una música poco clasificable y bastante heterogénea, como él mismo expresa, “siempre con la sensibilidad como motor de creación”.

“Me considero trovador porque he defendido la palabra como una herramienta de transformación social y como un reflejo de las almas y una búsqueda de la belleza y de la verdad. Creo que lo más mágico de la nueva generación de trovadores y trovadoras en toda la comunidad hispano-hablante es que ya no son un género como tal, sino que dentro de la trova caben muchos géneros y muchos ritmos y timbres diferentes”.

Eso ha sido su paso por Santa Clara: una mezcla de sonoridades que causó furor entre el público asistente, en la jornada inaugural, al patio de la Biblioteca Provincial Martí. De Santa Clara, pues, a La Habana: 14 de enero en el estudio taller La Marca, 16 en La Casa de la Bombilla Verde y el 21 dio su hasta pronto a los escenarios cubanos en Matanzas. En cada parada, la intención de enriquecerse con el entorno, de guardar experiencias, de explorar y renacer.

“Es un viaje que te cambia, te transforma y del que al final, seguramente, saldrán canciones, que para mí es la parte más valiosa de viajar: hacer obra, reinventarte, que no se parezca a lo que has hecho antes”.

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Hijo del conocido cantautor español Luis Pastor y de Lourdes Guerra, hermana de otro bardo de renombre, Pedro Guerra, nacía Pedro Pastor Guerra el 18 de noviembre de 1994 para abrirse paso en una carrera donde, afirma, no ha cargado el peso de sus apellidos en ningún caso.

“Mi papá es un cantautor de minorías allá, es una persona que ha sido muy coherente siempre con sus ideas y su modo de pensar. Tiene un público que le quiere mucho pero que no es de masas, entonces, la relación es muy directa, es muy real y tiene poca idolatría. Nadie espera cosas de ti —en este caso de mí “por ser hijo de alguien, por ser hijo de él”.

La suerte, comenta Pedro, mucho más allá de tener un padre músico o cantautor, es tener unos padres que te eduquen en la libertad de movimiento y de pensamiento, que te dejen ser, que te dejen elegir.

“Cuando yo quise dejar de estudiar, dejé de estudiar (igual con mis dos hermanos) y cuando quise ser cantautor, fui cantautor: creo que al final lo más interesante de todo es generar pensamiento crítico en tus hijos y no pensar que son una extensión tuya, sino verlos como seres independientes y autónomos, y brindarles herramientas para que ellos luego puedan seguir su propio camino”.

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Tenía 12 años cuando empezó a componer, a los 15 hizo su primer concierto en solitario con un repertorio propio; ahora, con 25, posee unas 100 canciones, seis discos y ha hecho más de 600 conciertos en varios países. Es especialmente conocido por sus letras de contenido social, comprometido y crítico, que se expresan a través de la mezcla trovadoresca con el folk o el hip hop, por ejemplo. Un bardo que cree que “todo artista tiene una responsabilidad social por el hecho de tener una voz que otras personas no tienen, y debe tratar de aglutinar en las canciones no solo el universo íntimo de uno, sino un poco de todo lo que nuestros ojos ven, y ser, por tanto, cronistas de nuestros tiempos”.

Desde sus inicios hasta acá, sostiene Pedro Pastor haber cambiado por completo; la prueba, una maqueta suya escuchada hace poco, una maqueta que grabó en casa con 15 años y en la cual no reconoció ni su voz ni a ese cantautor que despuntaba entonces. En América Latina, asegura, ocurriría una de sus primeras revoluciones musicales.

“Cuando empiezo a viajar por el continente latinoamericano hace ya cinco años, hay claramente un cambio en mi paradigma musical porque descubro un montón de ritmos nuevos, los descubro en vivo, tocando en las plazas, en los conciertos, pregunto, grabo, estudio por mi cuenta, y la evolución es muy potente sobre todo a nivel musical; y a nivel de pensamiento también porque somos seres cambiantes. Pero creo que al final todas las canciones nos traen hasta aquí, es un paso más hacia el cantautor que somos y el cantautor que seremos. Siento que soy joven, que tengo un montón de cosas aún por descubrir, que mi vida va a cambiar muchas veces, porque ya me ha pasado, pero también creo que he vivido rápido y que he tenido muchas experiencias en estos años”.

La de Santa Clara, a inicios de este 2020, es otra que va a su archivo personal y de vivencias sentidas.

“El Festival Longina ha sido una experiencia muy hermosa, el poder compartir con un montón de creadores y de creadoras, que al final es una fuente de inspiración, un regalo”.

Foto: Andrés Castellanos

Sobre el Longina, dos señalamientos haría Pedro Pastor, desde la crítica constructiva, que es un proceder sano: primero, la retroalimentación que se da al interior de la propia canción de autor en la Isla y que hace que en ocasiones, el monotema romántico sea algo recurrente; en segundo lugar, el ruido que persiste en algunos de los conciertos.

“Creo que un festival de trova debería tener un silencio sepulcral, porque la trova necesita escucha activa, es muy importante porque no es música de entretenimiento, es música de reflexión, y hay que escucharla y sentirla con todo el cuerpo; también creo que es normal porque es un festival de encuentro donde la gente se quiere mucho y lleva mucho tiempo sin verse, y tienen que conversar y divertirse”.

Hechas estas salvedades, califica como una bendición la presencia del Longina, un certamen que debería multiplicarse en todos los pueblos, en todas las ciudades y en todos los países del mundo, un lugar donde la trova sea el motor.

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Después del encuentro con América, la segunda revolución en el plano sonoro le vendría a Pedro de la mano de la trova santaclareña. La conoció en Colombia, mediante un cantautor boliviano. Leonardo García, por ejemplo, es referente y fuente de inspiración para él; a Yaíma Orozco también la conocía, a Roly Berrío lo fue a ver a Madrid hace unos años; luego lo acercan a esta música los cubanos radicados en la capital española Jorgito Kamankola y Amaury Muro.

“Parece que se genera ahora un puente muy interesante y muy necesario. Pasó en los años 80, llegaron muchísimos trovadores cubanos a España a través de Habana Abierta, Luis Barbería fue músico de mi papá en la banda por años. Creo que es bueno que se recupere ese lazo, sobre todo para que haya esa música de ida y de vuelta, que se retroalimente entre sí, que tenga otras ventanas que le permita hacer otras cosas a quien lo quiera hacer”.

En esto, reconoce, el Longina ha sido parte: “Ya ha venido Javier Ruibal, Silvia Pérez Cruz y este año nosotros, que nos llevamos la música allá y la compartimos; este 2020 Cuba será el país invitado en el festival Barnasants, que se realiza en Barcelona, y estarán Inti Santana, Leonardo García, Yaíma Orozco, Irina González”.

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En España, Pedro y Los locos descalzos se mueven en el circuito alternativo, de las salas y festivales de pequeño y mediano formato; a veces, van a los pueblos rurales porque allí la gente quiere más al trovador, es, dice Pedro, un medio menos hostil que las ciudades.

Son, hasta ahora, una banda autogestionada; no tienen disqueras a pesar de que haya habido un interés por parte de algunas empresas.

“La autogestión es también un modelo político para nosotros, más allá de la música, es un ejemplo que queremos dar de que en realidad los intermediarios nada más que ponen trabas, es distancia entre dos. Creemos en la comunicación directa entre el público y el autor”.

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Para promocionar sus fechas en Cuba, un post agradecía en las redes sociales y dejaba claro que él, que siempre quiso conocer la Isla, celebraba que haya sido a través de la música.

Que las canciones lo hayan traído hasta acá.