A unos días de clausurada la Olimpiada de París, su inauguración sigue en boca de todos, y no siempre para elogiarla. Sin embargo, por lo general, se pasa por alto que tal ruptura con inauguraciones de olimpiadas anteriores, responde a un propósito de estricta entraña local-nacional; nos referimos, ni más ni menos, a la decisiva influencia de París en la historia que damos en llamar moderna, desde la que diera inicio con la Revolución Francesa hasta la que particulariza la compleja realidad de la sociedad actual. Es oportuno recordar, que si en la Antigua Grecia toda guerra o conflicto cesaba durante el tiempo que duraban los juegos en la ciudad de Olimpia, en nuestros días, lamentablemente, no sucede igual.

La inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024, fueron una alusión permanente a una ciudad con una historia y cultura de las más sobresalientes de la modernidad.

Era de esperar que la inauguración de una olimpiada con sede en una ciudad como París, no continuara la rutina a que nos tenía acostumbrada la tradición olímpica, so pena de traicionar su condición de Ciudad de la Luz, es decir, su historia. De hecho, el sobrenombre le viene de ser una de las primeras ciudades con alumbrado de gas y, posteriormente, eléctrico. Víctor Hugo, en su novela Los miserables, indirectamente, nos remite a esta proeza tecnológica con el actuar del adolescente Gavroche, quien al amparo de la soledad de la noche, desahogaba sus frustraciones con la época que le había tocado vivir, apedreando las lámparas del alumbrado público de la ciudad. En la inauguración de la olimpiada, se retomó esta primicia tecnológica de París, por la cual se le llama la Ciudad de la Luz, haciendo gala del más actual desarrollo en este campo de la ciencia y la tecnología, con la puesta en escena a escala urbana de los complejos artificios lumínicos y diseños de luces que prodigó… De los que volvimos a ser testigos la noche de clausura de los juegos olímpicos.  

La Torre Eiffel representó el mayor desafío para la arquitectura tradicional, que no podía aceptar como parte de su propia evolución aquellas obras de hierro y cristal hechas por “hombres de ingenio”. Imagen: Tomada de Internet

Y si de luces e historias se trata, también desde París irradió otra luz: la del pensamiento filosófico y social más adelantado de su tiempo, el cual influyó en los futuros movimientos independentistas y la consiguiente superación de la etapa colonialista. La Enciclopedia Francesa, fue la clarinada de todo un movimiento del intelecto humano, el cual dio en llamarse Iluminismo, y su época de floración el Siglo de las Luces. A partir de entonces, la mayoría de los pensadores, escritores y artistas en gestación de buena parte del planeta, fueron a París en busca de la “luz” que los guiara en su derrotero creador. Y los que no pudieron llegarse en riesgosa cruzada del conocimiento y la creación hasta la nueva Jerusalén, desde sus respectivos lugares de origen dirigieron su mirada y pensamiento hacia la ciudad a orillas del Sena. En este singular momento de la historia moderna, el arte no fue menos, al rendirle sus cultores un lugar de honor en sus obras a la Ciudad de la Luz. Ejemplo del espíritu que hizo de París centro del más adelantado arte de su tiempo, es el movimiento de los llamados pintores impresionistas, los mismos que quisieron pintar “como el Sol pinta”, al decir de nuestro José Martí.

En cuanto a la arquitectura, la Torre Eiffel representó el mayor desafío para la arquitectura tradicional, que no podía aceptar como parte de su propia evolución aquellas obras de hierro y cristal hechas por “hombres de ingenio”, para dar respuesta a las nuevas necesidades y funciones generadas por el desarrollo industrial, a saber: mercados, puentes, almacenes, estaciones de ferrocarril, industrias, etcétera. Mientras que la otra gran ruptura con la tradición olímpica moderna acaecida en la reciente inauguración, el globo aerostático que elevó el pebetero con la llama que dio inicio a los juegos, fue otro remitido al París de siempre, en tanto ciudad pionera del desarrollo de la navegación aérea. Sirva de ejemplo el grabado litográfico de Honoré Daumier, de 1862, en el que representa un globo aerostático sobre la ciudad, en el cual se eleva el fotógrafo Nadar con trípode y cámara, para tomar las primeras fotos aéreas de la historia de la fotografía. Sin embargo, los prejuicios también afloraron en el gran grabador que fue Daumier, al poner al pie de la imagen grabada el siguiente texto: “Nadar elevando la fotografía a la altura del arte”.

“El globo aerostático que elevó el pebetero con la llama que dio inicio a los juegos, fue otro remitido al París de siempre”. Imagen: Tomada de Pinterest

Por último, es de tener presente las pasarelas que, en puentes, calles y estrados levantados a orillas del Sena, ambientaron el paso de las embarcaciones con las bulliciosas delegaciones deportivas. Aquí, por supuesto, está de manifiesto otra de las razones culturales de referencia de la Ciudad de la Luz: ser centro de la moda femenina a nivel internacional, en tanto Londres lo era de la moda masculina. Aunque en la década del 60 del pasado siglo, por un breve período de tiempo, perdería tan privilegiada posición en este singular mundo, al crear la minifalda la diseñadora londinense Mary Quant… Pero, finalmente, las aguas volverían a tomar su nivel.

La inauguración de los Juegos Olímpicos el viernes 26 de julio de 2024, entre las aguas del Sena y una pertinaz llovizna, así como su clausura el pasado domingo 11 de agosto, fueron una alusión permanente a una ciudad con una historia y cultura de las más sobresalientes de la modernidad. Parafraseando la famosa frase atribuida a un ilustre monarca: París bien valió una Olimpiada.