Para no seguirle el juego a la guerra mediática
Esta campaña de ahora muy posiblemente tenga las horas contadas, pero algunas lecturas interesantes podemos hacer, porque la próxima ya viene en camino.
“Ante un escenario de desgaste psicológico condicionado por más de un año de pandemia, carencias materiales y el despunte del número de contagios y muertes, se presenta un clima idóneo que no iban a desaprovechar quienes gestionan la guerra comunicacional”.
Cuando sigues el comportamiento que han tenido las redes sociales en Cuba en los últimos tiempos y tomas en cuenta los mecanismos de influencia subjetiva que han estado utilizando en la guerra comunicacional contra nuestro país, el S.O.S., el llamado a un corredor humanitario y la subida de tono con la viralizacion de un reclamo de intervención humanitaria, eran previsibles.
Ante un escenario de desgaste psicológico condicionado por más de un año de pandemia, carencias materiales y el despunte del número de contagios y muertes, se presenta un clima idóneo que no iban a desaprovechar quienes gestionan la guerra comunicacional, al contrario, lo están capitalizando.
Tres pautas de comportamiento en redes pueden marcar la diferencia en cuanto a no seguirle el juego a la guerra mediática que se nos hace en estos momentos, pero que también podemos transferir a otras ocasiones, ya que lo realmente interesante es ir creando una cultura crítica para defender a Cuba en el territorio virtual:
1. No replicar posts o cadenas de mensajes que como S.O.S., la solicitud de intervención humanitaria, etc., induzcan el estado de opinión de que el país está en una situación de crisis de ingobernabilidad y debe ser intervenido. En su lugar producir y/o compartir contenidos que comuniquen en sentido contrario, ahora, por ejemplo, reforzando la importancia de la solidaridad y del NO a la intervención.
2. Evitar compartir expresiones de angustia, desespero, caos, proclives a generar contagios emocionales negativos. En su lugar promover pautas de enfrentamiento centradas en el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias y en brindar el apoyo que necesite nuestra población y nuestro Estado en la gestión que está haciendo del enfrentamiento a la pandemia.
3. Mantenerse informados y compartir toda la información posible proveniente de nuestros medios, actores sociales conocidos y/o fuentes seguras para contrarrestar las fake news que seguramente estarán circulando.
¿Por qué NO a la intervención humanitaria?
La matriz de opinión que están induciendo ahora es la misma de todas las campañas anteriores que hemos visto, y la seguiremos viendo, variando su contenido temático, según el contexto: el Estado cubano colapsó, la gestión del gobierno es ineficiente y el sistema no funciona. Argumentos en contra de esa tesis sobran. Paradójicamente, uno de los argumentos lógicos más evidentes lo aporta la propia política de bloqueo, ya que, si estuviesen tan seguros de que nuestro sistema no funciona, jamás hubiesen gastado ni un minuto de los últimos 60 años en bloquearnos. Pero ese es otro tema.
“Preguntemos a los pueblos de los países que han intervenido humanitariamente en los últimos años cómo les ha ido con la ‘libertad’ que les han llevado y con todo aquello de prosperidad y sueño americano”.
Cuba lo que menos necesita en estos momentos es ser intervenida por tropas militares de instancias internacionales que, con alta probabilidad, estarían supeditadas al país que es responsable de gran parte de la crisis que estamos viviendo. Hay que pensar en ese escenario.
La campaña por el S.O.S. y etcs, participen en ella personas pagadas o no, bien intencionadas o no, contrarrevolucionarias o no, es conveniente solo a la agenda intervencionista de Estados Unidos, eso no amerita mucha explicación. Son sus términos, es su pauta. Preguntemos a los pueblos de los países que han intervenido humanitariamente en los últimos años cómo les ha ido con la “libertad” que les han llevado y con todo aquello de prosperidad y sueño americano.
¿Qué hacer con la preocupación y el deseo de ayudar entonces?
Las inquietudes, preocupaciones y deseos de contribuir que son tan legítimos, pueden encontrar otras vías para realizarse. Se puede solicitar y brindar ayuda a través de los mecanismos habilitados por nuestras instituciones, o al menos, sin menoscabar la estabilidad social que precisamos como país para salir adelante. Es momento de unirse, no de ser disruptivos buscando protagonismos individuales.
En lugar de un sabotaje, nuestro Estado necesita apoyo, porque está librando una batalla fuerte por nuestras vidas. Se están batiendo con todo el personal de salud, estudiantes de medicina, médicos, científicos y científicas y están cansados.
