Semejante a un monito maromero,
te vi bailar ayer “La rueda rueda,
tilín tilán” y al suelo a por moneda,
para tu nuevo Dios Organillero.
La piel de Onagro cargas, Vinatero,
en tu lomo servil y vas cantando
tonadas que se irán asemejando
a reclamo de alfalfa dando coces.
Se apagarán en ti todas las voces
y acabarás un día rebuznando.
¿No gozaste tú acaso de una fama
ganada sin resortes y sin maña?
Quién te pone hoy contrato en letra extraña.
Qué te obliga al zarpazo y a la escama.
Si antes fuiste dulzor, ¿por qué hoy retama
destila tu garganta? ¿Qué empresario
te convierte en burdel el escenario?
¿Te alquila el corazón con egoísmo?
¿Quién podría si no tú… si no tú mismo?
¡Como tanto barato mercenario!