En materia literaria se entiende como parábola al relato ficticio pero verosímil, usualmente breve, que encierra una enseñanza relativa a un tema implícito. Para la cultura occidental, el término es directamente relacionado con las historias narradas por Jesús de Nazaret para instruir a discípulos y seguidores, ocultando el verdadero significado a los incrédulos.
Por consiguiente, en las parábolas hay algo que descifrar. Si queremos comprenderlas a cabalidad es necesario escucharlas con atención, libre de apuros, ofrecerles especial atención a los detalles y sus posibles significados. Parafraseando a Pablo Picasso, serían pequeñas mentiras que nos conducen por medio de símbolos a grandes verdades, lo cual es aplicable a casi todo el arte.
“Parábolas, al fin y al cabo, cada pieza cuenta una historia o, al menos, un fragmento de ella, pero todas nos obligan a descifrar posibles significados hábilmente camuflados tras lo anecdótico y lo cotidiano, lo fantástico y lo surrealizante”.
El joven creador Michel Moro (Ciego de Ávila, 1988) nos habla en parábolas gracias a una deliciosa muestra personal que por estos días acoge la capitalina Galería 23 y 12. Dibujante, caricaturista, ilustrador, a Michel lo conocemos principalmente por su reconocido trabajo como humorista gráfico, y mucho humor encontramos en esta divertida propuesta ideal para sentir y pensar al mismo tiempo; esto es: sentipensar, concepto empleado, entre otros autores, por el sociólogo Orlando Fals Borda, quien acuñara el término a partir de un diálogo sostenido con pescadores del municipio colombiano de San Benito Abad, en Sucre.
Michel es un sentipensante contumaz, y ese interés (impulso, pudiéramos decir) por establecer a través del arte nexos entre razón y corazón (verbigracia, Eduardo Galeano) se traduce en un atractivo conjunto de pinturas y dibujos que nos invitan a meditar sobre cuestiones medulares al hombre contemporáneo.
Parábolas, al fin y al cabo, cada pieza cuenta una historia o, al menos, un fragmento de ella, pero todas nos obligan a descifrar posibles significados hábilmente camuflados tras lo anecdótico y lo cotidiano, lo fantástico y lo surrealizante, con algún que otro guiño intertextual a obras significativas dentro de la historia del arte occidental, como el célebre cuadro “El grito”, del noruego Edvard Munch, recreado en una pintura homónima que nos habla sobre precariedad y hambre, sed y desesperanza.
Parábolas nos muestra a un Michel de notable técnica que se regodea en la polisemia, la metáfora y la sátira política, una de las vertientes del humorismo gráfico a las que mayor atención ha prestado durante su carrera. También nos ofrece una faceta más lírica del joven artista, con piezas como “Una emoción”, “Ideas” y “El rescate”, entre las mejores de cuantas seleccionó para la propuesta.
Dominación geopolítica, conflictos bélicos, burocratismo, hambrunas, sequías; lo extraordinario que se manifiesta en lo común (paracaídas transformándose en medusas); lo divino que interviene en el plano terrenal (ángeles descendiendo desde una nube con forma de helicóptero); la capacidad revitalizadora del arte (flores que brotan ante el sonido de una trompeta-regadera); el estéril esfuerzo de lo inútil (bomberos intentando rescatar una mariposa…).
“Tras cada imagen de cuantas hoy nos propone Michel Moro palpita un rasgo de la naturaleza humana. Somos la única especie capaz de crear las más sublimes obras de arte y desatar guerras que muchas veces terminan destruyéndolas”.
Más que detenerme en descripciones innecesarias e interpretaciones redundantes prefiero sean los espectadores quienes se enfrenten a cada una de las obras incluidas en esta exposición inteligente y jocosa, ideal para disfrutar con calma y reflexionar, sonrisas de por medio, sobre temas cruciales en el mundo actual; asuntos que no por complejos o dolorosos son menos susceptibles a ser abordados desde la ironía y el sarcasmo, dos de las más efectivas y peligrosas herramientas del humor.
Tras cada imagen de cuantas hoy nos propone Michel Moro palpita un rasgo de la naturaleza humana. Somos la única especie capaz de crear las más sublimes obras de arte y desatar guerras que muchas veces terminan destruyéndolas. Amamos y odiamos, tejemos utopías y destruimos sueños con igual facilidad; millones de personas carecen de agua potable a nivel mundial mientras otras pagan catorce mil euros por una botella de Bling Golden Throne, microfiltrada nueve veces, ozonizada y envasada en un recipiente cubierto con cristales Swarovski.
Buscamos vida en otras galaxias y por día extinguimos ciento cincuenta especies de plantas y animales debido a la destrucción de sus hábitats. Contradictorio, ¿cierto? Michel Moro, criatura sentipensante, así lo refleja en estos relatos visuales que nos desnudan por dentro, mostrando las aristas más dolorosas y poéticas, horribles y esperanzadoras, absurdas e incoherentes de nuestra llamada “humanidad”.