En plena e intensa fase de vacunación, con bloqueo encima y una crudísima carencia de recursos nuestro país ha garantizado PCR para todo el que lo ha necesitado, ha tenido una cama para incluso, quienes han sido solo sospechosos de contagio. ¡Sosteniendo todo este esquema de afrontamiento al virus y protección a nuestra población por más de un año ya! ¿Sabemos en cuántos países del mundo ha estado garantizado eso? Me atrevo a asegurar que en muy pocos.
¿Por qué NO alentar el desaliento y la sensación de caos?
Duelen las cifras y cada persona que muere. No estamos acostumbrados a las imágenes de los pasillos con camas y pacientes. ¿Nos hemos preguntado por qué nos impacta tanto cuando ese ha sido, desde el comienzo, el día a día de los países del llamado primer mundo, incluso? Porque no lo habíamos visto en Cuba, a pesar de que llevamos más de un año manejando una situación epidemiológica tensa. Y eso habla a favor de nuestro sistema.
Solo en noticias nos hemos enterado de que en otros lugares grupos de ancianos han muerto abandonados en instituciones de cuidado. O de los muertos literalmente tirados en las calles. O que han elegido entre salvar a un joven o a un adulto mayor. Hechos lamentables que en Cuba no se han dado.
No consuela el dolor ajeno. Pero no estamos en las circunstancias que mediáticamente se fabrican. Es duro lo que vivimos, porque este virus lo ha sido para todos los países, para los ricos y para los empobrecidos, a cuyas poblaciones vulnerables les ha tocado la peor parte, pero es muy posible que estemos en uno de los lugares del mundo en donde la gestión del gobierno ha puesto mayor empeño y ha logrado mayor eficacia en salvar vidas. Esa es la realidad objetiva, no hay otra.
Basta mirar las cifras al alcance de todos, y lo que ha estado pasando en los propios Estados Unidos y el resto del mundo, para darnos cuenta de que en lo que se está diciendo sobre la necesidad de intervenir Cuba, hay una gran dosis de manipulación.
Las mismas cifras de nuestro país que nos asustan, paradójicamente ponen en evidencia que nuestra situación no es la más crítica, sino todo lo contrario, sin que podamos pecar de triunfalismo ni dejar de reconocer lo grave del momento.
Que quiten el bloqueo si quieren ayudar. Asedio que recrudeció la pasada administración estadounidense y que la actual se está gastando deliberadamente todo el tiempo del mundo en “revisar”, con calumnias mediante, en medio de una crisis sanitaria.
Si no desean abandonar el doble rasero de la política exterior hacia nuestro país por conocidos intereses geopolíticos, económicos, etc., a nosotros al menos nos asiste tomar la decisión de no bancarnos la desfachatada hipocresía. Y cuando digo esto, no estoy pensando en la postura de nuestro gobierno, que siempre ha sido clara al respecto, estoy pensando en la postura nuestra como ciudadanas y ciudadanos, compelidos por las circunstancias a una participación cívica responsable en el escenario de debate político que estamos viviendo. A Estados Unidos lo que le corresponde hacer es eliminar el bloqueo, no hay más vueltas que dar al asunto. Y con esto no estamos pidiendo clemencia. Es a lo que tenemos derecho.
“Veo utilidad en hacer frente a las campañas en lugar de servirlas, sin desgastarnos en trifulcas personales…”.
Mientras, apostemos por los canales de solidaridad internacional que históricamente han estado acompañando a nuestro pueblo.
Agradezcamos a cada persona, organización, movimiento social, gobierno o grupo de solidaridad que se nos una. Apoyemos con todo a quienes están dando lo mejor de sí en esta hora tan dura por ganarle la batalla a la pandemia.
Una ruta para hacernos fuertes subjetiva y comunicacionalmente hablando
Veo utilidad en hacer frente a las campañas en lugar de servirlas, sin desgastarnos en trifulcas personales, la mejor estrategia está en deconstruir sus matrices de opinión y posicionar nuestros propios contenidos. Salir al frente a tanta desinformación y manipulación mediática. Viralizar las verdades sobre nuestra realidad para inundar el territorio virtual con ellas. Ya hay compañeros de la izquierda internacional creyéndose la historia de que aquí hay un caos por toda la fake new que les llega.
Estas campañas que no nos tomen de sorpresa. Seguirán produciéndose. Esta pasará en unas horas, no nos quede la menor duda. Vendrán otras. Necesitamos modelar escenarios mediáticos a futuro, cada vez, para impulsar agendas comunicacionales nuestras, proactivas, de contención y neutralización de los mecanismos de sujeción propios de la guerra comunicacional que se nos hace. Pero eso ya es tema de otro análisis.
Tomado del Perfil de facebook de la autora